martes, 25 de mayo de 2021

6 DE JUNIO DE 2021. PASADO, PRESENTE Y FUTURO

 

6 DE JUNIO DE 2021. PASADO, PRESENTE Y FUTURO

 

Nunca, antes del 1 de julio del 2018, el pueblo mexicano había dado una sorpresa mayúscula en la vida pública, en concreto en la política. El sistema político siempre ha mantenido a la democracia (del griego, demos=pueblo y Kratos=poder), como de competencia de las elites políticas. La república (del latín res=cosa y publica=del pueblo), que significa “Cosa pública”, de todos y de ninguno en particular; había sido apropiada por las elites de gobierno, políticas y económicas. Es por ello, que en lo formal la república era de todos, pero en la realidad pertenecía a estas elites y hacían del Estado lo que querían con todo placer.

 

El sistema de partido único de Estado (Partido Revolucionario Institucional-PRI), fue la base sobre la cual se forjó el Presidencialismo totalitarista para someter al pueblo porque el titular del órgano ejecutivo, sometió a los órganos legislativo y judicial a sus órdenes estrictas. Los dueños del gran capital vieron claramente que podían hacer pingües negocios con los gobernantes y políticos mexicanos en turno y hubo un maridaje entre gobierno y capital privado. La división de poderes era letra muerta y el pueblo soberano lo era en el papel no en l realidad.

 

Pasarían décadas para que el Presidencialismo se resquebrajara desde dentro, desde fuera y por todos lados. Sus días estaban contados. Los gobiernos del Partido Acción Nacional fueron el preámbulo a la caída final porque no obstante de haber adoptado a las mil maravillas el régimen priista, a su vez contribuyeron a la caída del mismo a través de la corrupción, la impunidad, los fraudes electorales y de alejarse del pueblo que los encumbró. Existen muchos más factores, pero sirvan estos para los fines de este escrito.

 

El regreso del PRI a la presidencia de la republica no fue por su fuerza pasada sino a través del fraude electoral mientras seguían las privatizaciones y con ello la decadencia. A la par, la economía neoliberal liberaba a los ciudadanos de la dependencia del Estado con las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto, avaladas por el PAN y el PRD. El escenario estaba puesto para que irrumpiera en las elecciones del 1 de julio e 2018.

 

La economía puso a los mexicanos en el camino de la liberación de los antiguos valores que, ya tenía sus antecedentes con el vacío religioso (se dejo de ser practicante a ser creyente), se dejaron atrás los valores emanados de la revolución mexicana de 1910 (patria, soberanía nacional, conmemoración de los días oficiales etc.), porque ya no tenían sentido; se habían vendido los bienes nacionales. ¿Qué sentido tenia ya conmemorar la expropiación petrolera o sentirse patriota si la patria estaba en venta?. El Presidencialismo se había vaciado de su contenido ideológico y real.

 

Esto iba aunado a una nueva construcción de ser de los mexicanos. Se habían abandonado gradualmente los valores patrióticos (El PRI perdió su crédito) y se habían abandonado los valores religiosos. Era necesario imponer nuevos valores y estos fueron netamente materiales. El dinero, la fama, la ostentación y el triunfo personal habían ganado la batalla final y sobre esos valores se había construido al pueblo mexicano. El que triunfe por su propio esfuerzo con legalidad y honestidad es merecedor de halagos quien lo haga con corrupción es merecedor de descredito. Claro que existían y, siguen existiendo los vividores y corruptos, todos los días salen a gritar a todo pulmón que el pueblo los vuelva a elegir; sin embargo, existe la opción ya mencionada y ha ganado terreno.

 

Esta nueva moral creciente tuvo sus efectos en las elecciones de 2018. Los votantes eligieron una forma contraria de gobernar al Presidencialismo priista. Por eso antes que una derrota política y jurídica, la derrota que sufrieron el PRI, PAN y PRD, es ante todo y por sobre todo, una derrota moral. Claro, esta derrota moral desembocará en la desaparición del PRI y del PRD, no así del PAN pues hay una veta de creyentes religiosos que lo nutren.

 

Por todo ello, el pueblo en general y los votantes en lo particular deben tomar conciencia de su actual poder soberano de decisión y terminar con el viejo régimen político. No es menor la hazaña del pueblo mexicano. Antes, todo lo decidían sus representantes políticos como lo son los diputados federales o estatales; con todo, casi siempre lo hacían y lo siguen haciendo a espaldas del pueblo y del electorado en favor de los negocios entre gobierno e iniciativa privada, nacional e internacional. Hoy día, no han rendido cuentas los diputados federales y, locales y ya exigen, con engañifas y mentiras, el voto para reelegirse. Esto se puede cambiar radicalmente si el pueblo mexicano ejerce su poder soberano.

 

Es deseable que el pueblo mexicano con base en no olvidar el pasado tome conciencia de su presente para construir las bases de su futuro y acabe con la exclusividad de que, los diputados sean los únicos que decidan en todo y para todo. Se debe terminar con esa república representativa de elites y para las elites. No se puede explicar tanta pobreza si no se toma en cuenta que los representantes del pueblo; es decir, los diputados no representan al pueblo porque son parte de las elites que deciden sobre su vida. La corrupción es la consecuencia de la representatividad. Por eso, terminar el maridaje entre la política y la economía debe ser otra de las metas.


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