lunes, 6 de abril de 2015

EL QUE ESTÉ LIBRE DE PECADO





No se pueden cometer pecados si no se tiene religión alguna. Los judíos no pueden cometer pecados en el catolicismo y no pueden ser excomulgados por evidentes razones. Para los budistas las vacas son sagradas, son incapaces siquiera de intervenir en su camino. El solo pensamiento de maltratarlas o matarlas para el consumo humano les parece una monstruosidad, un pecado. En Tailandia los elefantes corren la misma suerte, más si son blancos. Los antiguos egipcios se llevan un lugar preponderante en la adoración divina de los animales que para nosotros nos resulta hasta risible. Para todos los africanos, anteriores a su conquista religiosa les era desconocido el pecado tal como lo predica el cristianismo.

La cultura Judeo-cristiana creo el pecado y lo trató de hacer mundial. Sobre esta base se ha engañado a la mayoría de los ingenuos que, sienten el enorme peso de dicha sentencia para vivir, a lo menos momentáneamente avergonzados, por el atrevimiento de tratar de sentirse libre de pecado. El estado original de pecado y la vida pecaminosa constante no es, otra cosa que una engañifa para mantener sometidos a los pueblos.

Una ética libre de toda teología es, posible y tiene la sana ventaja de tener su sustento en la realidad, excluyendo la metafísica teológica para normar el comportamiento humano; con esto se logra aligerar del enorme peso de la culpa a los seres humanos, con el pleno conocimiento entre lo considerado como bueno y lo malo. Claro una postura ética libre de teología tiene la desventaja de estar dirigida a personas razonables en grados más profundos de lo común. No busca adeptos y por tanto no tiene un aparato que tenga por objetivo la “conversión” de los descarriados. Se trata de una elección libre, razonada. A la mayoría, acostumbrada por cientos de años practicar los dictados religiosos sin pensar y mucho menos criticar los dogmas, les parece una locura y ven con malos ojos que haya quienes se separen del pensamiento imperante, de los ritos y de la autoridad sacerdotal, llegando del insulto al asesinato. La insensata sentencia ¡Viva Cristo Rey y fuego!, se acuñó y se practicó en la revolución cristera en México.  

Es evidente que a pesar de no tener idea siquiera del pecado (a la manera teológica), los que no profesan religión alguna, se opondrían al apedreamiento de una mujer adulterina y por extensión de cualquier acto violento por actos que son meramente humanos. Ahora bien, señalo que esto es la idea y su consecuente práctica de una ética humanista que sabe que existen imponderables que no siempre concuerdan con la realidad. En la vida de los más sabios bien se pueden encontrar discordancias evidentes entre su ética y su proceder real, efectivo. Sin embargo, esto no invalida su ética y analizadas las causas se puede entender su proceder, sin que esto se obstáculo para la censura de sus hierros. En efecto, se trata de vivir sin engaños en la medida de los grados de conocimiento y de proceder efectivo, real, libre de pesados fantasmas metafísicos.

La ética autoritaria es un juego de dominio de pocos contra los demás, sin que los segundos lo sospechen siquiera pero, para los que tienen consciencia de tal perversidad esto es un rebajamiento de la vida a través de mitos (cuentos), bien dirigidos a la parte irracional, a la parte emocional y, a la limitación humana para pescarlos por el cogote y más que por el cogote de manera permanente. 




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