jueves, 28 de marzo de 2019

LA CUARTA TRANSFORMACIÓN COMO DEBER SER



Se habla a diario sobre la Cuarta Transformación, pero es seguro que no se sepa lo que esta sea, pues no es concreción del ser sino un deber ser que ira dando paso a una construcción de la realidad política entre otros rubros. Y, esto no puede ser de otra manera. Asegurar lo contrario es falsear la realidad. Ni siquiera existe como un todo metodológico y bien estructurado. Tampoco puede ser conceptual o ideal; esto seria un error al querer que la realidad cambiante y dinámica se ajuste a los conceptos por naturaleza inmóviles.

Esta Cuarta Transformación ha tomado por sorpresa a propios y extraños en virtud de que, ninguno de los actores políticos d primera línea esperaban que el pueblo mexicano se volcara como se volcó en las urnas por un cambio total de régimen. Las tres anteriores Transformaciones tampoco tuvieron un plan preconcebido que fuera la guía de cada movimiento triunfador. Esto ha sido el talón de Aquiles de la política mexicana. Todo se va haciendo de acuerdo a los hechos inmediatos y sin mucha pericia. Es evidente que una buena parte de los servidores públicos de los tres órganos no están capacitados para ejercer sus facultades en uno de los tres órganos del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

En los órganos Ejecutivo y Legislativo esta lo más bisoño en el grueso del Gabinete y en las dos cámaras, la de senadores y diputados que se repite en los estados que gobierna actualmente el partido vencedor. Es imperioso que corrijan este defecto pues el poder como sea que se quiera desgasta, pero aun mas cuando gobiernan funcionarios inexpertos. Y, esto pasa en el actual gobierno en sus tres niveles de gobierno. Ahora bien, no se deben elevar ayes de dolor ni decepción ni de algarabía. La realidad es como es y no da concesiones gratuitas.

Ahora bien, esta Cuarta Transformación debe tener dos facetas, una destructiva que arrase con todo lo caduco sin ir a la médula, es decir, a los órganos fundamentales que lo hacen funcionar. La otra cara debe ser la de construcción. No puede existir la una sin la otra so pena de que todo quede mal construido se sea un canto pasajero.

El Estado como es sabido es sinónimo de Derecho, tal y como lo concibe acertadamente Hans Kelsen. En virtud de esto se evitan ambigüedades como el tan traído y llevado “Estado de Derecho”, pleonasmo innecesario. Es evidente que, el cambio de régimen debe ser principalmente en el ámbito legal a través de la desaparición de todo lo inservible y la creación de nuevas instituciones, dependencia y fideicomisos que tengan como sello distintivo ser democráticos. Si el anterior régimen era pura simulación se impone el deber ser que transite hacia una practica lo mas cercana a lo ideal. Así pues, no se trata de hacer tabla rasa y crear desde cero, eso es imposible.

De común se cree que, el ingreso de políticos antagonistas al nuevo gobierno es darle al traste a esta Transformación; es cierto que la mayoría va sin ideas claras de lo que hace falta para consolidar el nuevo régimen y que van acicateados por la ambición económica y no pocos son fracasados en la iniciativa privada y huyen hacia la seguridad del presupuesto; con todo, esa es una realidad desde hace mucho tiempo, tanto como ha existido la política. El reto es sujetar todos esos apetitos a una nueva ética pública. Que es difícil de imponer, pero no imposible.

No se deben de fijar en las apariencias sino en los resultados concretos. Esta transformación se ha venido gestando desde hace mucho tiempo, pero es suficiente que la fijemos a partir de la unión de las distintas fuerzas que se denominaron de izquierda junto con movimientos democráticos que dieron como resultado la postulación del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas como candidato a la presidencia de la república, en el año de 1988. El viejo régimen tenia el monopolio de las instituciones electorales y toda una estructura que impidió el triunfo del Ingeniero Cárdenas. Lo mismo pasaría en la siguiente elección de 1994, cuando el Partido Acción Nacional, en definitiva, renuncio a la democracia pactando con el Partido Revolucionario Institucional, un nuevo fraude.

Las siguientes elecciones presidenciales, de 2000, 2006 y 2012 seguirían los mismos lineamientos de las anteriores. Pero a pesar de esto, en el exterior se gestaban cambios radicales como la globalización de los pueblos y la mundialización de la economía. Y, es precisamente con la privatización de lo publico como el régimen va perdiendo su hegemonía, pierde la rectoría de la economía y el poder político se diversifica.

No menos importante es la psicología general del pueblo de México que gradualmente fue cambiando; de una franca lealtad al régimen priista (Los panistas en buena medida lo adoptaron por coincidencia), a una gradual y franca oposición al mismo, hasta que no se resquebrajo totalmente en el 2018, para nunca levantarse.

Esta Cuarta Transformación se puede explicar objetivamente en su devenir hasta el presente y es posible predecir su rumbo en el futuro. Se puede ver cada periodo que la componen, sus elementos no solo propios sino en los ajenos que tuvieron repercusión en ella como lo son la corrupción, la impunidad, la falta de legalidad y de legitimidad tanto en la vida ordinaria como en las elecciones a través de los fraudes electorales. Es posible hacer una disección y ver el esqueleto, el sistema nervioso, las venas y los órganos en sus distintas etapas y hacer un análisis real y objetivo de su naturaleza y de su desarrollo.

Por lo pronto, se puede llegar a la conclusión de que el viejo régimen esta acabado y que el nuevo avanza balbuceante. Sin embargo, el actual tiene futuro, el anterior, no. No es posible imponer un régimen caduco y contrahecho a la nueva realidad como a ninguno se le ocurriría volverse a vestir con la ropa de hace veinte años. El futuro no es tan incierto como se cree, pero tampoco ofrece el edén sino trabajo sin descanso. Es cierta la observación que dice que, “El viejo Partido Revolucionario Institucional gobierna y el nuevo Partido Revolucionario Institucional (sus integrantes, claro), están siendo procesados y en el total descrédito”. Ya lo dijo Antonio Machado: “Caminante no hay camino…”.

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