Ya
Saint Simón y Karl Marx habían puesto el énfasis en la importancia del trabajo
en la vida del ser humano. En contraposición a la espantosa posición teológica que
mira el trabajo como anatema; los filósofos humanistas han reiterado que el
trabajo como una actividad productiva y creadora es fuente de dignificación del
ser humano.
En
México los gobiernos panistas, priistas y sus leales seguidores han denigrado
el trabajo al grado de volver la mano de obra y el pensamiento productivo una
vulgar mercancía. No se puede esperar que envileciendo lo humano se obtenga lo
mejor del mismo. Claro que antes de degradar el trabajo los gobernantes se
degradan asimismos con tal de tener contentos a sus verdaderos amos: los dueños del capital
privado. Enajenados como están no logran acertar entre las apariencia y la
realidad tomando de manera arbitraria una por otra.
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