miércoles, 26 de junio de 2013

EL MATRIMONIO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO


Los panistas luchan con todas sus fuerzas para evitar que se legisle a favor del matrimonio del matrimonio del mismo sexo. Alegan que el matrimonio entre personas del mismo sexo es contra natura y se apoyan en la teología cuando debería ser solo una cosa del ámbito legal. 
  
Ahora bien, es de conocimiento público que existen panistas homosexuales y que hacen todo lo posible y hasta lo imposible por pasar desapercibidos. Eso me parece una hipocresía vil. Tal parece que les acomoda al gusto panista el concubinato entre personas del mismo sexo. Quieren los panistas y demás cabezas huecas que el matrimonio entre personas del mismo sexo sea una cosa de hecho pero no de derecho. Si a lo anterior se le suma que este tipo de relaciones sean ocultas, ya se puede colegir que tipo de moral doble o triple tienen estas personas.
  
Esto nos lleva a colegir que los panistas viven una vida falseada que la realidad refuta a cada paso y momento. Que se pongan las leyes adecuadas para que las personas del mismo sexo que así lo decidan contraigan matrimonio y no se siga imponiendo la teología sobre el Estado de Derecho y que la moralina panista se siga incluyendo en las normas de Derecho. Es decir, que se pongan las normas jurídicas al caso concreto y dejemos la barbarie moral de la derecha.

Deben entender los pazguatos que el matrimonio civil es un contrato y no una unión teológica sancionada por un ente metafísico. Y, que dicho contrato debe tener sus efectos para la vida practica de las personas que son sujetas de derechos y obligaciones. Si, al final solo se trata de derechos y obligaciones entre personas con exclusión de cualquier Dios o de sus falsos seguidores que nos endilgan un día sí y otro también su bipolaridad malsana.

La Constitución General de la República en su artículo 1, señala que todas las personas tendrán goce de los derechos humanos que la misma reconozca y en los tratados que México se aparte y que además serán protegidos. Sigue diciendo que dichos derechos humanos no podrán restringirse ni suspenderse salvo excepciones constitucionales.

El artículo 4 de nuestra Carta Magna mandata que el hombre y la mujer son iguales ante la ley y que el Estado protegerá la organización y el desarrollo de la familia.

Se sigue de aquí que no hay restricción constitucional para que personas del mismo sexo contraigan matrimonio civil y que este surta sus efectos legales correspondientes. Sostener lo contrario es permitir la invasión de la moral en el campo del Derecho, es dar al traste con el pensamiento razonable, es caer en la irracionalidad. 


Por si esto fuera poco, los mexicanos hemos establecido en la norma de normas de México que ninguna persona podrá ser discriminada por sus preferencias sexuales entre otras cosas. (Artículo 1 constitucional). Sin embargo, lo que ponemos en las leyes lo negamos en la práctica. Que se legisle en la Constitución que no se podrá discriminar por el origen étnico, o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, el estado civil o cualquiera otra que atente contra la dignidad humana. Se ve claramente que hemos detectado que en nuestro comportamiento social somos proclives a comportarnos de manera impulsiva e irracional tan solo por no querer abandonar la barbarie (la no aceptación racional de la convivencia en sociedad). Es irracional comportarse de manera discriminatoria por las causas ya señaladas. Con todo se ve que existen muchas más formas de discriminación y el Legislativo Federal ya no quiso seguir abultando dichas formas y optó por señalar por analogía las restantes formas de discriminación.

Mientras no dejemos este tipo de comportamientos consuetudinarios no podremos siquiera exigir mejor trato de los demás personas y por consiguiente del gobierno. Los políticos y gobernantes mexicanos son producto de la sociedad mexicana. Es decir, somos responsables sociales de nuestros gobernantes y políticos. No abandonar la discriminación nos condena a seguir en las mismas malas condiciones en todos los ámbitos de nuestra vida.


En el caso de los matrimonios entre personas del mismo sexo, respetemos a las personas en cuanto personas en el sentido filosófico y jurídico. Dejemos que quienes tengan esas preferencias sexuales vivan humanamente. No les hagamos la vida pesada y hasta infernal. ¿Qué prejuicios, miedos, limitaciones y enfermedades psicológicas adquiridas e implantadas subyacen en el mente de ese tipo de mexicanos que se niegan a entrar en razón?. 

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