La
nación mexicana como ente político debe tomar plena consciencia de su ser y su
devenir no solo histórico sino real y destruir ese pesado absolutismo psicológico
y material que impide su desarrollo. La consciencia de su necesidad condicionante
y no condicionada. La razón suficiente de los políticos es el ente llamado nación
y no al revés. El azar queda proscrito de la política y de la organización
nacional. Esto lleva a la máxima de Píndaro: “Llega a ser lo que eres”. He ahí,
el trabajo del pueblo mexicano desarrollar lo que ya germinalmente es hasta
llegar a ser eso plenamente. Sin embargo, no se pude tomar esto en el sentido rigurosísimo
dado a los imponderables de la vida cosa dinámica que no sigue las reglas físicas
sino metafísicas en su fondo. ¿Cuál es el grado que ha alcanzado la vida del
mexicano en su participación de lo humano?. Esto puede medirse arbitrariamente
con relación a la participación óntica y al reconocimiento óntica por las demás
naciones. Cerrar esta brecha entre las estructuras ónticas y su reconocimiento
es un proceso concomitante al devenir del pueblo mexicano que no debe pre
ocuparlo ni ocuparlo, debido a las diversas ideologías que cierran la
posibilidad de ver la realidad radical. La vida (de la cual participa la nación
mexicana), es un ente independiente y absoluto que no admite parcialidades sino
en el escenario de las ideologías arbitrarias. Ahora bien, no por ello no se
puede aumentar la participación del ente en el ser. A mayor conciencia y acción
mayor ser. El estudio del ente podrá variar las perspectiva del ser en las diversas
categorías ontológicas pero sin tocar las categorías ónticas.
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