jueves, 27 de junio de 2019

LA POLÍTICA COMO SISTEMA DE CREENCIAS




Nuestra vida descansa sobre todo un sistema de creencias y, esto es muy significativo para entender la realidad, nuestra realidad particular pero también la general. Y, hoy estamos en un cambio de paradigmas., nos hemos vuelto incrédulos de todo al grado de que los conservadores gritan desaforadamente que se acercan tiempos apocalípticos. No hay tal. Otra etapa más de la vida, de la realidad.

Se ha dicho hasta la saciedad que el inicio de la búsqueda de la verdad es la duda en todas sus variantes, pero tal parece que en México lo que menos se quiere es saber la verdad; se quiere fama, dinero, grados académicos o puestos públicos, pero no la verdad. Ahí tenemos el “Talón de Aquiles” del pueblo mexicano, la ignorancia, la fuente de todos los males nacionales. Y, no se crea que las llamadas elites sociales más altas son sabihondas al tipo de Nezahualcóyotl, en realidad son las más ignorantes entre los ignorantes. Únicamente tienen una fe ciega en el libre mercado, son ávidas de los lujos excesivos y se han vuelto huecas, vacías de todo contenido sustantivo realmente germinal de lo bueno, de lo fuerte, son, en resumen, decadentes.

Bien, si la duda es el inicio de la búsqueda de la verdad, debemos preguntarnos ¿Por qué en este pasado inmediato de 2018, el pueblo mexicano en buena medida voto por lo impensable, la llamada izquierda?. Las respuestas que dan nuestros “intelectuales”, son tan inocentes, tan simplonas que harían sonrojar hasta la médula, a un buen pensante. No es como se imaginan estos líderes de opinión que únicamente hay un hartazgo social surgido de los excesos del partido, alguna vez, único de Estado. Hace 30 años, 24, 18, 12, 6 eran los priistas, junto con el Partido Acción Nacional, corruptos en exceso y protegidos por un pacto de impunidad tanto legal como sistémico y durante esos periodos no puedo darse la transición política a pesar de la alternancia en el año 2000, pues siguió (con variantes), vigente el Presidencialismo, aunque decadentes. Los panistas no supieron entender el momento histórico y por consiguiente no pudieron aprovechar su momento. No tuvieron la oportunidad real de ser la vía del cambio, su conservadurismo y su parentesco con el priismo los hundió.

Hay, factores o elementos tanto internos como externos que permitieron el quiebre definitivo del régimen Presidencial. El PRI, nació teniendo como fin ser el nutriente de funcionarios del Estado mexicano en todos sus ámbitos y niveles; ese y no otro era su fin, y de ello dependía su existencia, pero eso se terminó. El Estado mexicano tenía la rectoría de la economía, pero con las privatizaciones esa facultad quedó en la formalidad constitucional, pero se trasladó a las trasnacionales de manera fáctica.  Otro monopolio que tenía el ejecutivo federal era la de ser el mandamás en la política, pero gradualmente ese rubro se fue diluyendo como efecto del surgimiento de diversos partidos políticos. El monopolio político se fracciono y se volvió polvo en las manos del presidente de la república. Un dique más a la democracia lo era la Secretaria de Gobernación, dependiente claro del presidente en turno, pues era ni más ni menos que el Santo Oficio de lo que se podía publicar o no por la prensa y por si esto fuera poco hasta el arte era censurado.

Este totalitarismo se fue minando poco a poco hasta que explotó brutalmente el uno de julio de dos mil dieciocho. Cayó el telón de una puesta en escena y la opinión publica dio un giro de 180 grados. El totalitarismo presidencial creo toda una ideología y practica basada en los anhelos revolucionarios, aunque en la realidad era una “Dictadura blanda”, que se adaptaba a los cambios, pero siempre manteniendo el control social. Tenía pues un sistema de creencias que lo mantenía vigente. Véase en el calendario todos los días de fiesta oficiales y los días de fiesta religiosos y se verá como estas festividades no son otra cosa que tradiciones en las que se creía a pie juntillas. Mucho de estos ha pasado a la historia. Otro echo externo, la caída del Muro de Berlín iba a traer como consecuencia la perdida de la fe en el comunismo y en el socialismo a través de la caída del socialismo real. El Neoliberalismo sin oposición se lanzaría a la conquista del mundo hasta donde dieran sus fuerzas y casi lo logran.

Las expresiones vulgares y comunes en el sistema Presidencial y priista no son más que símbolos de la fe, en la creencia en el régimen. “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”, “El PRI roba, pero deja robar” y “Papá gobierno”. Claramente se ve como existía una complicidad entre partido, gobierno y pueblo que impedía la democracia. “La corrupción somos todos”, y de allí la necesidad de una “Renovación moral” que bullía en las cabezas de los gobiernos corruptos que por lo mismo nunca hacían lo correspondiente para remediar este mal. Hubo la necesidad de que el pueblo saliera de la “caverna”, platónica y viera por sí mismo la realidad y no sus sombras. Las privatizaciones contribuyeron con su cuota de desaliento a la caída del régimen. Mientras más privatizaba el gobierno en turno más desempleados se creaban, mismos que ya no vivían del presupuesto y con ello su fe en el priismo se diluía.

Doce años de gobiernos panistas acrecentaron el descreimiento y la desconfianza en el régimen. El panismo vendió su pasado moral pero inmediatamente que llegó al gobierno se vio que, en la práctica esto no era más que el continuismo del priismo, pues hicieron suya la corrupción y la impunidad, el dúo que tiene anclado el pueblo mexicano en la debilidad. Al panismo se le debe agradecer, a pesar de todo, de llevar hasta su punto de quiebre al sistema político mexicano.

El presidente en turno, Enrique Peña Nieto, lerdo hasta el tuétano también contribuyó a la caída del régimen priista con su enorme torpeza, aunque lo vendieran como el “Salvador de México”, resultó el sepulturero de su propio régimen sin proponérselo. La corrupción y la impunidad son los símbolos de su gobierno. En su sexenio se dio el punto casi final de las privatizaciones y con ello se dejó desnudo al pueblo de todos los derechos que medianamente había conquistado bajo el mismo sistema político priista. La educación privada, la seguridad hecha un desastre, el campo abandonado casi por completo y la vida toda, en franca zozobra. El PRI, que había vivido como pez en el agua fue sacado a la arena de la competencia igualitaria en lo legal, pero con un descreimiento casi total. El resultado no podía ser otro que la derrota. Un pez fuera del agua no tiene oportunidad de vida, sus agallas son para vivir en el agua.

Esa creencia general, se trasladó en la imagen de un caudillo, un mesías como lo diaria Enrique Krauze, claro este tipo de definiciones están torcidas, contaminadas por el pensamiento errado de Thomas Carlyle. Andrés Manuel López Obrador ni es caudillo ni mesías sino un hombre en el que se han depositado los anhelos de una buena parte del pueblo mexicano y tiene todas las virtudes y defectos de la especie humana. No será el salvador ni lograra cambiar al Estado mexicano, esa es una tarea general que compete como ya se vio al pueblo. Morena se ha vuelto la guarida de lo más bajo, incluso del priismo, pero paradójicamente el pueblo en buena medida cree en este partido y su líder moral. Los que creen que el priismo original puede volver a gobernar se engañan.  El crédito de confianza lo mal gastaron y no hay forma de que lo vuelvan a obtener. El amplio puente de confianza que había entre el partido único de Estado está destruido, fuera de servicio.

lunes, 24 de junio de 2019

LA EXISTENCIA Y FIN DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL




El Partido Revolucionario Institucional, nació como una necesidad inmediata de control político sobre todo el pueblo mexicano por parte de los líderes militares revolucionarios que quedaron con vida. Para ello, se apropió de todos los ideales de la revolución y de todos los órganos, instituciones y símbolos patrios. Para fines de los años treintas del siglo XX, ya controlaba casi todo y lo poco que quedaba no tenía mucha importancia.

A la par del control político, se hizo del control económico y social. Los tres grandes sectores (obrero, campesino y popular), aglutinaban a todo el pueblo y ejercían un control férreo a través de los sindicatos, centrales obreras, organizaciones campesinas, caciques y todo tipo de instituciones públicas y de partido. El PRI lo era todo y en su cúspide estaba el presidente en turno que tenía un poder casi absoluto.

