NOTA.-
El método concéntrico que tiene Linberg al desarrollar su texto es de un sabor,
sino nuevo, si con el sello propio de la casa (cosa que hay que agradecer);
armado hasta los dientes, va atacando paso a
paso las pequeñas fortalezas para después lanzarse al asalto final y
mostrarnos con su peculiar maestría los errores históricos para después
sanearlos bellamente.
El
suceso que gatillo el involucramiento de Galileo en la discusión cosmológica
fue la invención del telescopio por un holandés en el verano de 1608. Galileo aprehendió esto aproximadamente un
año después de su amigo Paolo Sarpi y rápidamente descifró como producir una
versión ocho veces más poderosa, después un instrumento veinte veces más
poderoso. Igualmente de importante fue su decisión de volver al telescopio a
los cielos, convirtiendo un juguete en un instrumento científico de
investigación.
Galileo
observó, sucesivamente, las estrellas fijas, la Luna, los planetas y con el
tiempo el Sol. Vio las estrellas invisibles, anteriormente, por eso se
multiplicó el vecindario de los cielos aproximadamente en diez veces. Percibió cráteres, montañas y valles en la Luna (fig.
2.7). Descubrió que la cara de Venus pasaba a través de una juego completo de
faces, desde su creciente hasta el lleno total. Galileo observó cuatro
“pequeñas estrellas” acompañando a Júpiter en su movimiento a través de la
esfera estrellada, acompañándolo como perros en una correa, las estrellas que
Galileo identificó, en su informe de
esas observaciones telescópicas, como satélites. Saturno pareció tener “orejas”
– interpretado por Galileo como un par de satélites acompañando al planeta “en
sus flancos”, pero finalmente entendidas (después de la muerte de Galileo) como
anillos. Y finalmente, Galileo observó manchas alrededor de la superficie del
Sol; no fue el primero en hacerlo y subsecuentemente llegó a involucrase en una
implacable disputa por la prioridad sobre las manchas solares con el astrónomo
Cristopher Scheiner.
Galileo
aparentemente se contó así mismo como un copernicano desde la mitad de la
década de 1590. Pero fue la publicación de su informe sobre las observaciones
telescópicas en dos pequeños libros, El Mensajero Estelar (1610) y Cartas sobre las Manchas Solares (1613)
los que lo impelieron dentro de una seria campaña heliocéntrica. Las
observaciones telescópicas de Galileo ciertamente no demostraban la verdad del modelo
heliocéntrico. No obstante, desplegado en sus argumentos, socavaron algunas de
las poderosas objeciones contra la cosmología heliocéntrica –un lejano grito
proveniente de la cosmología heliocéntrica era verdad.
Consideraremos
diversos ejemplos. ¿Cuál fue la relevancia cosmológica del descubrimiento de
que la superficie lunar es montañosa y picada con cráteres?. Uno de los más
potentes argumentos contra la movilidad de la tierra fue la implausibilidad de
la afirmación que esa gran toca terrena que habitamos, el símbolo de
estabilidad, navegara en la velocidad precipitada a través de los cielos. Pero
Galileo, armado con sus observaciones lunares, afirmaba que la Luna se parecía
a la tierra en topografía (en el Mensajero Estelar compara la
superficie lunarcon la de Bohemia), y por lo tanto, en sustancia; y la Luna
navega a través de los cielos en todas las cosmologías. Consecuentemente, es
ilegitimo negar el estado planetario a causa de su sustancia rocosa. Si esto
parece para nosotros como una prueba convincente, eso es porque fuimos
convencidos antes encontrar la prueba; todos los que han crecido en una cultura
donde la estabilidad y la centralidad de la tierra fueron reforzados cada día
en docenas de formas, el argumento derivado de la apariencia de la superficie
lunar podría parecer como un gran negocio más problemático.
El
argumento de los satélites de Júpiter es en general del mismo tipo. En el
reinado del modelo geocéntrico de Aristóteles y Ptolomeo, la Luna es el planeta
situado más cerca de la tierra central. Cuando Copérnico removió la tierra del
centro, la Luna se fue junto con ella, para nivelar las más básicas
observaciones lunares revelaron que la luna siempre tenía el mismo diámetro
aparente, delo cual se seguía que la Luna tiene un movimiento centrado en la
tierra. La Luna así obtiene el estatus de satélite. No fue el único satélite en
el sistema planetario (un feo a modo rasgo del modelo heliocéntrico, de acuerdo
a sus críticos), sino sola, entre todos los cuerpos celestiales, girando
alrededor de otro centro distinto del centro estable del cosmos. Como quiera
que sea, si uno acepta el descubrimiento de Galileo sobre los satélites de
Júpiter, entonces los satélites y un centro del movimiento celestial distintodel
centro del universo tenía que ser conocido en cualquier cosmología. Una vez más
una objeción contra la cosmología heliocéntrica había sido seriamente
debilitada.
