Una
religión que considere que las madres, hermanas, esposas, hijas, amigas y en
general todas las mujeres son el origen y portadoras del pecado original no
puede menos que ser una religión para imbéciles y por ello mismo, tiene que ser
repudiada con toda energía. El tema del pecado original es tan monstruoso porque
enseña a odiar lo más sagrado: la madre y hace extensivo a todo el género
femenino tal monstruosidad bajo la pusilánime ilusión del amor y una salvación prometida
sin ningún fundamento.
No
se puede sentir más que aversión a toda religión que atente contra la salud en
todos sus aspectos y, la pretendida caída del ser humano de la mano divina no
es otra cosa que el anzuelo y bozal para los ingenuos, los débiles e
ignorantes. Contra ello, no se puede más que imponer la fuerza y salud hasta
sus límites con todas sus consecuencias.
No
existe honradez en la teología; entre esta y la vida solo se extiende un enorme
mal entendido y una inmensidad por conquistar en aras de la segunda.
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