LUCHA DE CLASES EN
MÉXICO
La
lucha de clases se ha dado desde tiempos muy antiguos. Es sabido que, en Grecia
y Roma, por tomar dos ejemplos más conocidos, existían clases sociales. Para no
extendernos pondremos a la nobleza, por una parte y que gobernaba; por la otra,
el pueblo y la plebe que eran gobernados. De estas circunstancias surgían
inevitablemente tensiones inevitables con sus consecuencias revolucionarias.
Esto lo sabemos gracias a los estudios que, realizó Fustel de Coulanges,
intelectual francés sobre el culto, el derecho y las instituciones de Grecia y
Roma, en su obra: “La ciudad antigua”. Lo que hace Carlos Marx es el inevitable
descubrimiento de esta lucha de clases surgida de tales tensiones sociales.
México
no esta exento de esta lucha de clases desde su independencia para no
extraviarnos en este pequeño análisis. Esta lucha de clases ha estado presente
durante toda la historia de México y ha sido librada por conservadores y
liberales principalmente. En cada una de las llamadas “Transformaciones”. Los
conservadores siempre han querido gobiernos monárquicos y los liberales
gobiernos republicanos. Los primeros anhelan gobernar sin que el pueblo opine
pues tienen la convicción de que el pueblo no está preparado para intervenir en
asuntos políticos; los segundo sostienen ser la cosa publica de todos y por
ende, todos tener el derecho de participar en lo público. Son dos formas de
gobierno encontradas e irreconciliables.
En
México, estas dos formas de ver la vida y la política se han vuelto a
confrontar en las elecciones del uno de junio de dos mil dieciocho y la pugna
no ha parado; por el contrario, se ha recrudecido. Sin embargo, hay que tratar
de investigar las causas para entender los hechos actuales, es decir, los
efectos. No es de menor interés buscar la verdad pus esta nos llevará a escoger
el derrotero que debe tomar el Estado mexicano. Bien.
Partamos
de la década de mil novecientos ochenta pues a partir de esta década es en que
se van a empezar a privatizar las empresas públicas. Esto fue posible debido al
cambio de paradigma en la política mexicana. Se terminaba así el Estado de
bienestar siempre ineficiente y se pasaba al Estado debilitado a grados nunca
vistos. Todo esto fue posible por la economía de libre mercado.
Durante
toda la historia el dinero, la economía ha estado presente y ha regido la vida
de los seres humanos, pero nunca como ahora. El libre mercado, es decir, la
economía se ha puesto por encima de la política, de la religión, de la familia,
de las tradiciones y de los intereses naturales de la humanidad y a logrado la
sobreexplotación de todo aquello que le deje ganancias y, en ese tren vamos
nosotros. Nuestra vida esta determinada por la economía. Ya no hay tiempo para
los hijos por las largas jornadas de trabajo; nos sentimos felices por estar
esclavizados de formas que no nos damos cuenta. Pero ¿Cómo es que llegamos a
esto?.
Durante
décadas el Estado mexicano estuvo dominado por un solo partido el Partido
Revolucionario Institucional (PRI) y durante sus mejores momentos tuvo el
control, la rectoría de la economía, pero a partir de mil novecientos ochenta y
cuatro se inició la preponderancia de las grandes trasnacionales nacionales y
extranjeras sobre el Estado mexicano. Este hecho no solo paso o pasa en México
sino en todo Latinoamérica.
Las
revoluciones armadas, de manera general, se han terminado desde el siglo pasado
como forma de toma de poder; sin embargo, esto no significa que no haya cambios
profundos dentro de los Estados nacionales y aun en regiones enteras. Y en
todos los Estados nacionales de Latinoamérica está presente la lucha de clases
como uno de sus rasgos distintivos con sus propias características.