Las
fases de Venus dieron lugar a una clase totalmente diferente de argumento. El
patrón del modelogeocéntrico para el movimiento de Venus, concebido por
Ptolomeo, predecía que Venus no podría aparecer nunca como un disco lleno. Si
uno cree la afirmación de Galileo de que las fases de Venus varían del
creciente al lleno, el modelo ptolemaico en su estado existente estaba
condenado. No obstante, de esto no se seguía que el geocentrismo estuviera
condenado porque el modelo geocéntrico podía ser modificado para acomodarse al
descubrimiento de Galileo. En efecto, el modelo geocéntrico ya propuesto y
defendido por el gran astrónomo observacional danés Tycho Brahe. (1546-1601),
predecía precisamente lo que Galileo había descubierto (fig. 2.9). En resumen,
aunque las fases de Venus observadas fueron inconsistentes con el modelo
especifico de Ptolomeo para Venus (y por lo tanto, ofrecía ventajas retoricas
para Galileo y otros heliocentristas), ellos no usaron esta ventajas, si la
materia fuera examinada cuidadosamente, en realidad el punto de la balanza se
inclinaría en una dirección o en otra del debate geocentrismo-heliocentrismo.
Galileo (ansioso por ganar ventaja retorica donde quiera que pudiera), armó su
argumento en Cartas sobre las Manchas Solares, de tal manera como para
insinuar que las fases de Venus, son como él las describe, vencido el único modelo
geocéntrico disponible y consecuentemente establecía la validez del modelo
heliocéntrico alternativo de Copérnico “con necesidad absoluta)”.
Así
Galileo tenia argumentos, en vez de pruebas. Y ordenando esos argumentos usados
en su remarcable talento teorético (“sin exito en los anales de la ciencia”, de
acuerdo a un historiador moderno de retórica). Galileo aspira mas no escribe
cuidadosamente razonados temas eruditos del tipo que los astrónomos y
cosmólogos ahora escriben, sino para influenciar la opinión pública y ganar el
debate cosmológico en la arena pública. Sus argumentos fueron notables tanto
por su poder emocional como por su poder lógico. El Mensajero Estelar con el
cual, Galileo, inicia su campaña, fue escrita en latín y por lo tanto,
destinado a los altamente educados. De cualquier manera, la audiencia que
Galileo tenía en mente era mucho más amplia que la audiencia de especialistas
astronómicos de Copérnico; su libro (como todas las publicaciones cosmológicas
de Galileo), no contiene matemáticas y ni tecnicismos astronómicos y estaba pensado para cualquiera que fuera
capaz de leer en latín.
Figura
2.6.- La alteración estelar en el modelo heliocéntrico. Supone que la
separación angular (alfa) entre las dos estrellas, S (uno) y S (dos), es medida
desde una posición en la tierra E (uno). La espera de seis meses, mientras la
tierra está en posición E (dos) (Ahora juzgado, de acuerdo a las concepciones
contemporáneas del tamaño de la órbita de la Tierra, es aproximadamente de diez
millones más lejos de las dos estrellas). La separación angular (beta) entre
las mismas dos estrellas ahora es substancialmente más pequeña. Pero de hecho
no es medible la diferencia. Se sigue que ni una ni otra de las estrellas, están
inimaginablemente más lejos que diez millones de millas es infinitesimal de
acuerdo a la comparación o que la Tierra no está en órbita alrededor del Sol,
sino fijada en el centro de la esfera estelar.
Figura
2.7.- El dibujo de la Luna por Galileo, vista desde el telescopio, del Mensajero
Estelar, de Galileo; en La Obra de Galileo Galilei, ed. Nacional vol.
3.
Figura
2.8.- El modelo de Ptolomeo para Venus. Venus es mostrado en cuatro posiciones
sobre su epiciclo, el centro del cual está siempre situado la línea conectando
la Tierra € y el Sol (S), (Necesario para garantizar que Venus pueda siempre
aparecer cerca del Sol). Esto aparenta que la mitad iluminada de Venus siempre
está de cara al Sol y, por lo tanto, las caras más lejos de la Tierra. De esto
se sigue que si el modelo describe el mundo real, los observadores terrestres
nunca ven más un cuarto creciente de Venus.