EPÍLOGO DEL PRESIDENCIALISMO
MEXICANO
Hemos viajado por un largo periodo
de oscuridad, muerte y destrucción del pueblo mexicano. En el crepúsculo no se
podía adivinar si caía la noche o veríamos los rayos del Sol. Por buena fortuna
amaneció tímidamente. Las sonrisas nerviosas se convirtieron en risas de
alegría. Sin embrago, había un tercio de la población acostumbrada a las
cadenas. No podían creer en su mala fortuna de salir de su prisión para
encontrarse con lo desconocido. Las voces del pasado los llamaban y ellos
respondían al llamado.
Fuera como fuera esto, la gente
inició su nuevo día con una democracia imperfecta, pero al fin democracia. Los
Grandes Señores de la vida y de la muerte se habían retirado a lamerse las
heridas y pronto regresarían. Una pausa para meditar sobre la vida. La lucha de
clases no era un mito en pleno Neoliberalismo.
La Flor impuesta como candidata de
los oligarcas nunca floreció plenamente. Por el contrario, se marchitó como si
estuviera en un desierto con climas extremos. después del 2 de junio, la
tristeza se ahondó en los viejos gerentes de los oligarcas y los oligarcas
mismos envejecieron. El mundo que, habían construido a su imagen y semejanza se
evaporaba mientras transcurrían los minutos y las horas de una nueva época.
La enterradora de todo el viejo
sistema político, del PRD, del PRI y de su misma carrera política se perdió entre
la niebla del olvido. Era necesario una sequía y extinción de los
representantes del Presidencialismo mexicano. Casi un siglo de totalitarismo se
había fragmentado el dos de junio del año dos mil veinticuatro. Los
representantes de la oposición vivieron de lo público por tres o seis años,
pero después desaparecieron dando paso a nuevas generaciones.
Un nuevo modelo de Estado se estaba
construyendo ya no solo por los oligarcas sino por el pueblo. No el pueblo en
el sentido metafísico sino el conjunto de seres humanos concretos y activos en
uso de sus derechos políticos. Ya no más esa democracia de una minoría sino la democracia
en el sentido más amplio. Si en algún momento se les devolvió la dignidad humana
a los mexicanos ha sido en este periodo. Pero no hay que, olvida el odio que
produce la democracia general en las minorías creadas a partir de la riqueza
nacional. El medio día aún no ha llegado.
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