La mayoría de políticos son dados a no leer ni a pensar profundamente; por ello, es muy común verlos hacer el ridículo cuando hablan o al comportarse. Por eso no es raro que muchos políticos que han estado en el poder con el Partido Revolucionario Institucional, añoren vehementemente el regreso al poder político en nivel federal. Esto es posible pero remotamente; lo más posible es que desaparezca este partido. Razones hay muchas pero creo que las centrales son que, este partido fue creado para explotar todos los aspectos de la revolución mexicana de 1910 y su diseño fue hecho para que fuera un partido totalitario. Fue un partido único de Estado. Fuera de este totalitarismo no existía posibilidad de que los ciudadanos pudieran lograr sobresalir o siquiera encajar en el todo.
Tres grandes sectores componían la primera coraza contra toda disidencia: El sector agrario que aglutinaba evidentemente a los campesinos y así quedaba incorporado este sector a las filas del PRI; el sector obrero que es claro aglomeraba a los obreros y quedaba anulada su fuerza por los diferentes sindicatos oficialistas y el sector popular en donde cabía el resto de la sociedad.
El sector campesino y el sector obrero quedaron anulados en cuanto a sus luchas. Estos dos sectores tradicionalmente fuentes de rebelión fueron anulados al quedar incrustados en el PRI y con esto se garantizaba la estabilidad del régimen político. Y, mientras las condiciones no variaran el régimen no tenía que temer pues era cerrado a las críticas internas y externas. Los medios de comunicación eran controlados y difícilmente los pueblos tenían la interacción a través de las redes sociales por una simple razón, no existían. Los gobiernos extranjeros no osaban criticarse entre sí, callaban.
El desarrollo de la vida en el espaciotemporal trajo consigo nuevas condiciones y el Estado mexicano ya no pudo quedar exento de esos cambios. La mundialización del comercio y la globalización de las relaciones humanas trajeron consigo el resquebrajamiento del régimen político mexicano. El presidente perdió tres puntales que le hacían todopoderoso: La rectoría de la economía, el ser el líder del partido único de Estado en el poder y el control de la política. Lo primero, lo perdió cuando terminó de privatizar lo público; lo segundo, se le fue de las manos al perder su partido la hegemonía y lo tercero con el surgimiento de diversos partidos que le disputaron el poder político hasta lograr su cometido.
La mundialización de la economía creo nuevas relaciones en este contexto y la globalización puso en contacto a las personas de extremo a extremo del planeta a través de las redes sociales. En este contexto, la suerte del régimen político mexicano estaba echada. Lo que no acaban de entender los políticos tradicionales es que una época cuando se termina se termina y no hay forma de volver a resucitarlo. Todas las fuerzas que antaño lo hacían invulnerable ya no existen y las fuerzas desatadas trabajan sin descanso para crear un nuevo régimen se quiera o no. Incluso los mismos militantes del partido único de Estado van perdiendo la fe y se vuelven activos adversarios. A toda protesta o señalamiento de los priistas le sigue una lucha encarnizada y sin cuartel de los nuevos creyentes que como aplanadora avasallan a los nostálgicos políticos otrora todopoderoso. No hay remedio.
Únicamente queda ver si esta llamada Cuarta Transformación, cumple con los requisitos para no ser una mera alternancia. No hay mucho camino recorrido pero el palmo de camino y un análisis de todos los elementos narrados nos da como resultado que, si es un verdadero cambio de época. No digo que sea para bien o para mal eso si no se puede decir todavía estamos en el crepúsculo y todo en las sombras, hace falta luz que será dada con el paso del tiempo.
Por lo pronto, se puede decir que, así como terminó la Edad Media y con ella se fue la monarquía como forma central de gobierno, así como se terminó el poder político de España sobre México, así como se terminó la dictadura personal de Porfirio Díaz, así se ha terminado el régimen político del partido único de Estado. Si esto fuera un tema jurídico se diría que el juicio quedó sin materia. En política el régimen político priista se quedó sin sentido; el PRI tenía sentido pues su misión era mantener todo el poder político y mantener al régimen en vigencia y como partido no perder el poder a como diera lugar. La falta de democracia era fundamental para la vigencia del priismo, con la alternancia panista se dio un empujón más hacia el desastre. Se había perdió la fe hacia el régimen, sobre el presidente y sobre el partido. La gente necesita creer, en ello le va la vida.
Se dice que no hay fecha que no se cumpla ni plazo que no se llegue y esto llegó el uno de julio de dos mil dieciocho. El partido en el gobierno perdió de manera catastrófica y se extendió el acta de defunción del Presidencialismo, del régimen y del PRI como partido hegemónico lo acepten o no. Ahora bien, ¿Cómo va superar este desastre el PRI sin la fe de sus militantes, sin el dinero público, sin los fraudes y con las fuerzas desatadas en su contra?. Imposible.
Los priistas pueden incluso, tener la razón en algunos señalamientos, para la mayoría del pueblo estos están malditos y harán de oídos sordos. Pueden dar patadas de ahogados pero no revivir. Su final será dramático y quedaran como un mal sueño. Quizá pueda ser que incluso se les pueda despedir de manera poética.
Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar aquellas que aprendieron nuestros nombres...ésas... ¡no volverán!.
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