El
dieciocho de marzo se instituyó como un día de celebración por haber sido el día
del año 1938 en que se nacionalizó la industria petrolera; eso fue un acto de soberanía,
del mismo grado que, el fusilamiento de Maximiliano por el gobierno de Juárez.
Con el correr del tiempo y en concreto, desde los gobiernos priistas de Miguel
de la Madrid, pasando por los neopriistas Vicente Fox y Felipe Calderón hasta
llegar al ínclito Enrique Peña Nieto, han hecho venta de cochera de todos lo público
a tontas y locas y, este último gobierno de la industria petrolera bajo las
condiciones más vergonzantes y contra los intereses de la nación mexicana.
Las
tan trompeteadas reformas estructurales no han sido otra cosa que el barniz de
la venta a bajo precio de lo público en medio de la corrupción más espantosa y cínica
de la historia mexicana con toda la impunidad a galope. No hay cosa alguna que
celebrar por parte del pueblo mexicano. Si bien la soberanía mexicana es
relativa era posible poner orden a las inversiones extranjeras en lo público y
regular las nuevas relaciones entre las trasnacionales y los gobernados y no
haberse retirado el gobierno mexicano de lo más elemental en lo público y
volverse una gerencia a modo para las grandes empresas petroleras, el sector
privado, el propio Vicente Fox y secuaces para rapiñar los despojos de Pemex.
Los
únicos que pueden festejar la quiebra y abandono de Pemex son las grandes
empresas petroleras extranjeras, los gobiernos extranjeros, el sector privado,
el gobierno y los que ordeñan los ductos de
la industria petrolera, otrora mexicana.
El
resultado es desastroso aunque el cuentista de Hamelin, enrique Peña Nieto,
diga lo contrario. Durante décadas la obra pública, los programas sociales y
las instituciones se veían beneficiadas por los recursos que recibían de los
ingresos de Pemex, ahora dicen que se han diversificado los ingresos del
gobierno cuando en realidad, el gobierno se ha dedicado a dilapidar lo público
y, a incrementar los impuestos al pueblo que no a las grandes empresas.
El
actual gobierno hecho toda la carene al asador y ha quemado su último cartucho en
materia económica y desde el inicio del sexenio todos los cartuchos en todos
los rubros. Ya no tiene que ofrecer más que la palabrería hueca. Timoratos, los
funcionarios del gobierno esperan y desesperan porque termine su desastroso
gobierno e irse a disfrutar lo mal habido. Aun así, se verán ceremonias ridículas
y sin sentido festejando la quiebra de Pemex: ¡Viva la quiebra de Pemex que
tanto ha beneficiado a unos cuantos!. ¡Viva el 18 Brumario mexicano!.
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