Los
líderes del Partido Revolucionario Institucional, a partir de los años ochentas
del siglo pasado, se dieron clara cuenta de la decadencia hacia la que había transitado
el régimen político y que esta corrupción, había moldeado ya a la sociedad
mexicana. ¿Qué podía hacer el gobierno en turno?, francamente poco; la podredumbre
emanaba directamente el partido único de Estado y del gobierno en turno. El
esfuerzo más sonado y que fracasó como era de esperarse se dio con el gobierno
de Miguel de la Madrid Hurtado durante su administración (1982-1988). El
discurso, en donde hacia un certero diagnóstico, lo dio siendo candidato a la
presidencia y ya como presidente de la república, Miguel de la Madrid, siguió con
la misma línea de corrupción. Su esfuerzo fue un fracaso rotundo pues la corrupción
se hizo más profunda y amplia.
Esa
renovación moral habría de darse durante años antes de las elecciones de 2018,
y no fue implementada por el gobierno en turno sino emergida del pueblo mismo. Ahora
bien, esa renovación moral no es plena, ideal pero basto para dar fin al régimen
que había servido como continente de la corrupción y decadencia del partido
oficial, el PRI. ¿Qué significa esa nueva moral), ni más ni menos que un
repudio generalizado a la forma de hacer política, la forma de gobernar y de
ser del propio pueblo mexicano. Esto fue crucial pues antes que un cambio legal
y legítimo de sistema político fue un quiebre moral que derivó en lo jurídico electoral.
Y es sobre este contexto que los políticos deben hacer su quehacer, tratar de
conservar el poder o tratar de conservarlo. Si esto no lo entienden, están fuera
de sintonía y por ende, impedidos de hacer buena política.
La
corrupción permeó muy hondo en el partido Acción Nacional, que ávidos de poder
pero ya sin la ideología de sus iniciadores accedieron al poder público federal
a través de la obtención de la presidencia de la república en la figura de
Vicente Fox Quesada (2000-2006), y con matices propios (la religiosidad y
conservadurismo), pero sin el combate esperado a la corrupción e impunidad sino
la opción del régimen corrupto. El panismo volvió a ganar la presidencia de la república
con Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), quien le imprimió a su mandato su sello
de corrupción e impunidad; es decir, ambos presidentes fueron los continuadores
del sistema político inmoral. Esto fue asimilado por una buena parte del pueblo
que gradualmente cambio de mentalidad iniciando por lo moral y dio al traste
con la forma de hacer política en las elecciones de 2018. Los panistas no
entendieron el momento histórico.
Derrotados
el PRI y PAN más sus partidos satélites, han tenido que batallar con sus
propias debilidades. Lo más grave para ambos partidos es su incapacidad de renovación
moral y política. Han sido incapaces de cambiar y esa parálisis intelectual,
moral y política es en cada uno de ellos, su talón de Aquiles. Ambos partidos, a toda costa quieren el
regreso del régimen que creo el PRI y que adoptó el PAN, y eso es imposible; el
primer partido está en franca desaparición; el segundo, tiene asegurada su
existencia no así, el éxito político.
Los
panistas están en una crisis profunda y no se avizora el término de la misma.
Lo más penoso es ver que han perdido su estrella polar para dirigir sus pasos
en el sentido correcto. El repudio al viejo régimen alcanzó a Vicente Fox, por
su negativa a desmontar la estructura de corrupción del PRI y su posterior
alianza, lo que fue tomado por una buena parte del pueblo como lo que es, una traición
a los intereses morales y políticos del mismo. A Fox, no le han importado las
severas críticas y sigue haciendo política; claro, es una política llena de
dislates, de errores increíbles, rumores absurdos con el sello de su ignorancia
y desfase de la realidad. Parece un Quijote aún más deschavetado que el hijo
literario de Miguel de Cervantes de Saavedra. Cuando se cree que no puede haber
un hecho más estrafalario por parte de Fox, sale con otro que supera con creces
al anterior, causando, el estupor y la hilaridad generalizada. ¿Cómo fue
posible que un hombre con claras y graves deficiencias mentales pudiera haber alcanzado
la primera magistratura?. El hombre ha tenido una metamorfosis propia,
impulsada por su magro intelecto que se basa en prejuicios económicos y religiosos.
Siente un terror pánico ante la simple mención de la soberanía del pueblo, de
las palabras socialismo, comunismo o populismo sin pensar un ápice en su
significado y realidad. No queda ya vestigios del Vicente Fox, dinámico, alegre
y esperanzador; ha quemado todo ello en aras de combatir males gigantes que amenazan
a la humanidad. Es un declarado capitalista, amante de lo material sin ningún valor
filosófico.
El
llamado que hacen los panistas a Fox para que los encabece en una cruzada
nacional contra el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, da una clara idea
de su decadencia política, ideológica y de ideas. ¿No ven que Fox representa un
enemigo del pueblo?. Se están dando, como se dice vulgarmente, tiros en los
pies y como si no pasara cosa alguna siguen caminando extraviados, creyendo que
los guía su estrella del norte. La realidad es que, cualquier luz roja les
parece que les señala el norte, están desnorteados.
Los
panistas se enfocan a batallar contra el gobierno de López Obrador, pero están tan
ciegos que ignoran que, deben luchar contra su propia corrupción, contra todas
sus traiciones al pueblo para ganárselo después de muchos años. La aprobación de
AMLO, les debería servir para trazar un plan de batalla. Entender la realidad debería
ser uno de sus propósitos, pero cierran los ojos y caminan con toda seguridad
hacia ningún lado. Su fracaso político está cantado, tal y como está cantado su
éxito cómico con este hecho. Pero los panistas están ciegos y sordos ante la
realidad y siguen con su puesta en escena de su espectáculo como si fueran a
presentar algo inédito y no al conocido bufón de la decadencia con la lengua más
estrambótica de los últimos tiempos: Fox. Bien, el escenario esta puesto y el público
en espera de la nueva temporada del panismo foxiano sin fecha de vigencia. Nos
espera un grotesco espectáculo. ¡Qué oposición tan ingenua y estrambótica!.
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