Han
pasado las elecciones y resuelto todos los recursos legales planteados. Aquí es
donde entra el filósofo pues únicamente le es lícito realizar su trabajo después
de que todo ha pasado. Tal y como la lechuza de Minerva despliega sus alas y levanta
el vuelo ya entrada la tarde, cuando todo ha pasado. Y estamos en nuestro crepúsculo
y depende de nosotros de tomar consciencia de lo pasado o seguir con el
cotilleo sin sentido; con los juicios apasionados exentos de razón. Y, aquí es
donde el verdadero filósofo, brillante, mediano o mediocre se separa de las
opiniones vulgares y trata de encontrar la verdad. Sigue su propia senda sin
importar el aplauso o la desaprobación en todos sus grados. No tiene derecho a
la pasión arrebatada sino a su propia pasión filosófica. Y, bien, en todo
momento seguiré este camino sin importar las consecuencias políticas, de
amistad o materiales; pues eso sería tanto como traicionar mi propia naturaleza
y, eso sería el fracaso total de mí ser.
Con
la llegada de Luis Miguel Gerónimo Barbosa como candidato de Morena a la
gubernatura del estado de Puebla, traía toda su reputación basada en una
realidad incontrovertible, su corrupción, la traición y su ambición desmedida.
Las bases de Morena no supieron qué hacer ante su designación y pronto se ganó
la aceptación, no sin reticencias, de la mayoría. Además de que no había tiempo
de diálogos, consultas o propuestas diversas. La falta de estructura obligó a
decantarse en su favor. No fueron pocos los que se le unieron con tal de
alcanzar una candidatura. Con esto la suerte estaba echada.
La
selección de candidatos se hizo de manera oculta y nunca se supo cómo se llevó
a cabo y preguntar se volvió un pecado, sancionado con el ostracismo, con la frialdad,
la anulación y el olvido. Se trataba pues de hacer un grupo político que fuera hegemónico
y tomara el control del partido sin obstáculos o disensos y todos aquellos que
se opusieran serían relegados. Esto puede parecer un exceso pero no lo es pues
los políticos que llegaron de otros partidos ya estaban curtidos en la política,
es decir, la toma del poder y su mantenimiento. Hoy tienen el poder político en
diversos puestos públicos.
Durante
el proceso de campaña se privilegiaron las alianzas de grupo que el partido en
su conjunto y pronto se vio que lo que tanto se temía: las tribus perredistas,
estas habían llegado a Morena. Parecía que estos se iba a descontrolar del todo pero la ambición por los puestos puso
a los diversos grupos a conciliar, a pesar de lo antidemocrático del proceso. Electos
los candidatos ya no importaron los críticos, los disidentes e inconformes, la
ola de entusiasmo por Andrés Manuel López Obrador y la decadencia del régimen político priista
apuntaba a que todos iban a ganar.
Las
elecciones se dieron y efectivamente la ola de entusiasmo y decadencia del régimen
político dieron como resultado que inesperadamente para muchos, ganarán si ´prácticamente
haber hecho campaña y los ciudadanos votaron a cuento candidato de Morena se
encontraron sin importar si tuviera o no calidad para ejercer los puestos ´públicos
y, esto no es de sorprender si se atiene a, el desarrollo de los cambios de regímenes
en la historia; estos se dan sin tanta consciencia sino por las pasiones
desbocadas.
Ahora
bien, ¿por qué Barbosa no ganó la gubernatura?. Una primera
respuesta la da el mismo ex candidato y su grupo político: hubo una elección de
Estado y por lo tanto, hubo fraude. Y, esta es la versión pública y en
vigencia. Pero, ¿es esto cierto? o admite una revisión sobre hechos exentos de
pasiones. A mi entender no sólo los factores externos influyeron en el
resultado de la elección sino que también los internos, es decir, los propios.
En
efecto, si bien es cierto que el morenovallismo tenía el control de muchos de los
Comités de Padres de Familias de las escuelas; la alianza de muchos enemigos políticos
de Morena como el mismo doctor Enrique Doger y de amplios sectores de la
sociedad aun simpatizantes de Morena. En la realidad en diversos lugares del
estado de Puebla los ciudadanos votaron dividido. La mala fama de Barbosa con
base en su actuación política de años anteriores no se había olvidado y por más
que se quisiera hacerlos cambiar de opinión no hubo forma.
Otro
factor, lo fue la nula ayuda financiera, se hizo campaña con dinero propio y
sin una verdadera articulación entre la estructura de Barbosa y la del partido.
No hubo forma de fundir ambas estructuras por lo más endebles que llegaron al
antagonismo si bien no total. Los resultados de esta falta de sincronización se
vieron en la gira que realizó el candidato y en que las encuestas que daban los
encargados de lograr convencidos eran magros. ¿Cuántos convencidos llevamos, le
preguntaba Barbosa a los encargados e invariablemente no llegaban al diez por ciento
por ejemplo de 70 mil para ganar un Distrito Electoral Federal, había 2,500 y tengo mis reservas. El nerviosismo
se sentía a flor de piel y no faltaban los exabruptos.
