EL TELÓN HA CAÍDO Y
LA RUEDA SIGUE GIRANDO
Es
necesario que, hagamos un examen de nuestro pensamiento y actuar pues eso hemos
sido durante mucho tiempo, pero acotemos todo esto al gobierno de Andrés Manuel
López Obrador. Este choque entre dos formas de pensar y de vivir era inevitable.
No se crea que, todo es responsabilidad y culpa de Obrador; no, hemos estado
construyendo esto desde hace mucho tiempo. Somos el resultado de ese
antagonismo, de esa lucha de clases. Es un error y una necedad no aceptar el
hecho de habernos dividido desde hace mucho tiempo. Los ricos piensan que, esta
realidad se da sin más, no logran ver tras bambalinas esa degradación humana muy
propia de ellos. Pero la mayoría nunca aceptaran su responsabilidad y culpa.
Ese sentimiento de todos estar mal y yo bien es un rasgo muy distintivo de nosotros.
Sentimos una superioridad en casi todo cuando no somos siquiera el veinte por
ciento de eso que, nos sentimos. La realidad es otra. Tengo otros datos, diría Obrador.
Nuestro
proceder es simple. Cada uno de nosotros tiene la razón y todos los demás están
equivocados. Hemos aceptado que, el mal proviene de un sujeto con cuernos y un
intenso color rojo y, el bien de otro sujeto vestido de blanco lleno de amor con
la promesa de estar algún día sentados a su derecha, disfrutando del maná y de
pollos rostizados o a la leña con todos sus salsas y aditamentos para los más
pobres. Que bella mentira nos hace vivir. Y mucho me temo que, ese obstáculo va
a ser casi imposible de superar. En buena medida somos neoliberales, egoístas y
rencorosos como derechistas. Nos gusta Octavio Paz porque nos supo y nos sabe
mentir con relación al pueblo. Buscaba a los más altos intelectuales porque decía
que, representaban a los mexicanos y lo mexicano. A pesar de su Nobel sentía una
necesidad ineludible de mentir, de inventar realidades falsas. Era un mercader.
Un buen mercader. Se admira a Paz por sus mentiras. Era un bellaco, diría Lilly
Téllez.
Somos
tan responsables de las circunstancias actuales como el diablo en los cuentos
religiosos, pero en realidad nos fascinan las cosas materiales y somos capaces
de fingir que, amamos o que somos probos mientras tratamos de sacarle al prójimo
el mayor provecho. Ya lo dijo Thomas Hobbes. “El hombre (el ser humano), es el
lobo del hombre”. Hay que ver con que vanidad ridícula se luce el fruto ajeno
del trabajo y a eso le llaman éxito. Por favor. Si nos quitamos las máscaras
entre mexicanos nos daríamos cuenta de que, pocos somos dignos de llamarnos honorables.
Queremos
un México mejor. Por favor. Queremos momentos de éxtasis vulgar. Vanidad. “El sacerdote
conoce al ser humano en toda su Necedad, el medico en toda su enfermedad y el
abogado en toda su maldad”, Schopenhauer. Pero no importa más que, ser una
persona en suma rica materialmente, aunque en la realidad no solo no se ayude a
México, sino que, se menoscabe su riqueza en todos los ámbitos con tal de
brillar con oropel. Nuestros héroes son de papel porque basan su poder en
riquezas materiales nunca en valores. No les importa la legalidad si no les
reporta beneficios, el humanismo les parece una antigualla. El resto de los
seres humanos no son más que obstáculos o granos de oro. ¿Cómo llagamos a esta
pobreza?.
No
es Dios no es el diablo ni Obrador somos nosotros quienes hemos construido este
infierno. Esos Mesías del PRIANRD están en España disfrutando las mieles de la
derrota mientras sus huestes padecen todos los días el agrio sabor de la
democracia fingida que les vendieron como solución y vida eterna. En el campo
de batalla no queda más que, derrotas y aves de rapiña. Todos queremos como en
ese juego popular de la pirinola, tomar todo sin aportar lo mínimo; eso es una
farsa. Debemos poner no solo nuestro esfuerzo sino nuestra sangre. Llevamos
cien años de atraso.