domingo, 16 de marzo de 2014

PRIORIDADES Y FINALIDADES




El sistema político en México ha permeado sus corrupción hacia todos lados; no es casual que los demás ámbitos estén tan contaminados al punto de no poder realizar sus fines. Así, el sistema educativo se ha politizado tanto desde el gobierno que los maestros se han distraído de su quehacer y se han volcado como reacción hacia la política. No es raro ver a maestros como diputados locales o federales o usando a los pocos pero corruptos sindicatos para hacer política. Esto pasa en todas las instituciones públicas. El Seguro Social es otra institución atrapada en la corrupción y así se puede ir dando una larga lista de instituciones que siguen la misma suerte.

Por si esto fuera poco Pemex es el botín particular del sindicato petrolero o mejor dicho de su cúpula sindical. El robo llamado hormiga por la gran mayoría de trabajadores es monstruoso e imparable en las condiciones actuales.

La grave pobreza y el suelo movedizo sobre los cuales el pueblo vive hacen que tengan una sola idea salir de ese suelo inestable y obtener la seguridad de tener un poco de dinero para no pertenecer a esos condenados del sistema: los pobres sin remedio.

Aquellos que tienen la buena fortuna de estudiar y sortear toda la tortura que significa la enseñanza académica solo tienen una idea: un título y con él, salir a burlar al público con mil tecnicismo pero sin ninguna profundidad. La mayoría de profesionistas se conforman con acostumbrarse a tratar con funcionarios públicos y toda la fauna similar y sentir la palmada del colega como una bienvenida que cierra casi todas las posibilidades de aspirar a otros cielos y otras alturas aún más duras. Si no se puede sacarle jugo a una carrera universitaria siempre queda el camino de la política. Allí encaminan sus pasos los más ambiciosos porque saben que es una tierra donde el botín público está a disposición de aquellos que tengan menos escrúpulos y sea un dechado de pillerías, traiciones, alianzas sin rendir cuentas al pueblo. La impunidad política es el principal mal de los mexicanos, mientras no se corrija este mal los demás seguirán la misma suerte.

No bien llega un gobernante a la presidencia federal o a la gubernatura de un estado para que despliegue toda una retahíla de mensajes mediáticos de pulcritud, de trabajo, de honestidad, probidad y todo lo que se le pueda ocurrir. Sin embargo, durante todos sus sexenios se les señalan los malos manejos sobre todo lo público pero como impera la impunidad capotean todo señalamiento y denuncia. No bien se han terminado sus administraciones se destapan todas sus trapacerías que duran públicamente vivas más que sus propios sexenios. Pero no les importa ya que no hay leyes ni voluntad para castigar a los malos políticos que con gran cinismo declaran un día si y el otro también sus inocencia en lugar de estar declarando ante el Ministerio Publico.

Estas dos cosas, la mediocridad de la llamada clase media y el mal sistema político, se combinan a las mil maravillas para mantener el resto del cuerpo estatal en inacción, en plena modorra.

En resumidas cuentas, el pueblo mexicano es superficial debido a la psicología colectiva de buscar a como dé lugar lo meramente material. Es bien sabido que generalmente el pueblo tiene una concepción de la realidad y la clase dominante y la gobernante otro tipo de concepción, ya Netzahualcóyotl se había dado perfecta cuenta de que los ritos, costumbres y maneras de ser del pueblo eran de menor calidad que las que tenía la clase dominante. Por ello recomendaba a sus hijos observar en público las costumbres y ritos del pueblo pero les aconsejaba que de manera privada las repudiaran. En el México actual no pasa ello. Los burgueses no han sabido liderar al pueblo. No se trata de que sirvan al pueblo sino que cumpliendo sus intereses privados cumplan con su destino de liderazgo. No es tal el caso mexicano. Los burgueses se han dedicado a corromper al gobierno y enceguecidos por la ambición desmedida se han puesto como única meta ser declarados entre los más ricos del mundo teniendo sus empresas los perores servicios en telefonía, televisión y demás rubros que tocan. Ahora bien, ese dinero que ostentan no es el producto del trabajo e inventiva sino de la gran corrupción imperante en lo político. Carlos Slim, Emilio Azcárraga, Salinas Pliego y todos los ricos mexicanos han logrado amasar sus fortunas por la complicidad y corrupción de los políticos que prácticamente les han dado a precio de venta de cochera las empresas públicas que ostentan así como las concesiones a modo de monopolios.

