martes, 19 de marzo de 2019

LA DIALÉCTICA DEL PODER POLÍTICO EN MÉXICO





En tiempo de transición y no hay duda de que estamos en este proceso; para la mayoría esto se vuelve un enigma y aunque se tengan los hechos frente a los propios ojos el sentido de los hechos es indescifrable. Esto debería ser lo común para los gobernados y no así para los políticos que dirigen pues entonces si se torna grave tal estado de confusión. Increíblemente, esto es lo que les está pasando a los dirigentes de la oposición política e incluso a los que han llegado al poder.

Los que perdieron el poder están en total estado de zozobra y lo único que aciertan a manifestar es que se está gestando un régimen dictatorial al estilo venezolano que, por primero de cuentas no se sabe si es una dictadura de manera inequívoca por el contexto de del cerco económico en que se encuentra. No encuentran ninguna diferencia entre Venezuela y México, siendo pueblos con diferencias muy marcadas en idiosincrasia, historia, gobiernos, regímenes y trato con los Estados Unidos. Si en verdad el gobierno mexicano siguiera los pasos del caso Venezuela, el gobierno estadounidense ya estuviera aplicando su política de imponer su estilo de democracia en México. Los diversos Estados de Europa siempre dados al intervencionismo muchas veces con mala intención y otras, señalando la falta de democracia ya hubieran hechos señalamientos. No hay tal. Es mera impotencia por parte de la oposición. El descrédito en el que cayeron los partidos siendo gobierno los ponen en el contexto meramente local.

El oleaje que mantiene a Morena en la cima de esta navegación no se podrá mantener por siempre ni con esta intensidad. No es natural, normal este momento como no lo es la popularidad del jefe del ejecutivo, se engaña el mismo si cree que es únicamente por su carisma. En este tipo de hechos intervienen factores tan disímbolos y tanto internos como externos sobre los que no se puede tener el control que sería aventurado creer que una sola persona es el generador y amo de las circunstancias. Tan luego pase la euforia inicial la aceptación se irá templando hasta tomar su nivel real. Pero los vencidos no quieren esperar un solo momento quieren lo que no pasará, que vuelvan al poder así sin más, sin que pasen los hechos.

Es sabido y archisabido que el ejercicio del poder desgasta y que, las decisiones suelen tener un costo. Para propios y extraños esto no ha pasado con el actual gobierno y les angustia que esto siga de manera invariable. Esto no va a pasar. Una verdadera democracia tiene como eje central la disputa del poder político en donde se gana y se pierde según sea la practica en el gobernar. Pero insisto, la oposición quisiera que mañana el actual gobierno amaneciera colapsado y esto no va a pasar. Incluso tomando malas decisiones. Digamos que tiene su beneficio de la duda. Y, la gente esperará, pero no de manera indefinida. Con el paso del tiempo si no hay un buen gobierno este perderá su encanto, sin duda alguna.

Ahora bien, el descrédito que sufre el Presidencialismo contra el Beneficio de la duda forman un binomio que se puede modificar si la oposición aprovecha la inmadurez del actual gobierno y del partido pues hay demasiados funcionarios improvisados que no saben siquiera lo que es la política en la teoría y mucho menos su práctica real. La profesionalización de sus cuadros seria la respuesta en caso contrario la oposición deberá esperar la maduración de un nuevo régimen en el cual no será actor principal. Y, mucho me temo que esto segundo pasará.

Por su parte, el partido triunfador claramente se está posicionando y las cúpulas sienten que ya no tiene tanta necesidad de los votantes por ser ya gobierno; este divorcio que se está gestando es normal pues así es el comportamiento humano. Claro, los que ahora gobiernan no sienten otra cosa que los efectos sublimes de ejercer el poder. Están en éxtasis e ignoran que el poder político es un poder prestado e huidizo. Creen que, declarando ser diferentes a los anteriores gobernantes y dirigentes políticos con eso les basta para seguir en las nubes. Es un error separarse de los votantes y, de sus bases y esto tendrá sus consecuencias, se quiera o no.

Dos cosas es seguras; primero, el viejo régimen no volverá y; segundo, no se sabe qué tipo de régimen se construirá al final y a quienes beneficiará. Así ha sido con las tres anteriores Transformaciones y esta no será la excepción. Pero para ello, hace falta que transcurra este sexenio por lo menos. Eso se debe a que, no hay quienes sigan construyendo con la misma aceptación este nuevo régimen por parte de Morena. Mucho dependerá de lo hecho por este gobierno y el siguiente si es del mismo partido tendrá un enorme problema de personalidad. Todos los probables candidatos no son conocidos como Andrés Manuel López Obrador y no tienen su trabajo y carisma.

Otro de los problemas, ya no digamos que sea la falta de profesionalización sino por lo menos de conocimiento sobre la política practica que ha quedado en manos de muchos de políticos que militaban en los partidos ahora de oposición; es decir, se está torciendo ya el fin del partido en el gobierno. Es claro que muchos de los dirigentes, legisladores, gobernantes y militantes no tienen la calidad requerida para poder aportar y con ello sostener y construir un nuevo régimen político como base del nuevo Estado. Ni siquiera han dicho una sola palabra sobre el tema. Están construyendo sin un verdadero plan político estructurado, metódico que tenga como fin la democracia.

En este mismo contexto, la imposición de candidatos en Morena traerá descontentos que si no se atienden se volverán problemas, aunque de momento no tienen efectos de grueso calibre. Pero todo esto debe quedar en suspenso hasta después de la mitad del sexenio y en su final. Eso no significa que, las fuerzas políticas se queden como hasta ahora están, casi en total inacción efectiva y con el discurso ridículo de comparar el estado mexicano con el venezolano y tonterías del mismo cuño. No, hace falta una reacción vigorosa de la oposición para que, el nuevo régimen incluya a la mayoría. No conviene un régimen totalitarista pues se excluye la democracia, la libertad, la legalidad, la legitimidad…la libertad.  

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