EL
RÉGIMEN PRESIDENCIAL Y DE ÉLITES
El régimen que pretenden poner en vigencia el
Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y
el Partido de la Revolución Democrática (PRD), es un Presidencialismo de élites,
donde únicamente el presidente sea el que dirija y ordene toda la administración
pública; en donde la iglesia católica dicte la forma de vida moral publica y,
privada con sus altas dosis de fanatismo religioso y el cobro de cuotas a los
feligreses sin enterar al gobierno cuando recaudan pues sirven al Estado
vaticano y en donde los bribones y corruptos tengan cabida.
No
es de extrañar que el sistema político se haya diseñado pensando en la democracia,
pero en la realidad se haya impuesto una dictadura totalitarista que impedía su
práctica al no permitir a sus ciudadanos siquiera opinar. El control ciudadano
era casi total en lo ideológico, en la educación, en la vida publica y privada;
en lo público a través de todos los ritos oficiales y en lo privado por medio
de la religión católica.
En
lo político se nos hizo creer que los órganos ejecutivo, legislativo y judicial
crearían pesos y contrapesos para lograr un equilibrio en el ejercicio de la soberanía
nacional; sin embargo, destruyeron ese objetivo, creando el Presidencialismo en
donde el presidente en turno era el único motor del Estado. El ejecutivo
federal sobrepujaba a los órganos legislativo y judicial; en suma, era el “Mandamás”.
Esto se replicaba en cada Estado en donde el “Mandamás”, lo era cada gobernador
y en cada municipio lo era el presidente municipal. Los gobernadores estaban (y
o siguen estando) por encima de los órganos legislativos y judiciales) de cada
Estado. Los presidentes municipales eran los que tenían el poder más amplio
sobre los municipios y ayuntamientos. Mas que ciudadanos había siervos pues los
importantes lo eran los que gobernaban.
No
es de extrañar que hubieran hecho falta un cambio de paradigma mundial de
apertura económica y de integración global, en donde ya no tenía cabida el
Estado mexicano con su cerrazón, su totalitarismo, patriotismo y con miles de
empresas estatales; la mundialización de la economía exigía apertura y cambios
radicales en la política interna, en la economía y todos los demás rubros por
lo que hacía falta libertad a los ciudadanos para que pudieran ser consumidores;
de allí la necesidad de tantas reformas legislativas que permitieran las privatizaciones
y la democracia incipiente. Claro, hicieron falta por lo menos 50 años de lucha
desde 1968 al 2018. La lucha fue larga, dura, con miles de muertos y cientos de
marchas multitudinarias. Por todo eso, no se debe permitir el regreso de la
vieja política totalitarista y se debe privilegiar el ejercicio directo de los
ciudadanos en la vida pública. Se debe avanzar hacia la democracia y un nuevo
modelo de Estado. El pueblo soberano ya no debe permitir que el gobierno sea de
élites con exclusión de los ciudadanos. No mas gobierno de élites: gobernantes,
iglesia, ejército, grupos empresariales extranjeros y nacionales y las cúpulas
de los partidos.
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