martes, 11 de junio de 2013

EL REINO DE DIOS EN LA TIERRA


Arellanes se convierte en #SorMargarita en Twitter, tras dar las llaves de Monterrey a Jesucristo

Los panistas son esa secta mal disimulada que ha llegado al poder político engañando a la gente pobre. Simulan que mezclan la política con la teología pero en realidad quieren imponer, lo que ellos pomposamente,  pomposamente llaman Humanismo Cristiano, que en esencia, es, imponer el reino de Dios en la tierra. Claro, los panistas se declaran como sus pontífices, sus sumos sacerdotes, vicarios y toda la plebe necesaria para componer el mundo malo. No tienen empacho en ir contra la realidad y la razón.

En aras del respeto se debe tener en cuenta que todos los seres humanos tienen el derecho a profesar la creencia religiosa que considere e inclusos se tiene el derecho a no tener creencia alguna al respecto. 

La separación del Estado religioso del Estado civil es resultado de una intensa y larga meditación de los seres humanos. El primero tiene como base la fe pura, el dogma, el no pensar sobre la posibilidad de probar ese mundo. La teología no tiene forma de probar lo que postula pero quiere erigirse como guía de la vida sin tomar en cuenta que esta no admite pucheros en su contra.

Por su parte la política se inscribe en la realidad radical. Se tiene que vivir en la cruda realidad. Los seres humanos se muestran en toda su verdad, con todos sus apetitos insaciables de poder. En especial, en la política mexicana los políticos son esa especie de lobos que devoran todo lo público con singular alegría. Van de escándalo en escándalo con un cinismo muy a la mexicana.

En este contexto, los panistas creen falsamente que han sido llamados por la divinidad para conquistar los corazones de los mexicanos e hipotecarlos a un reino imaginario, que no se puede probar. Es decir, quieren los panistas que se deje de usar la razón para entrar al mundo religioso totalmente desarmados como verdaderos corderos ante el matarife.

A poco de haber llegado al poder los panistas han tratado veladamente de implantar su pensamiento irracional. Lo hacen sin medir sus conductas y sus palabras. Se han desatado públicamente a declarar que Dios debe reinar entre el pueblo mexicano sin tener respeto alguno por los que profesan otra religión o que francamente no profesan creencia religiosa alguna.

Estos ridículos que hacen los panistas no es más que resultado de su frustración, de su ñanguería y de su pensamiento desviado. Nótese la forma afectada con que se dirigió la presidente municipal de Monterrey. Ese “Yo, Margarita Alicia Arellanes Cervantes…” representa la totalidad del pensamiento de esta funcionaria. Cree que con puestas en escena va a arreglar los problemas políticos. Ese decreto pomposo pero inútil lleva a pensar que los panistas han caído en una especie de locura colectiva. Inmediatamente dos funcionarios panistas han declarado lo mismo. Se ha desatado una especie de fiebre loca entre los panistas para mantenerse en el poder. Sin embargo, se han convertido ellos mismos en casos para la psiquiatría y objetos del ridículo mundial.

Los panistas se ven como la cúspide de la sociedad mexicana, tocados por la mano divina. No obstante, se asemejan a todo fundamentalista. Quieren a toda costa borrar la razón de la política y dar un salto cuántico hacia el Medioevo. Ahora bien, lo que no confiesan como buenos cristianos es, que están tan podridos como el que más. Tratan de ocultar su fea esencia usando a conveniencia su doble y hasta triple moral. Por un lado, se declaran fervientes católicos, por otro desprecian al pueblo llano y por otro se dan la gran vida con los placeres más mundanos, sin ningún empacho. Su divisa política es superar a los priistas y a cualesquiera otros políticos. Creer en las puestas escénicas panistas es estar muy debajo de la escala de la razón, es estar en la puerilidad ridícula de la política. Si se hace una pequeña revisión de sus vidas se nos mostrara una realidad totalmente diferente a la que pregonan. 



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