domingo, 20 de marzo de 2016

LA PUEBLA DE MORENO VALLE



Puebla es una ciudad con dos aspectos fundamentales en sus construcciones, su imagen y su vida. Por un lado, se tiene una ciudad construida para los ricos y para los turistas; por el otro, una ciudad con cinturones de miseria, llena de baches, llena de desempleados o con empleos mal pagados. Este último aspecto es el que, el gobernador en turno Rafael Moreno Valle quiere ocultar. 

Al más puro estilo de los faraones y de Cayo Julio Cesar Augusto dice a través de toda la maquinaria publicitaria a su servicio: “Mirad, encontré una Roma en ladrillo y, os la dejo en mármol”. Moreno Valle y el partido Acción Nacional, han puesto la obra pública como ariete para sus campañas políticas, esto sin contar con la consabida corrupción que es alrededor del veinte por ciento del costo total de la obra y que va a parar a los bolsillos de los gobernantes.

Con la campaña infame: ¿Te acuerdas de la Puebla de hace 5 años?, en donde se trata de hacer un contraste entre el gobierno de Mario Marin y el de Moreno Valle, se nos dice que estamos en Morenolandia, un lugar de maravilla en donde la vida es pura vida. Claro esto es una vil mentira. El aspecto de una ciudad impoluta, llena de bienes y servicios turísticos, llana de cultura es solo oropel.

Hay una Puebla que está abandonada a su suerte y la misma es siniestra. Una Puebla donde la gente lucha día a día para sobrevivir. Sin servicios, sin oportunidades, sin esperanzas y donde la delincuencia campea a sus anchas. Ciertamente, la Puebla que promueve Moreno Valle es solo de Puebla, el resto del Estado es un verdadero desastre. Miseria por todos lados en la realidad y una ciudad de Puebla resplandeciente en la realidad virtual.

Pongo a Moreno Valle como un gobernante peor que Mario Marín, sin que esto sea una justificación para este último. A los gobernantes no les importan sus gobernados sino solo el poder por el poder. Con la Puebla de Moreno Valle y del panismo, se ha logrado empeñar por varios sexenios a los poblanos. Las obras faraónicas no son gratis y, no las pagan los gobernantes sino el pueblo.

Si verdaderamente a Moreno Valle le importara la gente debería invertir en bienes y servicios para el pueblo, después en el pueblo y por último en el pueblo. Por el contrario invierte permanentemente, hasta que su gobierno acabe, en su imagen, en la piedra, cal y cemento para darse la importancia cesariana que, como idea baila locamente en su cabeza. El terror de todo político se acerca: el fin del poder político y Moreno Valle, siente que el vacío se abre bajo sus nobles pies. Se va y ha superado en todo lo malo al anterior gobierno. Deja una Puebla de relumbrón para los ciegos y turistas y una deuda de alarido.

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