La
clase política y los funcionarios públicos se comportan pública y de forma
privada como si fueran de castas divinas. Sus excesos, su desprecio hacia el pueblo, sus
crímenes y toda clase de corruptelas parece que no van en perjuicio de la nación
mexicana y de la humanidad en general. No hay día en que los mexicanos no nos
enteremos de una lista de corruptelas, delitos y excesos cometidos por políticos
y funcionarios públicos.
A
Lorenzo Córdova Vianello, le ha quedado grande el puesto de Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral y por si esto fuera poco, sus comentarios en
contra de un líder descendiente directo de los pueblos prehispánicos ha
mostrado claramente la falsedad con que actúa. Esto es grave dada su posición ni
más ni menos de Presidente Consejero del Instituto Nacional Electoral, mismo que se encarga o mejor
dicho, debería encargarse de vigilar que los políticos no cometan excesos,
delitos y corruptelas en la persecución del poder público. Esto se agrava aún más,
en virtud, de ignorar, Lorenzo Córdova, el respeto que le debe a los mexicanos
de cualquier rango social y en especial, a aquellos que no han tenido la
oportunidad o gracia de pasar por estudios académicos o de heredar el nombre y posición
de la que él, goza. Ignora que son precisamente los mexicanos con menores
estudios o de plano sin ellos, los que sostienen la carga impositiva del
gobierno y de la cual goza un sueldo que no desquita ni de lejos. Su
comportamiento es deleznable, pueril sin que ello sea obstáculo para mostrar su
desprecio a los que considera de poca garantía humana y fuente de sus burlas.
Un
señorito remilgado (De los cuales abundan en el poder), como Lorenzo Córdova,
no tiene la mínima calidad humana y académica para tratar de guiar el Instituto
que mal encabeza y, espantado de sus propia maldad y tontería congénita, sale a
dar unas explicaciones y disculpas que ninguno le pidió y más que ello, fue una
confesión maquillada de cobardía y villanía, al tratar de desviar las criticas
bien ganadas hacia su personal, argumentando que la llamada fue intervenida
ilegalmente. Ese no es el punto a tratar. El meollo del asunto es, que públicamente
se comporta falsamente ante la ciudadanía y de manera privada expresa su más
hondo sentir en toda una gama de pueriles pero venenosas declaraciones sobre
los mexicanos inconformes con la mala actuación de la clase política y de los
funcionarios públicos.
Si
Lorenzo Córdova fuera lo que dice ser, inmediatamente debió de presentar su
renuncia inmediata con carácter de irrevocable y así, por lo menos una vez en su vida actuar dignamente. Sin embargo, ha salido al teatro televisivo y de los medios de comunicación a salvar el
puesto que, obtuvo gracias al nombre de su padre y al servilismo ante los políticos
en el poder. Falsamente espantado y torpemente arrepentido, menciona que, ha interpuesto
una denuncia ante la Procuraduría General de la República, contra quien resulte
responsable de intervenir sus conversaciones privadas. Ahora bien, esa conversación
puede ser ilegal pero nos muestra la realidad del sentir de los políticos y
funcionarios públicos para con el pueblo llano. Si la conversación fue hecha
mientras estaba en funciones públicas y a través de teléfonos públicos con otro
funcionario público, a saber, el Secretario del mismo instituto Edmundo Jacobo
Molina, dichas platicas no pueden ser privadas; es de interés general saber y
conocer a fondo a los funcionarios públicos que viven del erario, es decir, de
dinero público.
Por
si la torpeza de Lorenzo Córdova fuera poca, la aumenta y la llena de cobardía,
al más puro estilo político de oropel al señalar que, se trata de desprestigiar
al Instituto Nacional electoral desde afuera; no, al instituto lo dañan y han
podrido desde adentro. Se sospechaba de antes de los consejeros que integran
dicho instituto pero, ahora sabemos con certeza su naturaleza y sus psicología torcida
de la realidad. Son los propios consejeros los que dañan permanentemente al
instituto encargado de vigilar la legalidad de las elecciones nacionales; y en
especial, daña profundamente a dicho instituto, el Consejero presidente Lorenzo
Córdova con su vileza y afectada actuación para con sus responsabilidades públicas.
Lorenzo Córdova, debería irse por su propia
voluntad y por un rasgo de valor pero, no lo hará, ¿dónde lograría tan pingue
salario y un trato bien fuera del instituto?. El pueblo en general debería pedir
y forzar su salida para recuperar la dignidad, la legitimidad y la legalidad
del instituto. La permanencia del consejero presidente solo abonará a que el
sistema corrupto se mantenga con la misma fortaleza en detrimento de los
mexicanos. No es con explicaciones y disculpas como se logrará imponer, por lo
menos la legalidad, sino con la renuncia voluntaria o forzada de funcionarios públicos
pillos y cobardes.