Por
si esto fuera poco, surgió el movimiento “AMLO si, Barbosa no”, que hacía su aparición
en cada lugar donde hacía reuniones el candidato. Esto obligó a Barbosa a dejar
de hacer reuniones y prescindir prácticamente de hacer campaña directamente con
los ciudadanos y optar por los diverso medios de comunicación. Si bien las
encuestas eran parejas en la realidad se estaba gestando una ventaja a favor de
la hoy gobernadora.
La
falta de dinero en la campaña tuvo su correlato contrario en el gasto que hacía
la candidata Martha Erika Alonso. En la capital del estado, se podían ver
brigadas en cada crucero importante con multitud de jóvenes que hacían propaganda
a favor del Partido Acción Nacional. En contraparte, Morena carecía de brigadistas
efectivos de este tipo en la capital. Pero la campaña panista no sólo superó a
la campaña de Barbosa en la capital pues al interior del estado esto se repetía.
Era cosa de ver como en juntas auxiliares se podía encontrar por lo menos una
brigada panista sin ninguna de otros partidos.
A
esto debe sumársele la casi nula cohesión que tuvo la estructura afín a
Barbosa. Se tenía que hacer una larga espera para poder hablar con el candidato
y se salía de su despacho con muchas sonrisas pero con poca certeza de que se
hiciera lo correcto para el partido; y se seguía construyendo su grupo
particular con la exclusión de muchos de los que habían luchado desde el inicio
de Morena y desde antes. Esto provocó disidencias.
Al
frente de la coordinación de campaña estuvo Eric Cotoñeto una persona que
malamente tiene la formación académica secundaria y que, en todo caso se veía y
actuaba de forma timorata y, nunca pudo dar los resultados esperados. Este
error abonará a la derrota.
Otra
persona que estaba en el círculo íntimo lo fue Euberto Robles, quien fue
Secretario de Acuerdos del Juzgado Penal de Tepeaca de Negrete, Puebla y quien
tiene como palmarés haber sido procesado por permitir la libertad de un reo
acusado de homicidio. Fue sorprendente ver toda una gama de personajes no solo
ineptos sino francamente nefastos como para coordinar ya no una campaña política
sino sus propias vidas.
Por
otra parte, Barbosa carecía de la experiencia de hacer campaña. Todos los
puestos que ha ostentado han sido vía plurinominal. Hacer campaña en estas condiciones
concretas, por el contrario, no es un paseo sino una larga batalla contra el
gobierno en turno que a cada paso iba a desplegar todo su poderío con el fin de
anularlo y lo logró en buena medida.
Un
elemento de carencia más, lo fue un grupo de juristas especializados en materia
electoral para enfrentar desde inicio este rubro. Fue inverosímil que Barbosa
le diera la dirección de la defensa del voto a Julián Germán Molina Carrillo,
dueño del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla con la promesa de tener
bajo a su mando a 300 abogados, mismos que él, aportaría. No pasaría un mes
cuando Germán Molina se fuera al Panal como precandidato, dejando el vacío jurídico.
Por
si esto fuera poco, se supo públicamente, vía sus enemigos políticos que
Barbosa carecía de título como abogado. Este rubro por sí mismo es
intrascendente pues hay un diputado federal que se ostenta como filósofo pero
que carece de título, de obras escritas pero que no son fundamentales para
conseguir y ejercer el cargo pues legalmente no es requisito. Sin embargo, los
panistas supieron sacarle jugo a esta carencia y les sumó puntos y le resto los
mismos a Barbosa. El escenario para el desastre concreto estaba dado.
Todo
esto no lo vio o no lo quiso ver Barbosa como no quiere reconocer que se equivocó
y todo lo basa en la árida y simplista explicación maniquea; es decir, el
principio de lo bueno y el principio de lo malo. Los buenos son el, y su grupo político
y los malos todos los demás. Pero esto ínsito es demasiado simplista y falto de
valor, de autocrítica y de responsabilidad. Qué fácil es echar la culpa a los demás
de su derrota y tratar de esconder su falta de pericia política, su ambición desmedida,
su ignorancia del derecho y su avaricia sin medida. Mal se haría en aceptar su explicación.
Eso que se quede para los que no quieren más que las explicaciones simples y llenas
de pasiones.
De
todo esto fui testigo personal junto con otros y no puedo hacer otra cosa que
decir la verdad. Pues si bien le debo lealtad al partido le debo más lealtad a
la verdad. Mi independencia es fundamental en mi vida; eso se lo deje muy claro
a Barbosa, cuando me preguntó que queríamos los que nos sumamos; le conteste
que tres cosas, que no nos diera dinero, puesto ni candidatura. No estábamos allí
para lo material ni la fama ni el honor sino para el trabajo por la democracia.
Hoy ese sigue siendo mi postura.
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