sábado, 22 de junio de 2019

EL PANISMO COMO OPOSICIÓN





El panismo en algún momento de la historia política de México, se condujo con ética y una moral acorde a sus declaraciones. Pero tan luego llegaron al poder político se mostraron como una turba sedienta de placeres mundanos, sedienta de vanidad, sedienta de dinero publica para fines privados. En resumen, se corrompieron y se pusieron los ropajes del priismo que les quedó a la medida. Tuvieron doce años para hacer una transición política del Presidencialismo hacia la democracia. Desafortunadamente para el Estado mexicano se envilecieron al grado de sentirse iluminados para imponer su moral religiosa a través del “Reino de Dios en la Tierra”. Abandonaron la política, en buena medida, para dedicarse a la corrupción mientras cantaban bellos salmos y oraciones.

Tan ocupados estaban en las privatizaciones y en la rapiña sobre el Estado mexicano que nunca lograron percibir los anhelos del pueblo mexicano. Siguieron actuando como si la realidad se debería ajustar a sus delirios y no a ella misma. El resultado fue que se vieron avasallados por la decisión del pueblo a ser meros comparsas de Morena aunque remolones. Han sido relegados a montar una ola que los dejará varados en playas desiertas. ¿Quién en su sano juicio está dispuesto a seguir oyendo las palabras huecas del panismo?, creo que únicamente los despistados.

Los panistas tienen un error fundamental, creerse enviados del Dios católico, creerse cultos, sabios y prudentes cuando dan muestra publica de tener una educación muy paupérrima y una doble y hasta triple moral. Basta con oír a Vicente Fox, a Felipe Calderón, a Diego Fernández de Cevallos o, a Gustavo Madero para darse cabal cuenta que usan, en todo momento, un lenguaje muy similar lleno de improperios (y no se trata de mojigatería), muy básico carente de toda disciplina que requiere la Ciencia Política. Es una vergüenza escuchar sus expresiones que corresponden más a bares y cantinas que los recintos legislativos, los estudios de televisión, foros, entrevistas de todo tipo en radio y televisión. Con todo el reclamo central es su falta de ideas. No tienen la mínima idea de lo que es el Estado en general y menos las circunstancias políticas, económicas y sociales por las que transita la nación mexicana. Son lerdos con ínfulas de sabedores.

Los panistas son tan ciegos a sus fatales errores que no tienen tiempo de reflexionar y recomponerse. Han desplazado a la llorona en todo el territorio nacional y un día si y el otro también lanzan análisis y profecías dignas del Apocalipsis. Por doquier ven males y signos del fin de los tiempos. No hay tales. Los panistas han enloquecido por haber perdido el poder público con el que pretendían hacer una dinastía moral y llenarse los bolsillos de dinero público. Todavía resuena el “¡Animo, Montana!, ¡Lo que dura, dura!, de aquellos gloriosos días en los que se reunían los legisladores panistas para simular que iban a reuniones para bien legislar mientas se daban la gran vida con dinero público con prostitutas y ríos de alcohol y váyase a saber qué cosas más. En fin, el panismo en el poder fue el canto de las sirenas, el vuelo de una golondrina y la mordedura viperina al erario.

Hoy, los panistas se quejan amargamente día y noche de su lamentable situación y quieren endosar esa factura al pueblo, aunque no lo digan y han enfocado sus diatribas contra el gobierno en turno como si ellos mismos no fueran los responsables y culpables de su actual situación. Con su gritería y trompetería vuelven sombría la vida. Son incorregibles.

Ahora bien, los críticos de este gobierno (y, es legal y legítimo que se critique a este gobierno), son los que quedaron sin poder político y los que quedaron en calidad de minoría. Estos sujetos tejedores todos los días nos anuncian el Fin del Mundo; y sin embargo, se sigue viendo a Fox, Calderón, Madero, Fernández de Cevallos y la mayoría de críticos de este gobierno bien alimentados (imagino que hasta nutriólogos tienen), bien vestidos, con todos los bienes y servicios que tienen menester; es decir, tienen su vida perfectamente arreglada con el dinero público. Les debería dar vergüenza decir que luchan por el pueblo y para el pueblo cuando ha sido todo lo contrario, han traicionado al pueblo una y mil veces. Prueba de ello, lo fueron las elecciones de uno de julio de dos mil dieciocho.

Los panistas deberían preocuparse y ocuparse de recomponerse, siempre hace falta una oposición fuerte y no una que sirva únicamente para rounds de sombra muy sin sabor. Pero creo que el histerismo colectivo les impide volver a la cordura y seguirán con sus conductas insanas y sus discursos de odio. Hay una muy mala noticia para ellos, el pueblo ya se dio plena cuenta de quienes actúan en contra de sus intereses y de cómo remediar esos males en las urnas. Mucho me temo que no les alcanzara el tiempo, los recursos humanos, los recursos materiales para llegar fortalecidos a las siguientes elecciones de 2021, que ya están a la vuelta de la esquina.

Los panistas como mexicanos tienen todo el derecho a criticar este gobierno pues esto es sano para todos, pero no tienen derecho a dividir, a mal expresarse, a confundir los cotilleos, las intrigas, las mentiras con la política. La política es la consecución del poder y su conservación básicamente, pero entre más política de calidad se haga mejor le vendrá al pueblo y en ese sentido deberían serenarse y la consecución del poder por el poder y en beneficio de sus intereses particulares.

En resumen, los panistas deberían educarse a un buen nivel y no únicamente ostentar grados y títulos inútiles pues siendo muy lucidores se ven opacados cuando malamente expresan sus ideas descabelladas. Segundo, deberían serenarse, con tanta trompetería y gritería confunden todo y causan falsas alarmas. Tercero, deberían dedicarse a la política de manera profesional y no con el desparpajo que los caracteriza y ello conlleva a separar lo religioso de lo público. Cuarto, abandonar la corrupción y la impunidad como medio de vida. Quinto, buscarse un trabajo cuando no tengan puesto público.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario