En
toda la historia de la Humanidad no se encuentra un pueblo que no necesite de
los mitos, del engaño colectivo. Sin embargo, hay grados de necesidad del
engaño. En México hemos tenido buenas cabezas y buenos seres humanos prácticos.
Con todo, campea el engaño y más el auto engaño en nosotros como individuos y
como pueblo.
Nos
imaginamos buenos sujetos y que los demás son los malos. Nos creemos acreedores
de lo mejor sin querer aportar el mínimo esfuerzo. Toda nuestra vida es casi exterior,
pocas veces interior. En resumen, no nos conocemos. Más aun, no queremos
conocernos pues sospechamos toda nuestra negatividad. Para nosotros este mundo
es un pecado eterno y esperamos ser redimidos en el mas allá imaginario.
Chava
Flores, nuestro querido Chava Flores, sabia esto y nos lo echo en cara de una
manera jocosa y amable: “A que le tiras ¿Cuándo sueñas mexicano?”, pero lo
tomamos a broma y reímos de buena gana. ¿No es hora de ponernos como pueblo,
serios?. Si fracasamos en conjunto es por los estadounidenses y si en lo
individual es por el vecino o los amigos. Siempre es el otro nunca uno ni como
pueblo ni como individuos. Vaya engaño.
Debo
admitir que yo vivía dogmáticamente hasta que cumplí los doce años de edad. A partir
de ahí, quise y quiero la verdad por mala que esta sea. Que realidad se encuentra
en estas circunstancias. Nos negamos a buscar y enfrentar la realidad. En cada
paso que hemos dado para bien y para mal siempre henos sido nosotros como
pueblo o como individuos los responsables. Pero insistimos hasta la saciedad a
culpar a los demás, somos irresponsables, adolescentes que vivimos del crédito del
mundo.
Los
hijos, los jóvenes viven del crédito paterno y materno y creen tener en su favor
todos los derechos del mundo; así somos como pueblo nos creemos merecedores del
fruto que otros siembran. Que el gobierno arregle todas mis necesidades que
para eso soy el pueblo soberano. Pero precisamente cuando un Estado es grande
es cuando sus ciudadanos aportan lo mejor se si y su gobierno es concordante.
Por
desgracia, esto ocurre, donde no debería ocurrir, en las cabezas que guían al
pueblo. Los políticos mexicanos son como los del resto del mundo, lerdos,
tontos en suma en el pensar como en el actuar, pero se complican en no saber
implementar una política que camine sobre los rieles del saber mandar sino en
el de saber cómo enriquecerse con toda impunidad, rezando porque esto sea per
secum secularum y en eso fallan. Tienen en sus cabezas y en la práctica una política
de la decadencia, de la falsedad. Los gringos son estúpidos, pero no se engañan
con la política que deben seguir. Tienen sus Calígulas y sus Nerones pero el
sistema funciona. La pregunta es, ¿podemos ser por lo menos como los tebanos
ante los espartanos?. Creo que tenemos en potencia mayor riqueza en todo ante
los gringos, son vulnerables a mas no poder.
Sería
bueno hacer un Génesis del pueblo mexicano y una teleología del mismo para
aclarar algunos entuertos. No más ser el patio trasero ni los primos incomodos.
No más ideologías opresoras, de todos modos, moriremos algún día pero que no
sea de rodillas. Si l clase política mexicana es lerda y sumisa el pueblo no
tiene por qué serlo. Busquemos el futuro sin olvida r el pasado. Cuando
Moctezuma ya no representaba al imperio fue apedreado y murió. ¡Qué diablos!,
no debemos estar sujetos al gobierno sino al revés. Lo que hoy es una visión,
un proyecto un día será realidad.
El
pueblo mexicano no desmerece ante ninguno del mundo. Que ha tenido sus
flaquezas y sus desvaríos ni qué dudarlo, pero eso no significa que no pueda
retomar su grandeza futura. Les toca a los políticos y, hay que crearlos y fórmalos,
hacer realidad lo planteado. No importa el sacrificio ni las circunstancias.
Una visión y una meta, es todo. No existe Dios ni el Diablo. No confiamos en
Dios ni en la otra idea del Diablo, somos nosotros y siempre lo seremos. Vamos
a forjar una nación como nunca se ha conocido y eso lleva su tiempo. La nación mexicana
debe ser libre y amigable pero nunca sierva. Se tendrá que enseñar que el
pueblo determina al Estado y no lo contrario.
Nuestro
modelo no debe ser Esparta sino el mexicano prehispánico, ahí radica el tesoro
y la fuerza que mira el futuro, que lo busca incansablemente. No nos engañemos
en lo principal. No más “División de poderes”, sino una estructura del Estado
mexicano con su propia naturaleza y funcionamiento propios.
Sé
que mi filosofía es demasiado atrevida, fuerte e inusual, pero se tendrá que
seguir si se quiere salir del vasallaje. Qué más da. ¿Qué esperaban de mí?. ¿Qué
espero de ustedes?. Un eco que se repita en todas las cabezas de los mexicanos,
unidad en todo momento sin conservadurismo. Ese pensar, ese ser así no me llega
del exterior es tan nativo como lo ha sido este pueblo en su diversidad.
Recuerdo
cuando me quite la autoridad de un Dios como idea, después de mi padre y madre
y este dulce abandono de la dependencia no me abandonará “never more”. Ese
vivir sin Dioses ni Amos se tiene que hacer realidad ahora y después. Por ahora
es suficiente.
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