Cuando
Carlos Salinas de Gortari llegó a la presidencia de la Republica, tenía el
lastre de ilegitimidad, había sido la elección de 1988 un fraude a todas luces.
El gobierno federal estaba a cargo de vigilar las elecciones y estaba a cargo
de ello Manuel Bartlett como Secretario de Gobernación. Estaba el conteo de los
votos e iba ganando Cuauhtémoc Cárdenas cuando falló el sistema de cómputo. Cuando
se reestableció el sistema de cómputo ya iba ganando Salinas de Gortari. Ya no perdería,
Salinas esa ventaja.
Inmediatamente
que tomó posesión del cargo, Salinas de Gortari, inicio su legitimación. La
Quina, líder, petrolero, había tenido claras y ríspidas desavenencias con
Salinas y tenía simpatía por Cuauhtémoc Cárdenas. Se le sembraron armas y un cadáver
a la Quina y se le detuvo, proceso, sentenció y este purgó su condena. Con esto
se legitimó, en cierta medida, Carlos Salinas en su gobierno. Mano dura habría de
tener Salinas contra sus detractores y opositores. Los perredistas y la
izquierda fueron de su preferencia. Miles de muertos sufrió la izquierda.
El
caso de Elba Esther tiene muchas aristas. Todos sabemos que la maestra es responsable
de las ostentaciones de lujos inexplicables, excesos, uso de poder casi
ilimitado y todo lo que es público en ella. Sin embargo, su caso tiene el mismo
fin: la legitimación y un claro mensaje para sus opositores y sus detractores
de qué tipo de gobierno se va a desplegar por los priistas. Sumisión al
gobierno o mano dura.
No
dudo que Elba Esther sea responsable de todo lo que la acusa la Procuraduría
General de la Republica, con todo, me parece que el gobierno de Peña Nieto planeó
mucho mejor este golpe psicológico que el de la Quina para legitimar a un
presidente cuestionado por su ilegitimidad, por el fraude además de legitimar
el régimen priista. Este sistema no tiene ni tendrá miramientos contra antiguos
aliados. Se acepta a Peña Nieto o habrá “aplicación de la Ley”. El tiempo (no
muy largo), nos dirá si caen Romero Deschamps y todos los que encarnan los poderes
facticos que han minado el poder público.
Elba
Esther era claramente una piedra en el zapato priista para la implementación de
la Ley educativa. Era preciso quitarla del camino. ¿Por qué no se detuvo a otro
líder cualquiera?. Mi respuesta es que esto fue selectivo. Es una venganza más
que la aplicación de la ley. No es que la lideresa del SNTE no tenga
responsabilidades y que no sea justa la petición de los mexicanos de ser investigada
y en su caso que se le finquen las acusaciones procedentes pero esto es más una
cuestión política que jurídica. Recordemos que a Al Capone el gobierno de los
Estado Unidos no lo pudo acusar por los delitos que cometió pero si por cosas
fiscales. Este caso está en el mismo sentido: el financiero que es el único en
el caso de Elba Esther, a diferencia de Capone.
Los
mexicanos debemos estar atentos a este caso, no para defender a Elba Esther
sino para defender la legalidad y la legitimidad de quienes gobiernan en el
caso de que la tengan. En caso de que no la tengan no debemos aceptar una legitimación
a través del uso político de la justicia. Aceptar viejas prácticas priistas es
aceptar la sujeción a un sistema que debe desparecer para dejar paso la plena implantación
de la democracia. En el horizonte del gobierno de Peña Nieto se perfila la
figura de Salinas de Gortari.
Era
clara la confrontación de Gordillo con Emilio Chyaufet y su caída era una cosa lógica
que no supo o no quiso ver la presidente vitalicia del SNTE. Este es el fondo político
y se planeó en este contexto porque si hubiera seguido siendo aliada de los
priistas seguramente estaría gozando de la misma impunidad que gozan todos los demás
que encarnan los poderes facticos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario