El
famoso “mito de la caverna”, de Platón, en donde se encuentran en ella diversas
personas sujetas, mirando hacia una pared y observando como realidad, las
sombras de esa realidad y, en donde solo se puede salir del error a través de
un esfuerzo enorme es perturbador. Con todo, si esto se traslada a la realidad
y se quiere sacar de las sombras a los que viven sujetos a mitos, prejuicios y
a todo un sistema de creencias, resulta aún más perturbador, estéril y hasta peligroso.
No
debe olvidarse las dos ocasiones en que Platón mismo, quiso poner en práctica
su teoría y fue esclavizado por el tirano Dionisio y rescatado por Cirenaico. No
todos tenemos un Cirenaico a la mano. Evidente que, el sistema de creencias en
que se vive hace que no se puedan percibir niveles de realidad más profundos.
La gran mayoría se contenta con vivir en ese refugio que si bien no es un edén,
a lo menos permite tener referencias y lugares comunes.
Cuando
se es joven se puede intentar liberar a los demás, cuando ya se es viejo es un
locura imprudente. Se debe avanzar en completa soledad sin esperar otra cosa
que no sea la soledad personal y escogida. El pensamiento vuela, la realidad se
arrastra y así seguirá siendo per secum secularum hasta que, llegue el fin y el telón caiga.
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