Hablar del PRI y del gobierno en sus años dorados son sinónimos. No se sabe dónde empieza el partido y dónde el gobierno. El partido creció bajo el ala poderosa del gobierno, mismo que no permitía la disidencia o la competencia de otro u otros partidos. La fuerza del Estado en todas sus vertientes estaba al servicio del PRI-Gobierno para no permitir la existencia de disidentes. No es extraño que el Derecho sirviera como instrumento de control férreo sobre la población y las cárceles como lugares de expiación de pecados convertidos en delitos. La prueba reina tanto en el Derecho Penal como en el Civil lo era la “confesión”. A confesión de parte, se relevaban a las partes de probar. La confesión era una cuasi sentencia.

Es evidente que, el respeto a las garantías individuales era nulo no se diga a los derechos humanos que por cierto no existían en el texto constitucional pues es hasta el año de 1990 que se crea la Comisión Nacional de Derechos Humanos en México. El Estado mexicano hacia el exterior se acorazó contra las críticas por tanta barbarie a través de la Doctrina Estrada (1930), que manifiesta que México no se pronuncia en contra o a favor sobre la legalidad o legitimidad de un gobierno extranjero y con base en esto tampoco permitía que los Estados extranjeros se pronunciaran contra el Estado mexicano. Se evitaba toda injerencia extranjera.

El poder casi absoluto del Estado permitió al PRI, vivir una bonanza muy larga que ni siquiera tuvo el Partido Comunista en cualquier parte del mundo, incluyendo la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Y, ese control y aislamiento casi absolutos llevo al partido a cometer toda clase de excesos en todos los ámbitos de la vida pública y privada del pueblo mexicano.

La crítica periodística era muy poca y la que había o se alineaba o desaparecía. La Secretaria de Gobernación era el Santo Oficio de lo que se podía ver, oír, leer o hablar en todos los medios de comunicación en todo el territorio nacional. Y, sin critica libre adiós a la esperanza de democracia pues es evidente que no existía la democracia. Un partido por más que aglutine a casi todo el pueblo en tres grandes no puede ser democrático pues representa a una mayoría sin voluntad y sin opciones.

Un hecho, lograron los priistas con esta concentración del poder político en el presidente: la unidad artificial del Estado mexicano. Todo caminaba según la voluntad del presidente en turno bajo la mirada y conducción de la cúpula partidaria. Desde fuera, todo parecía estar en armonía, pero los seres humanos tienen una tendencia, un impulso natural a buscar la libertad y la justicia y a la larga esos dos rubros iban a ser los puntos por los que se iniciaría la caída de este régimen.

La lucha ha sido larga y cruenta para los partidos de oposición y en especial los de izquierda que han sufrido persecuciones, desapariciones, encarcelamientos y muertos por miles. Si 1968 fue el inicio del despertar de la consciencia individual y colectiva, el año de 1988, se puede simbolizar como el año del principio de fin del totalitarismo priista. A todos los dirigentes y militantes de la oposición de las izquierdas se les debe un justo y merecido homenaje por su determinación aun a costa de sus vidas de cambiar el sistema político con todas sus consecuencias.

Con la perdida de la presidencia de la república, en el año 2000 se abre un periodo de incertidumbre de 12 años en las que el Partido Acción Nacional gobernó con el sistema presidencial con su sello particular de mezclar su moral (doble o triple según convenía) con la política, esto llevó al Presidencialismo a otro grado de agotamiento. Para cuando el PRI vuelve a ganar las elecciones en 2012, el terreno que volvía a pisar ya olía por todos lados a apertura, mundialización, globalización, escrutinio foráneo, redes sociales sin control, democracia y un repudio general por la corrupción y el pasado ominoso. No lo entendieron los priistas y creyeron que, el régimen podía seguir funcionando. Con todo, el fin para lo que fue creado el instituto político, había desaparecido. No había más Presidencialismo, este había perdido los monopolios de dirigir la política, la economía, el periodismo y las ideas y conducta del pueblo. La Doctrina Estrada fue hecha añicos.

En el campo de Derecho, se eliminó la prueba “confesional”, tanto en el ámbito penal como en el civil. El Derecho se había vuelto científico y había que probar las declaraciones (anteriormente confesiones), por todos los medios para que no quedara duda o esta fuera mínima en los procesos legales. Las sentencias variaron y como consecuencia, las tesis y la jurisprudencia iniciaron lentamente una metamorfosis hacia la legalidad dinámica contra la estática de ilegalidad anterior. Esto no significa que no se cometan errores y muchas veces graves, pero por lo manos hay un cambio de paradigma. Únicamente en el mundo ideal no puede haber errores, pero es muy cándido.

