
Dentro
de la nueva sociedad y sistema educativo se señalaba con toda certeza que el
estudio serio y profundo de las nuevas ciencias y tradicionales era la base
para que el ser humano ya fuera en lo colectivo o en lo particular surgiera
airoso de las profundidades del mar de la vida siempre más peligrosas que la
superficie. Cierto es, que las tormentas sobre el mar hacen a los marineros
expertos o los hacen naufragar pero, las profundidades son terribles por ser
desconocidas para la mayoría de los marineros. Pocos están habituados a
experimentar con lo profundo, con lo desconocido. Allí están los peligros más
ignotos y a los que tanto el gobierno como la sociedad habían decidido atacar
por todos los flancos, de manera sistemática y sin descanso alguno. Se había
abandonado el viejo sistema educativo con tintes socialistas y se había
adoptado el sistema de competencia que exigía la nueva realidad, el
deslumbrante neoliberalismo.
El
nuevo sistema tenía la ventaja de crear profesionistas más puntuales, más técnicos,
sin mucha teoría pero con mucha eficacia sobre los resultados deseados. Había
estímulos a la excelencia académica en todos los ámbitos bastaba con insertarse
a este novedoso sistema para que en tres años y medio se consiguieran
profesionistas del más alto nivel educativo que atacaran los problemas reales
que hasta entonces no se habían podido solucionar.
-
¡Tres años y medio y se crean
profesionistas del más alto nivel competitivo a nivel mundial!, porque deben
saber conciudadanos que ese es nuestro gran reto crear profesionistas que
puedan estar a la altura de los alemanes, japoneses, estadounidenses, suizos o
noruegos. Decía en su discurso informativo el Secretario de Educación Pública
con una retórica limpiamente calculada. Todo esto se debía al pacto con los
maestros, con los padres de familia y las autoridades que tenían que ver con la
educación. Ejércitos de alumnos se levantaban todas las mañanas dispuestos a
armarse hasta los dientes para poder roer la realidad y transformarla en una
nueva realidad casi inmaculada. El fervor nacional estaba en su punto más alto.
Con un poco más de dedicación y quizá en tres años el sistema fuera capaz de
producir nuevos y flamantes profesionistas y científicos que pusieran en el
mapa del conocimiento al pueblo, ese pueblo hasta ahora ignorado.
Ese era el plan divino
que el nuevo gobierno había creado e implementado en esta nueva realidad. La
nación estaba encaminada a la unificación. Los rasgos distintivos de cada
región cultural del pueblo serian sino borradas si enlazadas en esta para poder
atenuar las diferencias entre el norte, el centro y el sureste. No había cosa
más gratificante que ver a alumnos del sureste insertarse en las Universidades
del centro y aun del norte y sobresalir en las ciencias, las artes y la
técnica. El oprobio en que se había convertido la desigualdad social había sido
tocado por el sistema educativo y dentro de poco seria un mito. Si, solo un
mito. Era hora ya de derribar todos los viejos mitos y entrar al mundo luminoso
de las ciencias, de las nuevas técnicas y de las artes.
Cada año el número de
egresados aumentaba. Las Universidades privadas se ceñían a los planes de “las
máximas casas de estudio” e iban a la par en plena armonía. Había becas por
doquier con el único fin de que ningún alumno se quedara sin tener la
oportunidad de alcanzar el anhelado sueño de pertenecer a la elite intelectual
del pueblo. Cada Hombre y cada mujer en edad universitaria entran a probar
suerte y con la ayuda del sistema se lograba que un alto porcentaje de alumnos
lograra terminar por lo menos una licenciatura. Por doquier bullía la
esperanza. Las madres y padres a menudo lloraban conmovedoramente en las
graduaciones. Las togas, los birretes al aire eran una franca muestra del éxito
de la educación. Los jóvenes profesionistas estaban ya bien armados con artes,
tecnología y ciencias del más alto prestigio para dominar el mundo.
Los resultados estaban
a la vista. Claro está que había problemas que aún no se podían resolver pero
que los genios del sistema político y económico no tardarían en solucionar. Era
evidente que el sistema económico estaba dominado por los hombres y que, para
las mujeres era más difícil lograr tener el éxito en el trabajo y otros rubros.
Machismo denunciaban las feministas. Problemas aislados
que no afectaban el resultado final. Aunque los más profundos críticos del
sistema no dejaban de atacar con sus rabiosas observaciones, con sus escritos
agrios y sus peroratas públicas no se podía tapar el sol con un dedo, la
educación era motor de cambio.