En
México, durante el viejo régimen el PRI controlaba a casi toda la población a
través de los tres sectores: campesino, obrero, popular. Gobernaba los tres
niveles de gobierno de manera total hasta que se inició su declive con la
privatización de las empresas estatales. La decadencia del Estado mexicano por
medio de las privatizaciones está ligada a la decadencia del partido único de
Estado: el PRI. La economía destruyó los pilares del régimen priista: perdió la
rectoría de la economía, perdió buena parte del poder político al surgir
diversos partidos, ya no pudo controlar a los medios de comunicación con el
surgimiento de las redes sociales y, por último, liberó a los ciudadanos del
totalitarismo estatal. Estaban dadas las condiciones para el cambio de régimen
y de toda una época.
De
mil novecientos ochenta y cuatro al año dos mil dieciocho, pasaron treinta y
cuatro años en los cuales se gestaron todas las condiciones para que el régimen
priista recibiera el golpe mas demoledor en toda su historia; punto de partida
para su extinción. Un Estado totalitarista era el campo adecuado para que, un
partido único de Estado pudiera dominar a placer. Sin embargo, los gobernantes,
políticos, analistas e intelectuales ni siquiera sospecharon que los efectos de
los cambios ya narrados en el párrafo anterior fueran tan profundos. El cambio
no llegó fundamentalmente vía legal sino por la vía moral. Los votantes no solo
repudiaron la corrupción siempre mal vista sino todo el viejo régimen ya sin sus
pilares, carecía de atractivo.
La
caída del Neoliberalismo de élites, familiares y amigos fue inminente. El
espanto, el estupor y el desconcierto no dejó pensar bien a los hasta entonces líderes
de los partidos gobernantes: el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido
Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y
reaccionaron con una forma de hacer política: el enfrentamiento con el gobierno
actual a través de noticias falsas, de visiones torcidas de la realidad, de
interpretaciones parciales y toda una gama de argumentos descabellados. No han
podido recuperar la cordura y en este estado de precariedad defienden a los
conservadores, católicos y simpatizantes.
Por
su parte el gobierno actual y el partido Movimiento de Regeneración Nacional se
ufanan de ser los salvadores del pueblo. No hay tal. Si el pueblo no estuviera de
parte de este gobierno mas que de MORENA, este partido no tendría oportunidad
de mantenerse en el poder público. En realidad, tras bambalinas esta la lucha
de clases. Conservadores contra liberales, pero es el pueblo quien esta
activamente demoliendo al viejo sistema político.
La
injusticia de gozar los bienes y servicios públicos por parte de unas pocas
familias de élite tuvo sus efectos y por todo lo narrado se recrudeció la lucha
de clases. No es Andrés Manuel López Obrador quien inició esa lucha ni está en
sus manos detenerla. La lucha de clases existe desde el inicio de las familias y
las ciudades antiguas. Lo que sucedía es que, el sistema político priista
evitaba de todas las formas posibles esa lucha de clases manteniendo el control
social. Tan luego el régimen totalitarista se rompió no hubo y no hay forma de
enmascarar las contradicciones sociales y sus efectos: la lucha de clases. Se
da una paradoja. Mientras más señalan los defectos supuestos o reales del
actual gobierno mas se incrementa el apoyo al mismo. Los conservadores no se
han dado cuenta de estar luchando contra el pueblo, al que tanto injuriaron. Quieren
torpemente ganarse su voluntad con propuestas huecas, con mentiras, con
insultos al gobierno que el pueblo siente suyo.
En
suma, los efectos de la economía de libre mercado fueron destruir el control
que tenía el partido único de Estado que, gobernó durante décadas, haciendo
posible que la lucha existente entre las clases que, estaba controlada, se salió
por todos lados de control y desbordó al poder político, social y religioso tradicionales.
El resultado, fue la destrucción de las bases del sistema totalitario y se inició
una nueva época en donde el pueblo sometido impuso el rumbo del nuevo régimen. Otro
de los efectos lo es, la confrontación entre los conservadores, hasta hace poco
gobernantes (ahora oposición) y el pueblo liberal. De esta lucha de clases saldrá
el nuevo régimen del Estado mexicano. El resultado esta a la vista.
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