Hoy, el PRI, no solo no tiene rumbo sino razón de ser, ese Estado mexicano liderado por un presidente en turno bajo el régimen Presidencial se ha ido, ha desparecido. Un síntoma de ello son las críticas que se pueden hacer presidente y hasta las ofensas sin represalias más que las que se hacen por fanáticos en la realidad real o la realidad virtual. Antes eso era impensable siquiera. 

El PRI, ha perdido tres veces la presidencia de la república, ha perdido el rumbo y su razón de existir; ya el doctor José Narro ha advertido que muchos de sus militantes están pensando seriamente someterse a la voluntad del presidente y esto puede ser cierto o no, pero si refleja lo dicho en líneas anteriores. No hay fe verdadera en que el instituto, se recupere; únicamente los ingenuos pueden creer esto. Tienen las elecciones de 2021, que van a poner a prueba a los priistas y creo sinceramente que no van a pasar la misma. Para el 2024 con estas perspectivas reales se ve muy difícil que puedan llegar fortalecidos más bien más disminuidos. La vez anterior tardaron 12 años en regresar al poder presidencial, pero dudo mucho que aguanten otros 12 o 18 años como partido competitivo.

Sin el presupuesto público en sus manos y de manera discrecional, sin militantes como antaño, sin fe, sin dejar las prácticas fraudulentas y con una división interna virulenta el escenario es más claro por la decadencia sin remedio del partido, que, una renovación o una refundación. La existencia del PRI, es tanto como si existieran los dinosaurios. ¿Quién o quienes en su sano juicio creerían en ello ante las evidencias devastadoras?

sábado, 22 de junio de 2019

EL PANISMO COMO OPOSICIÓN





El panismo en algún momento de la historia política de México, se condujo con ética y una moral acorde a sus declaraciones. Pero tan luego llegaron al poder político se mostraron como una turba sedienta de placeres mundanos, sedienta de vanidad, sedienta de dinero publica para fines privados. En resumen, se corrompieron y se pusieron los ropajes del priismo que les quedó a la medida. Tuvieron doce años para hacer una transición política del Presidencialismo hacia la democracia. Desafortunadamente para el Estado mexicano se envilecieron al grado de sentirse iluminados para imponer su moral religiosa a través del “Reino de Dios en la Tierra”. Abandonaron la política, en buena medida, para dedicarse a la corrupción mientras cantaban bellos salmos y oraciones.

Tan ocupados estaban en las privatizaciones y en la rapiña sobre el Estado mexicano que nunca lograron percibir los anhelos del pueblo mexicano. Siguieron actuando como si la realidad se debería ajustar a sus delirios y no a ella misma. El resultado fue que se vieron avasallados por la decisión del pueblo a ser meros comparsas de Morena aunque remolones. Han sido relegados a montar una ola que los dejará varados en playas desiertas. ¿Quién en su sano juicio está dispuesto a seguir oyendo las palabras huecas del panismo?, creo que únicamente los despistados.

Los panistas tienen un error fundamental, creerse enviados del Dios católico, creerse cultos, sabios y prudentes cuando dan muestra publica de tener una educación muy paupérrima y una doble y hasta triple moral. Basta con oír a Vicente Fox, a Felipe Calderón, a Diego Fernández de Cevallos o, a Gustavo Madero para darse cabal cuenta que usan, en todo momento, un lenguaje muy similar lleno de improperios (y no se trata de mojigatería), muy básico carente de toda disciplina que requiere la Ciencia Política. Es una vergüenza escuchar sus expresiones que corresponden más a bares y cantinas que los recintos legislativos, los estudios de televisión, foros, entrevistas de todo tipo en radio y televisión. Con todo el reclamo central es su falta de ideas. No tienen la mínima idea de lo que es el Estado en general y menos las circunstancias políticas, económicas y sociales por las que transita la nación mexicana. Son lerdos con ínfulas de sabedores.

Los panistas son tan ciegos a sus fatales errores que no tienen tiempo de reflexionar y recomponerse. Han desplazado a la llorona en todo el territorio nacional y un día si y el otro también lanzan análisis y profecías dignas del Apocalipsis. Por doquier ven males y signos del fin de los tiempos. No hay tales. Los panistas han enloquecido por haber perdido el poder público con el que pretendían hacer una dinastía moral y llenarse los bolsillos de dinero público. Todavía resuena el “¡Animo, Montana!, ¡Lo que dura, dura!, de aquellos gloriosos días en los que se reunían los legisladores panistas para simular que iban a reuniones para bien legislar mientas se daban la gran vida con dinero público con prostitutas y ríos de alcohol y váyase a saber qué cosas más. En fin, el panismo en el poder fue el canto de las sirenas, el vuelo de una golondrina y la mordedura viperina al erario.