Se decía que el sistema
económico no lograba crear los puestos requeridos para tanto profesionista,
técnico o científico creado por el sistema. Había en la vida diaria y aun, se
lograban colar en las noticias pequeñas discordancias que debían atenuarse para
que no cundiera el pánico entre la sociedad. Claro que no se lograban los
puestos de trabajo al ciento por ciento pero ¿Qué sistema educativo lo había
logrado?, ninguno. Solo había que esperar que la maquinaria educativa tomara su
ruta trazada y su ritmo pleno y entonces, toda crítica seria silenciada.
El Secretario de
Educación y sus más altos colaboradores estaban a punto de tener un encuentro
nacional con las los responsables de las Universidades más prestigiosas para determinar
cómo iban a borrarse esas feas fallas que amenazaban con dar al traste con la viabilidad
de ser de toda la nación. Se sabía que había habido hombres con altos grados de
educación que no ganaban el sueldo acorde a las maestrías o doctorados obtenidos.
Fallas, pequeñas fallas que no iban a detener la marcha. También se sabía de mujeres
que ante la dura realidad de no obtener un trabajo bien pagado habían preferido
convertirse en “señoras”. Es decir, habían preferido el matrimonio o el
concubinato como solución a la falta de empleo. El periodo llamado de las
“señoras” se había convertido en una piedra en el zapato del sistema en su
conjunto. Ante la desesperación o insuficiencia de empleos se había dado que
las profesionistas se casaran y en lugar de seguir el desarrollo de sus
vocaciones artísticas, técnicas o científicas habían pasado a ser señoras, amas
de casa y las estadísticas apoyaban claramente los hechos.
El Secretario de
Educación recordó a la becaria que había hecho su servicio social en una de las
áreas bajo su mando directo. La recordaba como una joven dispuesta a luchar por
su futuro. Había logrado terminar sus estudios con un sorprendente 9.8 de
promedio general en las ciencias jurídicas. Él mismo la había recomendado para
ocupar un puesto en una de las áreas jurídicas. Deliberadamente lo había hecho
dado al origen de la flamante abogada, pertenecía al sureste del país. Se debía
mostrar que quien quería podía. Hasta el nombre singular parecía indicar que la
decisión que había tomado era la correcta. Un nombre podía significarlo todo. Claro
que tal hecho no había resultado como se había planeado. Con el tiempo comenzó
a notar pequeñas fallas, ciertas grietas, flaquezas en la joven profesionista. Cosas
menores pero que al final habían sido un escándalo. La abogada tenía bajo su
responsabilidad llevar ciertos juicios que tenían su dificultad pero que nunca
imagino que la quebrarían. Tuvo que hacer venir a un abogado de la vieja
guardia para apagar aquel incendio que amenazaba con extenderse. Quizá le había
faltado más práctica profesional ante los tribunales.
Bien, esa era una de
las causas de aquella reunión de urgencia. Resultó que la joven jurista no pudo
sobrellevar esos juicios que ahora le reportaban una pérdida significativa al
erario federal. La noticia se había colado a los medios y ahora se hacía burla
y escarnio sobre el sistema educativo. Un hecho aislado no iba a detener la
marcha del pueblo. La abogada había sido despedida. Lo último que sabía de ella
es que se había convertido en “señora” y que había solicitado la asistencia
pública para poder sostenerse junto con su marido e hijo.
El salón se fue
llenando de todos los colaboradores y rectores invitados. Se debía evitar que
cosas como esas volvieran a suceder. Quería respuestas pero al parecer todos
los presentes esperaban que él diera las mismas. ¿Cómo diablos fue a estallar
ese feo hecho aislado en su propia cara?. Fracasados, eran unos fracasados los
pocos que no lograban sacarle todo el jugo al sistema educativo. ¿Dónde estaría
ahora esa brillante estudiante?, deseaba preguntarle cara a cara las causas
concretas de su fracaso como profesionista. Eso no era posible. El señor
presidente le había prohibido tajantemente toda comunicación con ella. Nunca
falta algún fisgón, algún indiscreto o lo que es peor un paparazzi que lo
fotografiara. De solo imaginar su fotografía en los diarios con aquella
“señora” lo hizo estremecerse.Dios, como deseaba respuestas. Avizoraba pequeñas
grietas aquí y allá, en todo el sistema educativo a su cargo. Santa madre de
Dios como deseaba encontrar un hilo conductor a todo aquel problema. A pesar de
todo conservaba el optimismo. “Al mal tiempo…”
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