La
gente, aun la que es considerada o se considera consciente, por lo general no
tiene idea de estar persiguiendo pautas y fines ajenos. Póngase de ejemplo en
las mujeres la idea obsesiva por tener zapatos, ropa y bolsos; en los hombres,
tener relojes, trajes y lentes y en ambos géneros el uso de los diversos dispositivos
de comunicación. La libertad autentica ha sido cubierta por autoridades
externas e internas que no percibimos. Las grandes empresas y los gobiernos
juegan con nuestros cerebros para aceptar la sumisión al punto del menor
peligro de verdadera revolución. Hoy, parecen haber desaparecido los
revolucionarios y solo quedan los recipientes vacíos: los inconformes.
Pensar
la libertad es mucho más complejo y profundo de lo que hasta la gente que se
piensa son los más conscientes son los más sumisos: los profesionistas. Es tan
agradable alcanzar un título que de común se ignora o por lo menos se tolera la
realidad cruda de estar la gran mayoría de los mismos bajo la espada de
Damocles, de constante en la cuerda floja, al borde del abismo del mar de las
clases que se consideran bajas.
Los
gobernantes están tan ocupados saqueando los bienes públicos así como el erario
que no tienen mucho tiempo para ser tan profundos y complicados para mantener al
pueblo sumiso. Tienen la política, el Estado de Derecho y la Ley del Garrote. Por
su parte las grandes empresas invierten mucho más en el engaño de nuestros
cerebros a través de la mercadotecnia que los métodos siquiera bruscos. Si se tuviera consciencia del papel preponderante que juegan los colores, las apariencias y las realidades sin contenido la gente quizás llegaría al suicidio.
Antaño
pensar la libertad era complicado, hoy casi es una utopía peligrosa e incierta
para el 99%. Es una tarea que va mas allá de la vida de los seres humanos; tan corta y tan llena de entretenimiento que en la mayoría de las ocasiones nunca se pone a pensar ¿que es la libertad?. Se les ha mutilado, estropeado a los seres humanos el instrumento que debería captar la realidad objetiva. La realidad, subjetiva, la virtual, la implantada o la auto implantada es superior al punto de no saber en que punto de este vasto cielo esta la estrella que nos indica el norte.
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