Hoy, los panistas se quejan amargamente día y noche de su lamentable situación y quieren endosar esa factura al pueblo, aunque no lo digan y han enfocado sus diatribas contra el gobierno en turno como si ellos mismos no fueran los responsables y culpables de su actual situación. Con su gritería y trompetería vuelven sombría la vida. Son incorregibles.

Ahora bien, los críticos de este gobierno (y, es legal y legítimo que se critique a este gobierno), son los que quedaron sin poder político y los que quedaron en calidad de minoría. Estos sujetos tejedores todos los días nos anuncian el Fin del Mundo; y sin embargo, se sigue viendo a Fox, Calderón, Madero, Fernández de Cevallos y la mayoría de críticos de este gobierno bien alimentados (imagino que hasta nutriólogos tienen), bien vestidos, con todos los bienes y servicios que tienen menester; es decir, tienen su vida perfectamente arreglada con el dinero público. Les debería dar vergüenza decir que luchan por el pueblo y para el pueblo cuando ha sido todo lo contrario, han traicionado al pueblo una y mil veces. Prueba de ello, lo fueron las elecciones de uno de julio de dos mil dieciocho.

Los panistas deberían preocuparse y ocuparse de recomponerse, siempre hace falta una oposición fuerte y no una que sirva únicamente para rounds de sombra muy sin sabor. Pero creo que el histerismo colectivo les impide volver a la cordura y seguirán con sus conductas insanas y sus discursos de odio. Hay una muy mala noticia para ellos, el pueblo ya se dio plena cuenta de quienes actúan en contra de sus intereses y de cómo remediar esos males en las urnas. Mucho me temo que no les alcanzara el tiempo, los recursos humanos, los recursos materiales para llegar fortalecidos a las siguientes elecciones de 2021, que ya están a la vuelta de la esquina.

Los panistas como mexicanos tienen todo el derecho a criticar este gobierno pues esto es sano para todos, pero no tienen derecho a dividir, a mal expresarse, a confundir los cotilleos, las intrigas, las mentiras con la política. La política es la consecución del poder y su conservación básicamente, pero entre más política de calidad se haga mejor le vendrá al pueblo y en ese sentido deberían serenarse y la consecución del poder por el poder y en beneficio de sus intereses particulares.

En resumen, los panistas deberían educarse a un buen nivel y no únicamente ostentar grados y títulos inútiles pues siendo muy lucidores se ven opacados cuando malamente expresan sus ideas descabelladas. Segundo, deberían serenarse, con tanta trompetería y gritería confunden todo y causan falsas alarmas. Tercero, deberían dedicarse a la política de manera profesional y no con el desparpajo que los caracteriza y ello conlleva a separar lo religioso de lo público. Cuarto, abandonar la corrupción y la impunidad como medio de vida. Quinto, buscarse un trabajo cuando no tengan puesto público.

jueves, 20 de junio de 2019

EL MITO DE LA CAVERNA EN LA PRÁCTICA




El famoso “mito de la caverna”, de Platón, en donde se encuentran en ella diversas personas sujetas, mirando hacia una pared y observando como realidad, las sombras de esa realidad y, en donde solo se puede salir del error a través de un esfuerzo enorme es perturbador. Con todo, si esto se traslada a la realidad y se quiere sacar de las sombras a los que viven sujetos a mitos, prejuicios y a todo un sistema de creencias, resulta aún más perturbador, estéril y hasta peligroso.

No debe olvidarse las dos ocasiones en que Platón mismo, quiso poner en práctica su teoría y fue esclavizado por el tirano Dionisio y rescatado por Cirenaico. No todos tenemos un Cirenaico a la mano. Evidente que, el sistema de creencias en que se vive hace que no se puedan percibir niveles de realidad más profundos. La gran mayoría se contenta con vivir en ese refugio que si bien no es un edén, a lo menos permite tener referencias y lugares comunes.

