Hemos
de reconocer, si queremos encontrar la verdad, que somos, en general, malos jueces de nuestro propio tiempo. De común se ve
y escucha a la mayoría de los involucrados en la política decir su parecer
respecto al estado actual de la misma con mucho desatino y no se diga de
periodistas, comunicólogos, analistas nacionales e internacionales. A todos nos
pilló desprevenidos el triunfo de Andrés Manuel López Obrador y mucho me temo que
la gran mayoría no ha logrado digerir este hecho insólito. Esto es normal pero
se debe de tratar a lo menos de entender estos momentos de crisis.
Un
régimen, se quiera o no, moldea la forma de ser de los gobernados y estos se acostumbran
tanto a esta forma de ser que cualquier cambio les parece una catástrofe, el Apocalipsis
en determinados casos, no haya tal. Es la resistencia natural al cambio. La
psiquis de cada uno se niega al cambio cuando se está acostumbrado a
determinadas circunstancias. Para los que desean el cambio se liberan de sus
cadenas mentales y gradualmente se inicia la destrucción del antiguo régimen y
la construcción de otro nuevo. Este nuevo régimen puede ser bueno o malo según los
intereses de la mayoría y lo más seguro es que esa mayoría no pueda ver lo que
iniciaron. El camino es largo y ninguno sabe en que se decantará lo iniciado.
El
análisis de las tres anteriores transformaciones nos dan la pauta para sondear cómo
se han hecho y la verdad no se puede menos que decir que, como nación se ha
hecho mal o por lo menos a medias como se quiera ver. En la primera transformación
hubo una guerra fratricida, desorden, mala economía y pérdida de más de la
mitad del territorio. En la segunda transformación hubo una guerra fratricida,
desorden, mala economía y derivó en una dictadura. En la tercera transformación
hubo una guerra fratricida, desorden, mala economía y derivó en la dictadura
del partid único de Estado.
Esta
cuarta transformación esta en sus germen y tanto los que la apoyan como sus
detractores fallan en sus apreciaciones tanto por su desbordado entusiasmo y su
agria aversión. Bien se puede decir que esta cuarta transformación ni lograra
todo lo que se espera. Con todo ni una ni otra parte cejaran en sus pretensiones
y esto necesariamente dará como resultado la construcción del nuevo régimen.
Sera necesario esperar que las futuras generaciones nos juzguen ya calmados los
ánimos y con la frialdad necesaria.
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