sábado, 20 de julio de 2019

SOBERANÍA POPULAR, OPINIÓN PÚBLICA Y POLÍTICA





La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos del Estado mexicano, señala que su soberanía radica original y esencialmente en el pueblo y en beneficio de este. La soberanía de un Estado en vías de desarrollo menor que otros Estados, puede estar mermada o puesta en duda, pero eso no es obstáculo para que el pueblo siga luchando para lograr su pleno desarrollo, su ser como tal. En consecuencia, la soberanía popular no es estática sino elástica en los grados de madurez o inmadurez del pueblo.

Precisamente se trata de que el pueblo en general y los ciudadanos en concreto hagan uso de esa soberanía popular para no ser meramente gobernados si no que, sea el conductor de su propia realidad y futuro. No se puede hacer un uso cotidiano de la soberanía de manera directa pues ello conllevaría a anular al gobierno electo en turno. Las irregularidades y excesos se deben corregir mediante los procesos electorales o ejerciendo los derechos que la propia Carta Magna ponga a disposición de los ciudadanos. El pueblo no puede renunciar a su soberanía ni a su ejercicio directo pero que debe usarse de manera sabia, madura.  

Una forma de terminar un régimen político mediante elección fue lo ocurrido el uno de julio de dos mil dieciocho. El desmoronamiento del régimen se venía gestando por lo menos durante los últimos cuarenta años hasta que colapsó totalmente. Ahora bien, este fin abrupto antes de verse en la realidad pasó por un proceso psicológico que va de lo negativo a pasar a ser parte activa del cambio de manera decisiva. En efecto, el sistema de creencias cambio radicalmente debido a actos y hechos tanto externo como internos y aun con la participación del partido y gobiernos oficialistas, aunque esto sea paradójico.

Pero se debe pasar de lo teorético a lo práctico y este es el meollo de la vida cotidiana en la vida política de los mexicanos. Los casos emblemáticos están en los ex gobernantes hasta hace poco hegemónicos del Partido Acción Nacional y del Partido Revolucionario Institucional. El segundo, no tiene ya razón de existir y si no desaparece de manera inmediata lo hará de manera gradual pero inevitablemente. El primero, es donde se encuentran dos de los ex presidentes más activos contra el actual gobierno, propagando ideas descabelladas con base en la humillación pública que sufren.

Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón, no logran asimilar que tuvieron pésimas administraciones; el primero además carga con el peso de haber traicionado sus propias palabras y, en lugar de desmontar la estructura priista se unió a los mismos con lo que le dio continuidad al régimen político; el segundo, tiene el estigma de haber iniciado una guerra sin previamente tener un plan maduro y seguro para combatir los excesos, las violaciones a derechos humanos y en consecuencia hacer la reparación de los daños humanos ocasionados. Ambos ex presidentes viven realidades contrarias a la real; creen que pueden ser útiles al pueblo mexicano y a la política. Este error de forma y fondo los hunde a los dos de manera irremediable. Pero ellos, de manera ridículamente quijotesca siguen haciendo una política de muy mala calidad en contra del actual gobierno.

Se deben acotar las acciones políticas tanto Fox como de Calderón, porque representan el pasado, los dogmas de fe en la política y al viejo régimen priista sobre el cual quisieron construir el propio sobre los rieles de la corrupción y la impunidad. Ambos no supieron siquiera adivinar que la decadencia del sistema presidencial conllevó libertad ciudadana. Ahora los ciudadanos libres del totalitarismo priista pueden informarse a través de las redes sociales (el talón de Aquiles del oficialismo), conocer otras formas de pensar, de ser que ya es imposible de detener.

De un sistema político cerrado se pasó a uno abierto en donde los ciudadanos han demostrado ser parte activa del cambio y así deben seguir pues deben seguir construyendo lo público y fortaleciendo su soberanía.  En la medida en que maduren los ciudadanos podrán remediar los excesos y los excesos con los que se conducen Fox y Calderón deben ser remediados. Son políticos de muy baja calidad que han probado su incapacidad para gobernar y ser opción como oposición. Han demostrado que lo único que les interesa es vivir de lo público, haciéndose ricos con toda impunidad.

Es evidente que mientras los panistas añoran el pasado y el conservadurismo; el pueblo mexicano busca construir su destino libre de trabas dogmáticas o del control total de un sistema político que evite la libertad que es la base de la soberanía popular; sin libertad adiós soberanía. Esta es razón suficiente para no oír los llamados de ambos ex presidentes y para ponerlos en la mínima expresión y acción política.  

En este contexto la soberanía activa del pueblo tiene su base en un sistema de creencias que deben ser lo suficientemente concordantes con la realidad para poder tener el control sobre la política, sobre los políticos y no al revés.  En la medida en que el pueblo mexicano corte las malas hierbas para que estas no vuelvan a contaminar la vida pública y la democracia se torne nuevamente un nido de corrupción e impunidad. El pasado debe superarse dejando intacto lo poco bueno que tiene y construyendo un nuevo régimen político como base del Estado.

El panismo no podrá desaparecer pues abreva en el conservadurismo y conservadores los habrá siempre, pero si debe ser acotado por ser contrario al futuro del pueblo mexicano. Fox y Calderón son los símbolos de la decadencia de ese presidencialismo con el sello panista, conservador.  En este momento la opinión pública debe determinar la soberanía y la política de manera real y no ceñirse a lo puramente conceptual.

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