jueves, 19 de febrero de 2015

LA CORRUPCIÓN EN MÉXICO: UNA PRÁCTICA INSTITUCIONALIZADA



En México la corrupción ha logrado penetrar a toda la sociedad, en todos los niveles y a todos los órganos e instituciones. El grado de corrupción en todo el Estado mexicano está sobre diagnosticado. Ante este panorama se puede pensar que es, ridículo y hasta una imbecilidad que no se pueda cambiar este régimen corrupto. No obstante, existen factores que impiden pasar a sanear el sistema e imponer la democracia, la justicia, el combate a la corrupción y la rendición de cuentas entre otras muchas cosas más, concomitantes o como derivados de una República democrática.

El régimen político corrupto en México esta sostenido por los propios órganos, Legislativo, Ejecutivo y Judicial así como demás organismos e instituciones de gobierno. La corrupción ya era un enorme problema durante el gobierno del partido único y se creyó que con el surgimiento de otros partidos y el acceso de los mismos al poder se daría un paso hacia la democracia. Resultó que los partidos de oposición al llegar al gobierno ingresaron al sistema de corrupción robusteciéndolo a grados inauditos. La democracia solo fue un espejismo y una esperanza malograda.

Por si esto fuera poco se adoptaron las órdenes de los organismos exteriores y se implantaron las reformas estructurales que no son otra cosa que la privatización de todos los bienes y servicios así como la explotación de todos los recursos naturales, flora y fauna, minería y energía y la concesión (privatización), del territorio mexicano por sobre los titulares de los derechos agrarios, de terrenos privados y todo aquello que sea comercialmente rentable.

Por el momento y al parecer, no se puede detener de sopetón el avance y la hegemonía del Neoliberalismo pero, haberlo impuesto en México bajo las condiciones de corrupción imperantes solo podía tener como consecuencia la profundización de la corrupción y su institucionalización descarada. Se sabe que los presidentes mexicanos han sido corruptos y tiránicos pero el actual ha llegado al grado de serlo públicamente sin tener el mínimo recato o vergüenza. Ahora bien, si el gobierno en sus tres niveles fuera el único corrupto, a pesar de lo grave no sería tan difícil de cambiar, sin embargo, a los gobernantes se le suman los políticos que pretenden llegar al poder. En efecto, los partidos políticos fungen más como plataformas de planeación para acceder a los beneficios privados del sistema corrupto que como entidades políticas en busca y lucha por la democratización del poder. No hay día alguno en que no se sepa de un acto de corrupción por parte del presidente de la República, su gabinete y políticos de todos los partidos.

La cosa se agrava en virtud de estar, gobierno y políticos, apuntalados por la iniciativa privada. Son los empresarios de todos los rubros los que tienen el mayor interés porque se privaticen todos los bienes, servicios y todo lo que se les prometa ganancias. Es bien sabido que, en las obras públicas, adquisiciones, concesiones y todo lo que tenga que ver con el funcionamiento del Estado los gobernantes y políticos al lograr concretar alguna obra tienen como beneficio el cobro del veinte por ciento para su beneficio personal. Se ha hecho público que el presupuesto anual en México es de cuatro billones de pesos, bien, el veinte por ciento, de esta cifra es el tamaño de la corrupción y mucho me temo que hay cifras que no se conocen.

Las grandes trasnacionales mexicanas y extranjeras sostienen este régimen corrupto porque a pesar de saber la gravedad de estos actos ilícitos saben muy bien que salen ganando. Los grandes negocios dejan para estos tres sectores: gobernantes, políticos e iniciativa privada, pingues ganancias nunca antes vistas.

Para que las cosas no pasen a mayores, ya que se ha pasado, de una sociedad cerrada a una sociedad abierta que reclama, se tiene al sistema judicial para darle cariz de legalidad a los actos ilegales de corrupción, teniendo los imputados, a lo más una sanción laxa que se puede no cumplir nunca.

Por el otro lado, se tiene al pueblo ignorante, pobre y pasivo (sin que estos rubros tengan un significado peyorativo). Se mantiene al pueblo ignorante para que no tome consciencia de sus derechos humanos, garantías individuales, derecho al trabajo, a la seguridad pública, a la educación y a todos los rubros que deben estar a la mano del pueblo. Por la pobreza se  hace permanente el sistema político ya que permite a los gobernantes y políticos simular la democracia y la compra de voluntades a precios irrisorios. La pasividad proviene de diversos factores: la incesante necesidad de alimentarse día a día sin lograr satisfacer más allá de dos días lo necesario en alimentación, el pago de colegiaturas, pasajes, vestido, calzado y las demás cosas necesarias de la vida cotidiana, la desesperanza, las leyes, la tradición, la religión, la fuerza del Estado concretizada en la violencia llamada legitima, las cárceles, la represión, las desapariciones forzadas, los asesinatos y el terror pánico.


Los mexicanos que tienen consciencia y que luchan día a día por imponer la democracia aun no llegan al número necesario para cambiar este régimen corrupto por uno que permita el desarrollo de la nación mexicana con todo su potencial. Es por ello, que es imperioso que, más mexicanos tomen consciencia y se unan a la lucha por la transformación de la República, de facto, monárquica, a una República democrática en donde impere la ley y, la desigualdad no tenga y mantenga a los seres humanos en la indignidad. Es tan indigno que unos cuantos tengan bienes materiales exorbitantes como que la mayoría no los tengan. En ambos casos se pierde la humanidad. No se crea que los millonarios son más humanos por la mera tenencia de lo material en abundancia como se cree de común. Eso, no es, más que un prejuicio que los hace nadar entre cosas y todo es mediatizado por lo material al punto de hundirlos en la ceguera más espantosa y vil.


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