lunes, 4 de febrero de 2019

EL IMPERIO MEXICANO Y LA FALTA DE UNIDAD E IDENTIDAD



EL IMPERIO MEXICANO Y LA FALTA DE UNIDAD E IDENTIDAD

El pueblo mexicano llegó tarde al Anáhuac y en concreto, a los lagos donde por fin se asentaron. El primero en tiempo es primero en Derecho, y como consecuencia fueron relegados a los islotes de peor calidad en donde no había mucho de donde agarra en cuento a fauna, flores y todo tipo de recursos para la vida. Ante estas circunstancias tuvieron que superar estas carencias con ingenio pero también se fue forjando en su mente una fiereza pocas veces vistas en el mundo.

Pasaron de ser esclavos de los de Culhuacán a el pueblo dominante de las costas del Atlántico a las del Pacifico y desde las colindancia del pueblo de Michoacán hasta Centroamérica con un gran número de pueblos sojuzgados que sin embargo, querían mantener su identidad e independencia. Pero el imperio mexicano a través de sus tlatoanis se negó a dejar de señorear. Se habían convertido en un pueblo guerrero con un valor inaudito pero también con una crueldad inaudita.

Los dioses que tenían y, en especial Huitzilopochtli representan el lado bárbaro del pueblo mexicano; este dios no es un divinidad material ni siquiera es un dios sino el desvío y la proyección que hacen los pueblos para evitar verse a sí mismos, como los continentes de una forma de ser crueles, malos si se quiere y crean dioses para poder descargar esa responsabilidad o culpa delas acciones más bárbaras como el asesinato, el esclavismo o la antropofagia como lo es en el caso del pueblo mexicano antiguo.

Como cualquiera otro pueblo, los mexicanos tuvieron la parte buena en la representación de Quetzalcóatl, quien se dice fue un ser humano elevado a la categoría divina; otros aseveran que era un dios. En todo caso, simboliza la prudencia, la templanza, la racionalidad que sabe que los sacrificios humanos son una aberración al punto de voltear la aceza al insinuársele un sacrificio humano en su honor. Esta ambivalencia se encuentra en todos los pueblos antiguos y contemporáneos. Los principios del bien y del mal siempre están presentes en los pueblos en forma de seres poderosos, poniéndose el símbolo del bien por encima del mal. Puros desvíos de la verdad y de la realidad.

Bien, el pueblo mexicano nunca imagino una mala fortuna y, esto pasa a menudo  en la vida. Y, quizá aunque hubieran tenido el fin de lograr un solo pueblo con una identidad no lo hubieran podido lograr nunca; la gran diversidad de pueblos era un impedimento que únicamente trescientos años más tardes desde la revolución de los pueblos sometidos o aliados encabezada por los españoles fue posible lograr con su gran problemática actual. La riqueza cultural representa sus propios problemas.

Una dictadura tan rigurosa sostenida con los métodos más crueles no podía menos que mantener la llama del odio en los pueblos sometidos aunque soterradamente y a veces públicamente con su consiguiente guerra y generalmente sometimiento y sacrificio de los rebeldes en el altar de Huitzilopochtli en donde se les extraía el corazón.

El lujo excesivo con el que ya vivía la nobleza mexicana devoraba los impuestos que se les cobraban a los pueblos sometidos que eran cargados con más impuestos cuando era necesario. Esto en obviedad no gustaba a los pueblos que veían mermada su ganancia por el trabajo propio.

El pueblo mexicano cree por lo general verdades oficiales o preñadas de ideología. La historia de los pueblos prehispánicos ha quedado en la bruma por haberse perdido voluntaria o involuntariamente los códices, edificios y todo lo que pudiera darnos luz sobre el tema. Bien, no hay que crear dramas esto es así y punto. Con todo, es menester zambullirse en la historia mexicana para darse cuenta clara que, lo que resulto en una conquista de una revolución de la mayoría de los pueblos sojuzgados por los mexicanos y, si bien esta revolución fue encabezada por los españoles y finalmente cayeron todos los pueblos aliados en la servidumbre; no menos cierto es que sin los aliados los españoles no hubieran logrado un solo triunfo y mucho menos la caída de México-Tenochtitlan.

De común también se cree que los españoles fueron superiores en valor, en estrategias, en armamento, en inteligencia, política y derecho; no es así, los mimos españoles han dejado constancia de su asombro ante la cultura mexicana. Si bien como toda cultura es posible su perfeccionamiento.  Y, sin embargo, hubiera sido maravilloso que los mexicanos pudieran haber desarrollado su cultura en todo su esplendor. Todo queda en las especulaciones fundamentadas en la historia.

Como consecuencia de unidad e identidad el pueblo mexicano no pudo sostener su imperio. Su política de duro gobierno contra los demás pueblos le acarreó el odio de la mayoría que en combinación de la política de Hernán Cortés iban a dar como fin el fin del imperio mexicano. Conseguir la unidad e identidad no es fácil y generalmente se hace con engaños, mitos o por la fuerza y nunca es plena. La unidad del imperio mexicano era artificial, sostenida por las armas y nunca hubo identidad ante tanta diversidad de pueblos que querían su libertad.

Esa falta de unidad e identidad se verá reflejada en los años de la república mexicana en el siglo XIX, después de la revolución de independencia de 1810, que impidió que se perdiera más de la mitad del territorio mexicano. La historia no es un puñado de hechos inconexos sino de una larga unidad de los mismos que dan sus resultados concretos.

Si hay que estudiar la historia mundial y en especial la mexicana debe ser libre de ideologías (Las ideologías oscurecen la verdad), y libre de prejuicios. Si bien se ha perdido la mayoría de documentos sobre administración pública, poesía, literatura, arte en general, filosofía, la estructura social, la ética y todo lo que produjo la cultura mexicana y en general de los pueblos prehispánicos lo que hay, es suficiente para liberarnos de los prejuicios e historia ideológica que se nos presenta como verdad.


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