Cuando se es joven se puede intentar liberar a los demás, cuando ya se es viejo es un locura imprudente. Se debe avanzar en completa soledad sin esperar otra cosa que no sea la soledad personal y escogida. El pensamiento vuela, la realidad se arrastra y así seguirá siendo per secum secularum hasta que, llegue el fin y el telón caiga.

miércoles, 19 de junio de 2019

LA QUIEBRA MORAL DEL SISTEMA POLÍTICO MEXICANO




El sistema político mexicano desde los años sesentas del siglo XX, mostraba su totalitarismo a través de la fuerza, pero también su decadencia moral. Podría pensarse que, lo moral no tiene que ver con la política pues son áreas distintas del saber, pero esto es falso porque el ser humano es una unidad hecha de diferentes impulsos, creencias falsas o verdaderas, es una unidad compleja.

La ambición desmedida de los gobernantes priistas se desbordo pues no había un dique que pudiera contener el despliegue de esa ambición desde el partido único de Estado como del gobierno emanado de ese instituto político y que prácticamente eran una unidad dividida únicamente en lo formal pues en la realidad actuaban bajo concierto y protegidos por las leyes que ellos mismos imponían y en primera y última instancia sostenidos por la fuerza del Estado.

No se crea que a los propios priistas no les calo honda su propia corrupción e impunidad. Miguel de la Madrid Hurtado presidente de 1982-1988, ofreció una “Renovación Moral”, misma que quedó como una buena intención pues nunca llevo a cabo acciones en contra de la corrupción sino actos mediáticos como el encarcelamiento de Arturo Durazo Moreno y el de Jorge Díaz Serrano. Esta pre-ocupación, pero nunca ocupación de combatir a la corrupción y su correlato la impunidad fueron un par de elementos que fueron minando mortalmente a los políticos mexicanos del Partido Revolucionario Institucional y con la mundialización de la economía y la globalización de los pueblos se estaba preparando la caída del Presidencialismo.

A pesar de la decadencia moral de los políticos mexicanos, el pueblo ede3 México no estaba preparado para darse un gobierno bueno o malo por sí mismo. El miedo a las izquierdas llevaba al paroxismo tanto a priistas como a panistas y contaminaban con ese mismo miedo al pueblo mexicano. Una sola salida quedaba, votar en contra del Partido Revolucionario Institucional y que quedara el Partido Acción Nacional como garante de la continuidad del sistema político, económico y social con la esperanza si no de una renovación moral a lo menos de una baja en la corrupción e impunidad.

Si los panistas hubieran logrado contener sus ansias de poder público por el poder público, su corrupción e impunidad hubieran logrado imponer un nuevo sistema político, pero en los 12 años que duraron el poder contribuyeron con su decadencia al quiebre definitivo del régimen que heredaron. Son bien conocidos sus excesos, sus traiciones al pueblo, su corrupción sin medida como para volverlos a contar. Y, esta es una loza sepulcral que ignoraron en las elecciones del 1 de julio de 2018. Ciegos y soberbios ante sus propias responsabilidades y culpabilidades creyeron que podrían volver a gobernar al Estado mexicano. La historia es otra y bien conocida. Sin embargo, siguen sin aceptar sus responsabilidades y culpabilidades pasadas y presentes y actúan como si no hubieran sido los responsables y culpables de la quiebra moral del Estado mexicano.

Es cierto que la decadencia venía desde décadas atrás, pero los panistas ni supieron ni pudieron con la responsabilidad de frenar la corrupción y la impunidad. Por el contrario, se envolvieron en las mismas y se lanzaron al vacío esperando vanamente caer sin romperse o sufrir daño alguno. No se dieron cuenta que la sociedad estaba cambiando vertiginosamente y que en ello les iba su destino.

La moral panista como se ha visto es una moral formal pero que no aplican en la realidad. Ávidos de poder político y económico, los panistas se lanzaron a la rapiña publica sin ningún recato pensando que iban a durar por lo menos de 20 a 30 años en el poder. No fue así y hoy sufren las consecuencias y se engañan a sí mismos con cuentos infantiles sin ningún sustento real. Confunden el cotilleo, las intrigas, las descalificaciones, las mentiras con la política misma, la verdadera política que les daría una esperanza de conseguir volver no ya al poder sino a comenzar a tener credibilidad ante la ciudadanía. Vienen las elecciones del 2021 y esa será otra prueba de fuego tanto para priistas como para los panistas. Si verdaderamente no hacen buena política estarán en serio riesgo de caer en las votaciones.

