lunes, 24 de junio de 2019

LA EXISTENCIA Y FIN DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL




El Partido Revolucionario Institucional, nació como una necesidad inmediata de control político sobre todo el pueblo mexicano por parte de los líderes militares revolucionarios que quedaron con vida. Para ello, se apropió de todos los ideales de la revolución y de todos los órganos, instituciones y símbolos patrios. Para fines de los años treintas del siglo XX, ya controlaba casi todo y lo poco que quedaba no tenía mucha importancia.

A la par del control político, se hizo del control económico y social. Los tres grandes sectores (obrero, campesino y popular), aglutinaban a todo el pueblo y ejercían un control férreo a través de los sindicatos, centrales obreras, organizaciones campesinas, caciques y todo tipo de instituciones públicas y de partido. El PRI lo era todo y en su cúspide estaba el presidente en turno que tenía un poder casi absoluto.

Hablar del PRI y del gobierno en sus años dorados son sinónimos. No se sabe dónde empieza el partido y dónde el gobierno. El partido creció bajo el ala poderosa del gobierno, mismo que no permitía la disidencia o la competencia de otro u otros partidos. La fuerza del Estado en todas sus vertientes estaba al servicio del PRI-Gobierno para no permitir la existencia de disidentes. No es extraño que el Derecho sirviera como instrumento de control férreo sobre la población y las cárceles como lugares de expiación de pecados convertidos en delitos. La prueba reina tanto en el Derecho Penal como en el Civil lo era la “confesión”. A confesión de parte, se relevaban a las partes de probar. La confesión era una cuasi sentencia.

Es evidente que, el respeto a las garantías individuales era nulo no se diga a los derechos humanos que por cierto no existían en el texto constitucional pues es hasta el año de 1990 que se crea la Comisión Nacional de Derechos Humanos en México. El Estado mexicano hacia el exterior se acorazó contra las críticas por tanta barbarie a través de la Doctrina Estrada (1930), que manifiesta que México no se pronuncia en contra o a favor sobre la legalidad o legitimidad de un gobierno extranjero y con base en esto tampoco permitía que los Estados extranjeros se pronunciaran contra el Estado mexicano. Se evitaba toda injerencia extranjera.

El poder casi absoluto del Estado permitió al PRI, vivir una bonanza muy larga que ni siquiera tuvo el Partido Comunista en cualquier parte del mundo, incluyendo la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Y, ese control y aislamiento casi absolutos llevo al partido a cometer toda clase de excesos en todos los ámbitos de la vida pública y privada del pueblo mexicano.

La crítica periodística era muy poca y la que había o se alineaba o desaparecía. La Secretaria de Gobernación era el Santo Oficio de lo que se podía ver, oír, leer o hablar en todos los medios de comunicación en todo el territorio nacional. Y, sin critica libre adiós a la esperanza de democracia pues es evidente que no existía la democracia. Un partido por más que aglutine a casi todo el pueblo en tres grandes no puede ser democrático pues representa a una mayoría sin voluntad y sin opciones.

Un hecho, lograron los priistas con esta concentración del poder político en el presidente: la unidad artificial del Estado mexicano. Todo caminaba según la voluntad del presidente en turno bajo la mirada y conducción de la cúpula partidaria. Desde fuera, todo parecía estar en armonía, pero los seres humanos tienen una tendencia, un impulso natural a buscar la libertad y la justicia y a la larga esos dos rubros iban a ser los puntos por los que se iniciaría la caída de este régimen.

La lucha ha sido larga y cruenta para los partidos de oposición y en especial los de izquierda que han sufrido persecuciones, desapariciones, encarcelamientos y muertos por miles. Si 1968 fue el inicio del despertar de la consciencia individual y colectiva, el año de 1988, se puede simbolizar como el año del principio de fin del totalitarismo priista. A todos los dirigentes y militantes de la oposición de las izquierdas se les debe un justo y merecido homenaje por su determinación aun a costa de sus vidas de cambiar el sistema político con todas sus consecuencias.

Con la perdida de la presidencia de la república, en el año 2000 se abre un periodo de incertidumbre de 12 años en las que el Partido Acción Nacional gobernó con el sistema presidencial con su sello particular de mezclar su moral (doble o triple según convenía) con la política, esto llevó al Presidencialismo a otro grado de agotamiento. Para cuando el PRI vuelve a ganar las elecciones en 2012, el terreno que volvía a pisar ya olía por todos lados a apertura, mundialización, globalización, escrutinio foráneo, redes sociales sin control, democracia y un repudio general por la corrupción y el pasado ominoso. No lo entendieron los priistas y creyeron que, el régimen podía seguir funcionando. Con todo, el fin para lo que fue creado el instituto político, había desaparecido. No había más Presidencialismo, este había perdido los monopolios de dirigir la política, la economía, el periodismo y las ideas y conducta del pueblo. La Doctrina Estrada fue hecha añicos.

En el campo de Derecho, se eliminó la prueba “confesional”, tanto en el ámbito penal como en el civil. El Derecho se había vuelto científico y había que probar las declaraciones (anteriormente confesiones), por todos los medios para que no quedara duda o esta fuera mínima en los procesos legales. Las sentencias variaron y como consecuencia, las tesis y la jurisprudencia iniciaron lentamente una metamorfosis hacia la legalidad dinámica contra la estática de ilegalidad anterior. Esto no significa que no se cometan errores y muchas veces graves, pero por lo manos hay un cambio de paradigma. Únicamente en el mundo ideal no puede haber errores, pero es muy cándido.

Hoy, el PRI, no solo no tiene rumbo sino razón de ser, ese Estado mexicano liderado por un presidente en turno bajo el régimen Presidencial se ha ido, ha desparecido. Un síntoma de ello son las críticas que se pueden hacer presidente y hasta las ofensas sin represalias más que las que se hacen por fanáticos en la realidad real o la realidad virtual. Antes eso era impensable siquiera. 

El PRI, ha perdido tres veces la presidencia de la república, ha perdido el rumbo y su razón de existir; ya el doctor José Narro ha advertido que muchos de sus militantes están pensando seriamente someterse a la voluntad del presidente y esto puede ser cierto o no, pero si refleja lo dicho en líneas anteriores. No hay fe verdadera en que el instituto, se recupere; únicamente los ingenuos pueden creer esto. Tienen las elecciones de 2021, que van a poner a prueba a los priistas y creo sinceramente que no van a pasar la misma. Para el 2024 con estas perspectivas reales se ve muy difícil que puedan llegar fortalecidos más bien más disminuidos. La vez anterior tardaron 12 años en regresar al poder presidencial, pero dudo mucho que aguanten otros 12 o 18 años como partido competitivo.

Sin el presupuesto público en sus manos y de manera discrecional, sin militantes como antaño, sin fe, sin dejar las prácticas fraudulentas y con una división interna virulenta el escenario es más claro por la decadencia sin remedio del partido, que, una renovación o una refundación. La existencia del PRI, es tanto como si existieran los dinosaurios. ¿Quién o quienes en su sano juicio creerían en ello ante las evidencias devastadoras?

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