Con el regreso
de los priistas a la presidencia de la Republica mostraron que estaban ávidos
de volver a hacer realidad para ellos mismos, la propuesta también de su
autoría a través del Cesar “El Tlacuache” Garizurieta: “Vivir fuera del
presupuesto es, vivir en el error”. Es decir, vivir del erario como sátrapas o
jeques árabes, sin ninguna responsabilidad. Ahora bien, para ello necesitan una
estrategia para engañar al pueblo mexicano. En efecto, sin una intrincada red
propagandística con relación a que Pemex necesita de forma imperiosa inversión
privada, nacional e internacional, a efecto de que el pueblo permita que los
priistas se beneficien de manera particular. Por otro lado, pondrán en marcha
la Cruzada Nacional Contra El Hambre como segundo distractor nacional con el
mismo fin. Es decir, que están aplicando la formula romana “Pan y circo”.
La fórmula
discursiva de los priistas está basada en el diagnóstico médico. Los priistas
se han convertido en médicos especializados por sí mismos, de todos los males
nacionales. Han hecho su diagnóstico y nos han dicho que el paciente (nación
mexicana), está en grave estado, casi en agonía. Para ello han recetado pan
(Cruzada Nacional Contra El Hambre), sobre el grueso de la población más
necesitada. Esto les abre la posibilidad de distraer y a la vez ganar la voluntad
de una buena parte de la nación mexicana, no solo de los beneficiados y circo,
toda la publicidad tendiente a despertar el sentimiento de esperanza de una
buena parte de los mexicanos que quieren una mejor vida o por lo menos la
esperanza que es, lo último que muere.
Los pueblos
cansados del despotismo de los reyes clamaban la famosa frase: “Muera el rey,
viva el rey”. Se desea vehementemente termine un mal gobierno, que muera (no
necesariamente físicamente) quien encarne dicho órgano administrativo y que
llegue otro que encarne el órgano ejecutivo y que represente la esperanza
colectiva. Prácticamente la esperanza no muere sino solo se traslada al nuevo
gobernante. Este es el papel que quieren los priistas que el limitado Peña
Nieto represente, él solo no sería capaz de representarse así mismo, sin
embargo, estamos ante toda la maquinaria del viejo y nuevo PRI, que son lo
mismo, en conjunción con el capital privado nacional y extranjero, apoyados por
El Fondo Monetario Internacional y todos aquellos que ven en la sobre
explotación del petróleo, los demás bienes naturales y servicios públicos un
manantial para sus propios intereses.
Además de
diagnosticar los males nacionales, los priistas nos han dado la solución a esos
males: la aplicación del neoliberalismo, que en resumen se trata de explotar al
máximo los bienes de todas las clases (nacionales, naturales, minerales etc.) y
los servicios públicos (salud, educación, puertos, aeropuertos, seguridad
social etc.), es decir producir bienes de precaria calidad y servicios de mala
calidad a efecto de imponer el máximo ritmo de consumismo. Resulta de todo esto
que la “Cruzada Nacional Contra El Hambre” y casi todo lo que implemente el
gobierno federal son, distractores bien montados a efecto de poder ahondar la
privatización, tanto de los pocos bienes nacionales como de los servicios
públicos.
Aunado a esto,
se tiene como pago a la nación mexicana por el triunfo priista y su regreso al
gobierno federal la intención clara de imponerle al pueblo más impuestos en
alimentos y servicios. Es incongruente lanzar con toda la parafernalia propagandística
tan costosa La Cruzada Nacional Contra El Hambre y por el otro lado, liberar
las consciencias enfermizas de los legisladores, que no arriesgan un solo
centavo de sus jugosos sueldos y prestaciones, para que funjan como matarifes
del rebaño popular. La clase política priista en turno se han convertido en los
verdugos de la democracia, de la traición a sus votantes y al pueblo en
general. Combatir todo exceso en los políticos es una obligación ineludible
para todo ciudadano consciente. Aceptar una incongruencia de tal naturaleza es
estar en el umbral de volver aceptar un sistema totalitario y por ende, injusto
solo para el pueblo.
Ante este
estado de cosas, necesitamos de otros diagnósticos y de otras posibles
soluciones a los males nacionales, que tengan como fin, el de no entregar los
bienes nacionales y los servicios públicos a la iniciativa privada nacional y
extranjera sin ninguna responsabilidad, tanto de esas iniciativas privadas y de
los responsables del gobierno. Tener una sola visión de posibles soluciones es
no tener libertad alguna de elegir y a esa senda nos quiere llevar el gobierno
priista. Rechacemos esta visión única y torcida y busquemos alternativas que no
sean entreguistas.
No tengo dudas
de que hay nuevas generaciones que están libres de sangre tiránica y que
ya no se conforman con el paternalismo ilusorio del gobierno y que los medios
sociales de comunicación representan opciones de construcción diversa a los
gobiernos de una sociedad política con incidencia en los ciudadanos en la cosa
pública. La solución debe ser de la nación en su conjunto y no de un solo
partido, de un solo gobierno ni de una sola ideología. Muera el rey, viva el
ciudadano.
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