domingo, 15 de septiembre de 2019

15 Y 16 DE SEPTIEMBRE. NUEVOS FESTEJOS PATRIOS




Los festejos patrios se fundan en hechos pasados, de conocimiento general, y se hacen por tradición, es decir, la entrega de estas festividades de las generaciones pasadas a las presentes; esto se hace de manera irreflexiva, sin pensar mucho en esta costumbre pues ese es su sello. Bien. Este 15 de septiembre se festeja la independencia política de la Nueva España del gobierno español y pasar a la creación el Estado mexicano. En estos momentos de la mundialización de la economía y de la globalización de los pueblos es seguro que esa independencia política se vea mermada por la injerencia que ejerzan por los gobiernos de los Estados más fuertes sobre los más débiles; con todo, eso no impide que se festeje; que la fuerza de la costumbre surja automáticamente en la población general. Todo está bien.

Ahora bien, quizá sea muy temprano para empezar a festejar el nuevo gobierno, pero no para festejar la caída definitiva del régimen Presidencialista que es tanto como decir de la “Dictadura del Partido Único de Estado” el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Un hecho que tuvo diversas etapas desde los años sesenta del siglo XX, hasta la fecha actual sin que el trabajo este hecho y se pueda el pueblo olvidar de seguir destruyendo los vestigios de dicho régimen.

Un régimen Presidencial totalitarista, cerrado y que tenía que ser por pura necesidad dictatorial al ser el titular del ejecutivo federal el que tomara todas las decisiones importantes de gobierno y ser el líder del Partido Revolucionario Institucional. El monopolio de la violencia del Estado estaba al servicio el presidente de la república y su partido. La democracia era una utopía.

Hacia el exterior se usaba la llamada “Doctrina Estrada”, para evitar que el Estado mexicano fuera visto, observado y criticado por su falta de democracia y sus métodos dictatoriales sin ninguna defensa efectiva para detener los ríos de violaciones a los derechos humanos, de hecho, no existían los derechos humanos y las violaciones a las garantías individuales era menos que una ilusión; ni se diga de las desapariciones forzadas, los encarcelamientos ilegales, la persecución de los disidentes y el combate a muerte de los guerrilleros. Ese era el Estado mexicano moldeado por el Partido Revolucionario Institucional, que es lo mismo decir que el partido era el heredero de los ideales revolucionarios pero institucionalizados, es decir, impuestos como una ideología torcida en beneficio del mismo instituto político. Una revolución paralizada en las instituciones controladas por el PRI.

En efecto, se debe festejar la independencia política de México con relación a España, pero se debe sumar a los festejos la independencia del pueblo mexicano del Partido Revolucionario Institucional y como consecuencia, la terminación del régimen Presidencialista dictatorial. En líneas anteriores he dado una pequeña visión de lo que fue el Estado mexicano durante el priismo, pero basta para darse cuenta de la lucha épica de los demócratas mexicanos para que paso a paso y con la perdida de muchas vidas se fuera desmontando el gigantesco régimen totalitario.

La presente independencia política interna e un partido, la liberación del pueblo y una gama de posibilidades de ser en el presente y futuro son motivos suficientes para festejar sin emborracharse pues queda trabajo negativo, destruir los vestigios del pasado régimen y positivo, construir un nuevo régimen democrático siempre en caminos amenazados por los más deslamados y ambiciosos. Si el pasado fue difícil, el presente y el futuro no lo son menos. Que momentos de caminar sobre arenas movedizas con la gritería y trompetería lúgubre de la oposición y sus voceros de diversos medios de comunicación.

Bien, para nosotros no tiene mucho sentido la independencia política de México respecto de España, pero si tiene o debe tener pleno sentido esta independencia, esta liberación del régimen priista y esto, es suficiente para reflexionar hacia dónde debemos transitar y cómo se debe hacer. Realmente no hay un plan concreto instalado en las cabezas de los que gobiernan; todo es ir desmontando la estructura del anterior régimen a golpe de piedra sin tener en cuenta una reforma integral de todo el Estado. Estamos escasos de excelentes políticos. Pero la realidad es como lo es y no admite apelación exitosa alguna.

A pesar de las circunstancias difíciles en que el pueblo mexicano se encuentra es un sueño hecho realidad; es despertar bajo un nuevo sol político, lejos de la negrura maligna del totalitarismo. Las generaciones de jóvenes no entenderán esto, pero los que vivieron bajo el régimen priista conocen de primera mano y en carne propia lo que era ese régimen y lo que significa como símbolo de la tiranía dictatorial totalmente decadente que corrompía al pueblo en su conjunto para seguir bebiendo la sangre, la vida directamente del pueblo sin ninguna concesión. Fue horrible, espantoso.

Las nuevas generaciones festejaran el pasado lejano, las viejas generaciones la caída definitiva del viejo régimen político y esto último es la dicha misma. Haber transitado por el corazón iracundo de ese régimen es todo un logro épico para todas esas generaciones que, nunca se rindieron a pesar de las miles de vidas que se perdieron; ojalá, esta costumbre de lucha consciente sea entregada y recibida por las nuevas generaciones pues mucha falta les van a tener de esta larga experiencia. 108 años de vasallaje y oscurantismo han terminado (1910-2018)


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