Ser imbécil, con prejuicios de
superioridad, con ideas descabelladas ya no es mal visto. Un imbécil se puede
convertir en el símbolo del hartazgo de los políticos tradicionales y de los
resultados destrozos del neoliberalismo en la economía, incluso de Los Estados
Unidos. El tipo imbécil en el poder político es ya una realidad. Vicente Fox,
Enrique Peña Nieto y ahora Donald Trump son testimonios y pruebas vivientes de
ello.
Ya no se necesita el patriotismo, eso es
obsoleto, se trata de embotar la razón y enardecer los sentimientos y eso lo
hacen bien los imbéciles funcionales. Se necesitan más ya los gerentes que los políticos.
Claro los primeros han fallado estrepitosamente, los segundos lo harán también pero
por el momento tienen el beneficio no de la duda sino de no haberlo hecho.
Si usted conoce un imbécil funcional
puede que este a un paso del éxito. Las grandes trasnacionales no quieren políticos
que piensen sino que se ajusten a sus deseos desregularizadores para privatizar
lo público y necesitan políticos no tradicionales para que funjan como gerentes
generales desde el poder político.
Los grandes pensadores de sistemas políticos
están fuera de tono. Es la hora de los pragmáticos y si son imbéciles sin escrúpulos,
mejor. La orden es: “dejen de pensar, consuman hasta la saciedad, aunque sea el
artículo defectuoso o la comida envenenada”. “Joder a México”, se ha vuelto
desde antes “Joder a la naturaleza, al mundo entero”. Ser imbécil es lo de hoy.
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