Una
sociedad necesita mitos (cuentos), y una idiosincrasia (conjunto de ideas,
prejuicio y comportamientos) para conducirse durante largo tiempo y de común se
cree que son correctos y verdaderos. La gran mayoría están atrapados por estos
estereotipos de ser y nunca logran desentrañar que ellos mismos son así por
haber adoptado esa idiosincrasia de manera acrítica.
La
segmentación de la sociedad permite el control de los que detentan el poder político
y económico. Los derechos son para los que son correctos en la medida que se
impone una idiosincrasia. La forma más poderosa de control proviene del uso indiscriminado
de las palabras. Las palabras no son simples construcciones por medio de las
cuales se expresan ideas sino también sentimientos de amor o de odio y las que
se les carga de odio tienen un fuerte explosivo que daña y paraliza a los que
va dirigidos.
La
palabra indio aunque es el gentilicio
de los nacidos en la India, es utilizada muy comúnmente para denigrar a las
personas de condición modesta monetariamente hablando. Lo mismo pasa con las
palabras jodido, puta, puto, idiota y
otras similares. Es raro que una sociedad determinada reflexione sobre su forma
de ser más bien justifica lo injustificable, lo absurdo, dando un rodeo para no
aceptar que está equivocada en su sus falsas ideas y en su proceder.
Si
en algún momento una sociedad como la mexicana reflexionara se daría cabal cuenta
que su idiosincrasia es un obstáculo para su desarrollo pleno. Esa idiosincrasia
es el fiel reflejo de su fracaso. Ese odio de alacrán venenoso que esparce por
cualquier medio es el mismo que se inyecta la sociedad en las venas, directo al
corazón y cerebro. No importa si se tiene las apariencias de un fino caballero
o de una dulce dama o el aspecto de barrio de pueblo llano el mismo defecto los
corroe.
No
nos damos cuenta de nuestro comportamiento canalla que nos arrastra hacia la
ignominia que ya no nos abandonará. Todos contribuimos a alimentar ese monstruo
insaciable del odio que debemos escupir a la menor provocación. Una sociedad perfecta
es imposible pero si es posible su mejoramiento constante para a lo menos ir
saneando las grietas que abrimos en la sociedad y en los seres humanos en
particular.
No
todo es un desastre, por entre la sociedad caminan personas que, ven claramente
estos defectos y dan su opinión y su acción para corregirlos. No son seres
extraordinarios sino personas preclaras que inmediatamente ven las paradojas,
las ironías y los absurdos pues generalmente los insultos y humillaciones se
lanzan contra los más débiles; ¿eso no es muestra de una gran cobardía?. ¿Por
qué no me sorprende?
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