lunes, 23 de agosto de 2021

EL SER DEL MEXICANO A LOS OJOS DE OCTAVIO PAZ, UN TERRIBLE ERROR

 

EL SER DEL MEXICANO A LOS OJOS DE OCTAVIO PAZ, UN TERRIBLE ERROR

 

Muchos pensadores han tratado de capturar, definir el ser del mexicano; sin embargo, es una tarea de Titanes. La pluricultural constitutiva del pueblo mexicano no permite abarcar en una definición el ser del mexicano. Hay que señalar que, hacen falta verdaderos pensadores que aborden este problema; es decir, filósofos y profesionales afines. Si alguien ha forjado una visión errónea del ser del mexicano ha sido Octavio Paz en su obra “El laberinto de la soledad”, en donde sostiene que el mexicano es ““El mexicano no trasciende su soledad. Al contrario, se encierra en ella… No soportamos la presencia de nuestros compañeros”, es decir el mexicano es individualista, cerrado y que no soporta la otredad. Una falsedad y mucho me temo que, eso se debe a su visión elitista, alejado de la realidad. Basta con ir a las calles, a los mercados, a las Centrales de Abasto para constatar todo lo contrario. Los mexicanos somos una diversidad en la forma de ser. No es lo mismo ser del norte que del sur, o de la costa que del centro del territorio; hay tantas formas de ser, pero también coincidencias como la solidaridad, la amabilidad, el respeto, el trabajo y la franqueza. En definitiva, Paz no conoció al pueblo mexicano en su diversidad, creo un estereotipo.

 

Octavio Paz con toda su genialidad que, le permitió obtener el Nobel de literatura, no pudo ver a la diversidad de los mexicanos. No fue un filósofo en esa área sino un escritor, un creador de personajes ficticios; no estaba capacitado para ver todas las partes que componen al pueblo mexicano. Sin más, Paz vio a los mexicanos del centro de México e ignoró a la mayor parte de los otros mexicanos. Con toda su grandeza, no se le puede permitir a Paz definir a los mexicanos porque estuvo hecho para la literatura no para conocer a toda la diversidad de formas de ser de los mexicanos. Zapatero a tus zapatos.  

 

El México que conoció Paz, fue el México controlado por el partido único de Estado, el Partido Revolucionario Institucional. Y la pregunta que salta inmediatamente es ¿Cómo era ese México?. Pues bien, era un Estado totalitario en donde el partido oficial controlaba al pueblo mexicano. Se hacia de la siguiente manera. Hania tres sectores. El obrero, el campesino y el popular, eso nos da idea del atraso social, cultural, económico y político. Tres grandes sectores en donde agrupar al grueso del pueblo magramente. Bien, a los campesinos se les afiliaba al PRI con esa calidad de campesino, a los obreros al sector obrero y a los que no caían en estos dos grandes pilares del totalitarismo se les afiliaba al sector popular. Controlados estos tres grandes sectores se les daban reconocimientos y apoyos. Se puede decir que el PRI controlada casi por completo al pueblo mexicano, pocas disidencias.

 

Hablar mal del gobierno representaba una blasfemia, luchar contra las injusticias se decantaba en delitos que, muchos líderes, escritores, estudiantes y políticos padecieron en la cárcel en carne propia. Ahí están los testimonios y la historia para quien quiera constatarlo. A esto Mario Vargas Llosa lo llamó: “La dictadura perfecta”, cuando era necesario se daba la apariencia de democracia, de legalidad, legitimidad, de justicia y todo lo que fuera necesario. Las votaciones pasaron a ser una mera puesta en escena pues se sabia quien o quienes iban a ganar con “Carro completo” a toda costa, por las buenas o las malas. De perdió el sentido de la democracia y de las votaciones.

 

El México que conoció Paz, efectivamente era un pueblo callado, desconfiado y que no soportaba a los demás con sus reservas todo esto pues el pueblo era callado y desconfiado porque las denuncias contra quien se atrevía ha estar en contra del gobierno podían crearle problemas o delitos que eran castigados con todo rigor. La lealtad debía ser rígida, sin cambios apenas. En este contexto Paz no podía mas que describir a la distancia lo que le parecía el ser del mexicano ignorando la diversidad de formas de ser de los mexicanos. Creyó erróneamente que existía una sola forma de ser del mexicano. La ceguera fue casi total. Extraordinario para la literatura, miope para la antropología filosofía pues no estuvo capacitado para esta tarea, estudiar al ser humano y en concreto al mexicano en toda su diversidad.

 

Octavio Paz, es evidente que no vio la dimensión del problema y a la vez utilizó una herramienta errónea para analizar el objeto de estudio, la literatura cuando debió usar la filosofía y la antropología filosófica para el estudio de los eres humanos y en especial de los mexicanos. Hasta ahora, los seres humanos no han podido ser determinados para siempre pues los seres humanos somos cambiantes. Esto no lo tomó en cuenta Paz, creyó que la sociedad seria estática, sin cambios para siempre. Buscaba en los cielos, en los estallidos de los cuetes lo que tenia de frente, a la mano, pero no tenia manos sino muñones. Si viviera le resultaría raro ver a este pueblo mexicano alegre, libre, solidario en toda su diversidad. Seria un mundo raro y se vería obligado a cambiar su postura o dejar el estudio de los seres humanos para hundirse en la literatura.

 

A Octavio Paz lo debemos tener como un tesoro literario mas no como un filosofo y por ello, no se le debe dejar la importante tarea de definir lo huidizo de lo que es el mexicano en todas sus facetas. Tantas glorias nos dio con sus logros que, no es posible pensar la historia de México sin él, pero en el sagrado lugar que le corresponde. Es tiempo de que, el pueblo mexicano florezca de manera natural con las presiones de la vida, pero sin ataduras artificiales que no le van en su desarrollo continuo. Los remanentes del viejo régimen claman a gritos por el regreso del totalitarismo en donde un partido o las élites gobiernan a placer imponiendo la “Democracia Representativa” mientras el pueblo mas avanzado ha decidido iniciar una Cuarta Navegación con ánimos renovados. Los vientos de la democracia hinchan las velas llamadas “Democracia Directa”. El auténtico soberano mira a la lejanía con una sonrisa abierta y un vigor creciente.


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