NUEVO ORDEN MUNDIAL
No
estoy seguro de que ya exista un Nuevo Orden Mundial, porque precisamente estos
momentos obligan a pensar en una nueva forma de vida. El golpe que ha recibido
el Neoliberalismo a nivel mundial no puede dejarse pasar por su importancia. El
coronavirus, sin ser tan mortal paralizó al mundo, incluyendo a la economía
global y desnudó que, se gastan miles de millones de dólares en armamento, en
política en religiones sin importar mucho a los gobernados, los pobres y fieles
de las religiones. Es muy significativo que, sean los ricos, los gobernantes y
los líderes religiosos que representan a las élites dominantes los que carguen
con este descrédito por su pobre actuación ante este mal.
Los
Estados Neoliberales han sido incapaces de responder ante esta enfermedad, la
falta de comida, seguridad, todos sus derivados o males ya existentes. Los
ricos que han acumulado, legalmente, riquezas de manera ilimitada han sido
pasivos como si vieran un espectáculo que no les incumbiera. Y, los líderes
religiosos han quedado con un descrédito por no aportar lo mínimo de las
riquezas monetarias, de inmuebles o inversiones que han logrado a través de
cientos de años.
¿Debe
el género humano seguir con el Estado débil, las trasnacionales inmensamente
ricas y con religiosos que lo único que hacen es rezar?. Es evidente que no, se
deben pensar nuevos esquemas de gobierno, económicos y religiosos. No se debe
seguir invirtiendo en política para tener gobiernos que fungen más como
gerentes de las trasnacionales que imponen leyes a modo para seguir acumulando
riquezas sin límites y sin ninguna responsabilidad social. En el rubro
religioso no se debe seguir permitido que sigan engañando a los pueblos con sus
grandes tentáculos de trasnacionales líderes en la acumulación de riquezas sin
el pago de impuestos ni responsabilidad para con sus feligreses en todo el
mundo que todos los días aportan dinero sin recibir más que engaños.
Sería
un error dejar seguir la vida como hasta ahora con las imposiciones del Estado,
de las trasnacionales y de las religiones. En lugar de ser activos dinámicos
que, trabajen en las debilidades estructurales y de fondo en cada uno de los
ámbitos que les correspondan, se han vuelto cargas pasivas, alejadas de la
realidad de las mayorías. ¿Pueden, líderes políticos, dueños de las trasnacionales
y dirigentes religiosos vivir en contra de las mayorías?. Evidentemente que no
hay una codependencia pero sin responsabilidad de los que dirigen. No basta
llegar al poder político para gobernar para unos cuantos, ni acumular riquezas
de manera ilimitada y, ocultarse en las sociedades anónimas, la riqueza no se
puede ocultar y, no basta con rezar y unirse alegremente a la fiesta
irresponsable de la acumulación ilimitada de riqueza<s pues eso es lo que priva
entre empresarios y religiosos.
Hasta
ahora las religiones han ostentado el monopolio de la bondad, del amor que son
utilizados como anzuelos para atraer y atrapar a las masas. ¿Es posible ser
buenos sin religión alguna?. No solo es posible sino que existen personas que
no les hace falta el castigo o la recompensa de la metafísica religiosa para
comportarse bien y amar al próximo; esto, evidentemente es combatido por las
religiones pues se les iría acabando el negocio y ¿de qué vivirían?, ¿de dónde sacarían
tanta riqueza si no fuera de las masas enajenadas?. Con todo, es necesario que
a lo menos haya diversas opciones de formas de vivir moral y éticamente.
En
este mismo contexto se pude gobernar de manera diferente y se puede ser
empresario y vivir no únicamente de la acumulación de dinero y cosas materiales
pues con tales prácticas han echado al Dios cristiano del escenario de la vida
sin ofrecer otra cosa que no sea vida sin moral ni ética ya no dependiendo del cristianismo
sino del Humanismo.
Finalmente,
se debe decir que, masas no están exentas de participar y ser responsables de
la realidad pues un modelo económico, político o religioso no se impone así
como así sin que, los pueblos participen ya sea pasiva o activamente y en ambos
casos no se puede eludir dicha responsabilidad. Las mayorías no deben seguir
con considerarse como víctimas de las clases dirigentes pues precisamente pueden
incidir en la realidad cambiar la balanza.
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