martes, 26 de diciembre de 2017

NAVIDAD TIEMPO DE REFLEXIÓN




25 de diciembre. Amaneció con un silencio sepulcral. Calles desiertas y perros solitarios que deambulan sin rumbo en busca de un pedazo de vida. Por mi parte me siento discontinuo como un perro viejo que ha perdido su estrella polar, su mensajero estelar. No somos diferentes en circunstancias esos hermanos perros y yo, vivimos inopinadamente. El mundo es como es y, por momentos pierde su continuidad ante mis ojos.  El mundo funciona bajo los mandamientos de los poderosos. Trabaja duro, consume más duro, baila come y salta a las órdenes o, a las señales al subconsciente y a eso llámale felicidad o democracia.

¿Cuántas cosas o hechos que consideramos propios lo son realmente?. La democracia es por excelencia la voluntad del pueblo que debe ser ejecutada por una persona, un presidente en nuestro caso, los dos restantes órganos y todo el aparato estatal. Sin embargo, el gasto indiscriminado de miles de millones de pesos en publicidad para engañar al pueblo no puede ser democracia.

Un gobierno republicano supone austeridad en el gasto y el bien común para todos. ¿Cómo se ha logrado beneficiar a unos cuantos y convertir a la república en una maquinaria para producir millones de pobres, aun antes de nacer, sin ninguna verdadera oportunidad poder alcanzar los bienes materiales e intelectuales para poder vivir dignamente?. La respuesta es compleja pero tiene dos vertientes: la corrupción de la clase política que vive con formas de la realeza y la inacción política del pueblo.

¿En qué parte de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, dice que se deba permitir la acumulación ilimitada de bienes y servicios  públicos a favor de únicamente algunos nacionales y extranjeros en detrimento del pueblo?. Pues no está escrito; es decir, no es la voluntad del pueblo que eso se haga y sin embargo, los gobernantes lo hacen con toda impunidad en complicidad con algunos cuantos, los beneficiados del sector privado.

¿En qué parte de la Carta Magna, dice que el presidente, sus Secretarios y miembros de su partido pueden desviar miles de millones de pesos para mantenerse en el poder?, claro, en ninguna parte pero lo hacen contraviniendo todas las leyes jurídicas y toda la ética y moral. No les importa porque desde hace más de ochenta años tejieron una extensa y larga red de corrupción e impunidad a través de todos los medios, complicidad y hegemonía del partido único de Estado, sujetar al pueblo a través de los tres grandes sectores Obrero, Campesino y Popular, fuera de estos no hay participación en lo público y privado, terror pánico contra el pueblo a través del control policiaco, donde la prueba reina era la confesión sacada por cualquier medio, incluyendo los mas brutales; en consecuencia el valor justicia era un fantasma que se aparecía a través del discurso oficial; la lucha a muerte contra los disidentes con la participación del ejercito con la consigna de erradicar a los inconformes o guerrilleros por medio de los métodos propios de las dictaduras y esta era una dictadura.

La retirada del gobierno en turno de la seguridad pública es con el fin de aterrorizar a la población en general y, lograr que paguen por su seguridad propia y hacerles saber que es necesaria la militarización, pues en caso contrario lo que queda es el caos, la anarquía y, el plan de fondo es mantener el control de las elecciones y su represión en caso de descontento.

En resumen, lo  público y lo privado están en las manos del gobierno corrupto en sus tres niveles. Esto ha sido posible  al permitir que un ignorante pero funcional corrupto como Carlos Romero Deschamps controle por treinta años o más el poderoso sindicato petrolero, que una maestra al más puro estilo del también maestro rural Carlos Hank González  dirigiera el sindicato de maestros y este regenteara el Distrito Federal. Otro caso lo es Alejandra Barrales que de azafata pasó a ser una poderosa política y dirigente del Partido de la Revolución Democrática.

Todo esto es viejo. No solucionamos un problema y ya tenemos otro. Los políticos más prominentes, los que deberían dirigir bien el Estado mexicano, van de escándalo en escándalo. Ese perro solitario, abandonado a su suerte y yo, tenemos el mismo mal de origen: la corrupción y la impunidad de los políticos. La diferencia entrambos, es que yo tengo la posibilidad de salvarme por mi mismo si no me aniquilan antes, en cambio el está perdido para siempre. Esto se agrava al visitar los lugares más lejanos y olvidados; ellos tampoco entran en el esquema del nuevo orden a no ser que sean como consumidores y no como ciudadanos.


“Me parece que caemos de nuevo en el planteamiento impersonal, donde todo se perdona, aun los más atroces crímenes y delitos.  Tenemos que movernos en un esquema en donde el valor justicia sea válido. Vamos a funcionar bien cuando la corrupción deje de tener mérito. Cuando alguien piensa “El problema no depende de erradicar la corrupción y llevar ante la justicia a los corruptos”, es que no entiende el problema de fondo. Con seguridad ha de ser un cómplice de los corruptos y el, mismo un corrupto con la misión de encontrar a toda costa la impunidad general.


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