miércoles, 8 de abril de 2020

LA VIRUELA 1520 Y EL COVID-19-2020.


LA VIRUELA 1520 Y EL COVID-19-2020.

 

Los mexicanos y todos los demás pueblos en 1520, sufrieron el mal de la viruela, misma que no se conocía y por ende, no se tenía cura alguna. Dos relatos nos dan una idea de los estragos de tal enfermedad. El primero es de Francisco Javier Clavijero;  el segundo de William H. Prescott.

 

32. ESTRAGO DE LAS VIRUELAS. MUERTE DE CUITLAHUATZIN Y DEL PRÍNCIPE MAXIXCATZIN. ELECCIÓN DEL REY CUAUHTEMOTZIN. 

 

“Las victorias de los españoles y la multitud de alados que tenían a su devoción engrandecieron de tal suerte su nombre y conciliaron a Cortés tan grande autoridad en la tierra, que él era el árbitro de las diferencias que ocurrían, y el que daba o confirmaba la investidura de los señoríos que vacaban, como se vio en el de Cholula y en el de Ocotelolco en Tlaxcala, vacantes uno y otro por muerte ocasionada de las viruelas.  

 

Este terrible azote del género humano, ignorado hasta entonces en aquel Nuevo Mundo, lo llevo consigo un negro esclavo de Narváez; contagiáronse con su comunicación los cempoaltecas y de allí se propagó el mal por todo el imperio mexicano con indecible daño de aquellas naciones. Perecieron muchos millares de hombres y quedaron algunos lugares despoblados. Aquellos cuya complexión prevaleció a la violencia del mal  se levantaron tan estragados y con tan profundos estigios del veneno en los rostros, que causaban espanto a los demás.

 

Entre los estragos que causó esa nueva enfermedad fue muy sensible a los mexicanos la pérdida de su rey Cuitlahuatzin a los tres o cuatro meses de reinado, y a los tlaxcaltecas y españoles la del príncipe Maxixcatzin. Los mexicanos eligieron en lugar de Cuitlahuatzin a su sobrino Cuauhtemotzin porque ya no vivía hermano alguno de los pasados reyes. Era joven de 25 años y de mucho espíritu, y aunque por poca edad poco práctico en la guerra, llevó adelante las providencias   militares e su antecesor. Tomó por mujer y reina a su prima Tecuichpotzin, viuda del rey Cuitlahuatzin e hija de Moctezuma.”[1]

“Con no poco sentimiento supo por este tiempo la muerte de su buen amigo Maxixcatzin, el anciano jefe de Tlaxcala, que tan firmemente lo había sostenido en la hora de la adversidad. Había muerto víctima de la terrible epidemia de la viruela, que devastaba entonces al país con la misma fuerza que el fuego se comunica en los campos, que no perdonaba al príncipe ni al vasallo, y que añadía otro eslabón a la cadena de males que había seguido a la invasión de los hombres blancos. Dícese que un negro esclavo que vino en la escuadra de Narváez (9) trajo esa epidemia, que primero estalló en Cempoala. Los pobres indios, ignorando el mejor modo de curar tan molesta enfermedad, acudieron a la práctica común de los baños de agua fría, y en gran manera agravaban su mal. De Cempoala cundió rápidamente por las poblaciones inmediatas, pasando por Tlaxcala, llegó a la capital azteca, donde Cuitláhuac, sucesor de Moctezuma, fue una de sus primeras víctimas. De allí se dirigió a las playas del Pacifico, dejando cubierta su carrera con los cadáveres de los naturales, que para usar de la frase expresiva de un contemporáneo, morían a montones como ganado que se infesta parece que no fue fatal a los españoles, muchos de los cuales habían tenido ya tal vez la enfermedad, y todos ciertamente conocían el mejor método de curarla.”[2]

 

Es evidente que los pueblos originarios ignoraban la existencia de viruela y no tuvieron la menor idea de cómo curarla en medio de la guerra que enfrentaban los mexicanos ya contra muchos de los pueblos que habían dominado. El esclavo “negro”, se llamaba Francisco de Eguía y fue una bomba biológica que ayudó a la caída de México-Tenochtitlan pues devastó a sus habitantes que sufrieron las consecuencias de no poder enterrar a sus muertos. A pesar de todo aquellos antepasados siguieron luchando hasta que ya no pudieron más contra todos los aliados de los extranjeros incluyendo a sus antiguos aliados los texcocanos.

 

Hoy, tenemos a muchos mexicanos que gustosos estarían en entregar al Fondo Monetario Internacional o, a cualquier extranjero el Estado mexicano con tal de ver satisfechos sus odios al pueblo mexicano; tal es el caso de los priístas que se sentían dueños del mismo o de los panistas que, sienten ser tocados por la divinidad para gobernar. No sé si este gobierno sea bueno o malo pues falta que termine su periodo para hacer un balance pues no se debe hacer esto de manera a priori (anticipada).

 

La terminación de un régimen y la construcción de otro no es tarea fácil y menos cuando hay tantos que sienten que han sido dañados por lo que consideraban suyo de manera absoluta y que no cejan día y noche en atacar con mentiras al gobierno. La rabia, el odio son sus motivaciones y es por ello que se deben enfrentar.

 

El problema no es sencillo sino múltiple y complejo. Por desgracia existen grandes segmentos del pueblo que por ignorancia no hacen caso a las recomendaciones del gobierno y expertos sobre la  pandemia del Covid-19, y creen que con rezos y una temeridad sin par se puede enfrentar la enfermedad sin darse cuenta que ponen en grave riesgo a los demás pues si se extiende el contagio van a poner en predicamento al gobierno hasta el colapso y entre lágrimas le exigirán al gobierno ayuda que será imposible de dar; tal y como ha pasado en China, Italia y Los Estados Unidos de Norteamérica.  Esto sería el caldo de cultivo ideal  que esperan los corruptos con ansias para desplegar un ataque contra el orden con tal de lograr un mínimo de poder político sin importarles la vida de los demás.

 

En estos momentos más que en otros se debe mantener la cordura la serenidad y hasta la frialdad para afrontar el mal de la enfermedad, el mal político (la oposición), el mal económico, el mal social, en resumen, el mal que enfrenta el Estado mexicano. El problema no es de un solo gobernante (el presidente de la república), sino de todo el pueblo que, debe participar activamente o pasivamente según se requiera pero nuca de manera irresponsable y temerá por el bien de todos. Los antiguos mexicanos pudieron salir de la peste de la viruela con todas las limitaciones que tenían, nosotros con tanta ciencia  tecnología tenemos tanta ignorancia que es de profunda pena ver los espectáculos públicos de la gente ignorante y necia.



[1] Clavijero, Francisco Javier. Historia Antigua de México.

México, 2009, editorial Porrúa, “Sepan Cuantos…”. Página 531.

[2] Prescott, William H. Historia de la Conquista de México.

México, 2000, editorial Porrúa, “Sepan Cuantos…”. Página 409  


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