Un pueblo que solo sirve como receptáculo de las ideas y creaciones ajenas está
condenada al vasallaje. V. M.
De común la Humanidad toda se
equivoca y transmite por tradición esos mismos errores a las siguientes
generaciones que, sin razonar siguen reproduciendo esas equivocaciones hasta
que se arraigan y se usan indiscriminadamente. Eso pasa en todos los ámbitos
incluyendo el lenguaje. En México y, en otras partes del mundo, se usa y se
abusa de dos términos: indio e indígena; el primer concepto se usa para
designar a los nativos de lo que hoy, llamamos América, el segundo, se abusa en
el mismo sentido. Sin embargo, la palabra indio, es, o mejor dicho era el
gentilicio de los indígenas de la India; es decir, los nacidos en esa parte del
mundo.
Ahora bien, ¿por qué se usa la
palabra indio para designar a los habitantes naturales de este continente
(América)?, por la peregrina razón de que, Cristóbal Colón, en su búsqueda de hallar la India y con ello
a los indios, topó con estas tierras y creyó haber llegado al lugar
buscado y, al regresar a Europa llevó la noticia de haber encontrado la India.
Desde entonces, erróneamente, se dice indios a los indígenas de este
continente; porque la palabra indígena designa a los habitantes naturales de
determinado lugar. En este sentido todos los seres humanos somos indígenas por
haber nacido cada quien en un lugar determinado del planeta Tierra.
Es increíble que, hasta las personas cultas y con
grados académicos se dejen llevar por la estúpida tradición
de llamar indios a los descendientes de los
pueblos prehispánicos con los dos términos, agregando
mayor confusión en el uso correcto del lenguaje y, por ende, en detrimento
de la verdad. Esto podría parecer solo una anécdota; sin
embargo, esto va más allá de ello, indio e indígena. En México dichas
palabras generalmente, se usan de forma despectiva para denigrar a los
descendientes de los pueblos originarios. Por el momento, no he encontrado un
historiador, antiguo o contemporáneo, que no use la palabra indio
para designar a los pueblos prehispánicos o sus descendientes.
Si una de las acepciones de Filosofía, es amor a la verdad
y uno de sus fines, es encontrarla, con los requisitos que la misma impone; tal
parece que, en México, se filosofa poco. Tenemos muy buenos historiógrafos de las diversas filosofías pero
muy pocos filósofos, lingüistas, historiadores, maestros entre otros
profesionistas que se preocupen y ocupen de traer a la luz lo que está en la
oscuridad. Es tal el abandono de toda buena cultura, ciencia y filosofía
que, mucho me temo que ya es imposible corregir este rubro. Con todo, no es correcto
que se abandone la lucha. Tirar la toalla es propio de conformistas y
fatalistas.
Por ello, cuando oigo hablar
sobre el tema a personas con determinado grado de estudios no les perdono su
ignorancia; esto se agrava cuando las mismas personas usan y abusan de dichos
términos para tratar de ponerse por sobre los demás seres humanos, tratando de
discriminar ridículamente a personas con determinadas características, entre
ellas la pobreza. Con ello solo muestran y demuestran que, si bien puede ser que
tengan dinero y bienes materiales la pobreza intelectual les luce desde lejos y
mucho más de cerca. La buena cultura debe cultivarse con mucho esmero y el
lenguaje, una característica humana, bien usado puede ser constitutiva de
belleza, de sabiduría y respeto por el otro, para ti, para todos y, ser la base
de una vida más digna.
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