El panismo debe aceptar que en sus manos se llegó al quiebre moral total con resultados desastrosos porque enarbolaban la moral católica que los hacia engañar al pueblo y lucir como una esperanza de evitar mayor decadencia. No fue así, ya estando en el poder político lo utilizaron para llenarse los bolsillos y las cuentas bancarias de dinero público y atesorar vienen inmuebles y muebles de manera escandalosa. Compitieron con los priistas la deshonrosa calidad de corrupción. El resultado fue un desastre para todos.

La privatización llevada a cabo por los priistas y panistas llevó al Estado mexicano a su desmantelamiento, a su debilidad más profunda. Y, esa responsabilidad y culpabilidad, por lo menos moral, deben aceptarla para su propia sanación y la de los demás. Ahora bien, se debe acotar esa responsabilidad a los estrictamente correspondiente porque no es licito ni moral responsabilizar y culpar de lo que ya no les corresponde.

El Estado mexicano, el gobierno y el pueblo necesitan una oposición fuerte, democrática, clara en sus metas y en sus procedimientos y para ello se debe preparar el panismo. Lo que resta del perredismo y del priismo desaparecerá gradualmente no así el conservadurismo que es propio de un pueblo tan dado a ser religioso, aunque moralmente torcido. En efecto, el panismo late en una buena parte del pueblo mexicano no así el priismo que ya no tiene un fin pues su fin era ser el partido único de Estado y eso se terminó. Por su parte el perredismo, tan profundamente disminuido, se ira integrando a Morena pues su fin de cambiar de régimen político lo abandonó y lo retomo Morena.

Por el momento, no se ve como la oposición haga mella significativa al nuevo sistema político que va dando tumbos (eso es normal en una transición), pero que no se detiene. Esto, no es obra de una sola persona simbolizada en el presidente de la república y aquí, estriba la ceguera dela oposición, sino de una buena parte del pueblo que, dio claras señales de lo que no quería y de lo que si quiere.

La última vez que el pueblo llano participo en una transición lo hizo en la revolución de 1910, contra la dictadura personal de Porfirio Díaz, pero ese triunfo le fue arrebatado para construir una dictadura de un partido único de Estado. El pueblo debe estar vigilante y actuante para observar los errores, corregirlos con acciones políticas, en las urnas y por todos los medios que estén a su alcance como su soberanía activa.

sábado, 15 de junio de 2019

EL ABECEDARIO Y LOS NÚMEROS




A menudo ignoramos los inventos o descubrimientos de los seres humanos: tales son los casos del Abecedario y los números. El alfabeto español en México tiene veintisiete letras, de las cuales cinco son vocales. Los números son diez y de ahí se derivan todas las cantidades inimaginables y eso es una maravilla.

Con veintisiete letras podemos expresar pálidamente nuestros pensamientos y los muy avezados pueden sorprendernos con poemas, obras literarias, científicas y filosóficas. ¿Se imaginan que no pudiéramos expresarnos con palabras?. Nuestra vida sería mucho más difícil. La cultura simplemente decaería en grados inimaginables. Nuestra vida diría sería más tortuosa. La violencia se haría mucho más grande por hechos que hoy consideraríamos intrascendentes o de poca importancia. Las palabras escritas o habladas son de vital importancia para los seres humanos y, es cierto que hay un lado siniestro en la Humanidad que nos horroriza pero no se puede negar que las palabras bien construidas y usadas pueden llegar a lo sublime y, a conmover al o a los lectores u oyentes.

Por su parte, los numero del cero al nueve son la base del sistema decimal (existen otros sistemas), y con ellos podemos expresar a realidad desde las matemáticas o la física. Pueden medirse y, expresarse grandes distancias y entender el diseño de la realidad. Antaño se creía que el Universo tenía un diseño divino y que las matemáticas era el lenguaje de esa divinidad. Hoy no creeríamos en tan bella aseveración pero eso no le quita lo maravilloso que resulta expresar con tan pocos números la realidad. No sabemos lo que en el futuro se pueda descubrir o inventar con los números pero es seguro que seguirá siendo asombroso.

Si se piensa en el alfabeto y en los números no se podrá menos que asombrarse que, con tan pocos elementos que contienen ambos sistemas de expresión humana se pueda comunicar los pensamientos y la realidad. Pero no únicamente se pueden expresar los pensamientos y, entender la realidad desde las matemáticas y la física sino que también se puede cambiar, transformar la realidad y eso ya es bastante.