Esta es la base de la psicología reinante entre los mexicanos: lograr el éxito material sin que lo demás importe. No es posible negar la importancia que representa el dinero en el sistema capitalista pero por eso mismo, el pensamiento profundo y una visión radicalmente diferente a la común debería gestarse. ¡Qué días aquellos en los que la nobleza azteca se imponía así misma la más dura moral, las más duras pruebas y salían a lucir su hombría, su nobleza!. Hoy todo eso es muy escaso y los políticos y ricos, enfermos de poder que solo alcanzan, con tranzas con malas artes y bajo todo engaño posible se pavonean como si no estuvieran con ello mismo mostrando su debilidad, su profunda torpeza e ignorancia.

Póngase el caso actual de Peña Nieto, el dinero gastado a espaldas de la sociedad, para corromper al pueblo y contra toda legalidad, moralidad y ética lo hizo llegar a la presidencia de la Republica. ¿Cómo va a poder imponer la legalidad una pandilla de traidores a la Patria?. Porque corromper al pueblo es traición a la Patria. ¿Cómo va a ser posible la profundidad cuando se prefieren las malas artes al bien común, a la justicia, al imperio de la Ley?. Es imposible que un grupo de alumnos de muy aventajados de Og Mandino aderezados de puro pragmatismo puedan liderar a un pueblo?. Esto es imposible ya de suyo esto es imponer la psicología de “el que no tranza no avanza” es corromper más al pueblo. Esa psicología baratísima que al final termina por no solo no servir sino por mantener al pueblo en la corrupción. 

Es imperioso que el pueblo en su conjunto haga un esfuerzo y aun el sacrificio de hincar los pies en la tierra y detener la corrupción institucionalizada y ve cuáles son sus prioridades más profundas y sus finalidades las lejanas y viables. No más psicologías relativistas sobre la forma de lograr el pleno desarrollo de la nación mexicana ni más la práctica de anti valores impulsados por la burguesía mexicana, brabucona pero sin verdaderas agallas. En lugar de sentir admiración por los burgueses mexicanos deberíamos sentir un intenso rubor por sus actos y hechos totalmente repudiables. 


miércoles, 12 de marzo de 2014

HOMERO ENCARNADO





En todo momento, si se pone la suficiente atención, se reconoce que la realidad es más profunda y radical que las más locas fantasías. Los priistas son un dechado de antigüedades obsoletas. Quieren revivir a toda costa el viejo presidencialismo que les funcionó durante más de setenta años. Sin embargo, eso es imposible, las circunstancias han cambiado radicalmente y el Estado mexicano, no es, mas ya ese ente cerrado como monada que solo reflejaba la realidad parcial y en determinado nivel. El festejo por los 85 oprobiosos años de existencia del Partido Revolucionario Institucional (hasta el nombre es una contradicción ¿desde cuando las revoluciones son institucionalizadas?), fue el escenario para que ebrios de felicidad artificial se desbocaran los priistas para decir que el PRI de Enrique Peña Nieto, será el futuro de México. Sinceramente creo que están errados. La nación mexicana, en general, ya no es más botín político. De manera incipiente pero decidida y constante la sociedad va despertando a una realidad mas radical y pero mas clara. El gobierno mexicano en sus tres niveles es corrupto y blandengue y en ese grado es corrupto e ineficiente. Eso es lo que de inicio debe la sociedad mexicana enmendar ya que los políticos no lo harán. Bastará que termine el gobierno de Peña Nieto para que se destapen todas las corruptelas y todas las malas acciones que este sexenio nos dejará. Esto no es una simple predicción ni una cosa asilada. No ha habido gobierno desde hace mucho tiempo que este del lado del pueblo. La alternancia nos trajo alternancia en la corrupción. Los panistas resultaron tan pillos como los priistas.

Peña Nieto y más que Peña Nieto, el priismo, quiere regresar la pasado y están en todo su derecho pero sin la nación mexicana esa debe ir por su propio camino. Las condiciones están dadas y los principios generales también. Democracia, justicia, imperio de la ley, solidaridad, bien común libertad, unidad y todos aquellos principios y elementos que lleven a la nación mexicana y recalco esto, nación mexicana, deben darles su verdadero cariz y efectiva practica para la convivencia entre los individuos. Y, que esto luego se derrame con toda su fuerza hacia el gobierno e instituciones. Hoy sabemos que Peña Nieto y el priismo regresaron por la única forma que conocen: el fraude. Un fraude solapado por por las instituciones que deben garantizar la imparcialidad, el derecho, la justicia y todo lo que ello conlleva de inherente. No hay duda las instituciones han fallado al pueblo mexicano.

No hay un presidente legítimo ni legal sino una especie de Homero Simpson maquillado y vestido para el relumbrón pero ineficaz como primer mandatario. Es de risa ver como los jilgueros e incondicionales y lambiscones con fingida solemnidad le dicen: Señor presidente., como si con ello se le pudiera insuflar un poco d conocimiento, de sabiduría, una sola idea que valga la pena. Esta mas que probado que es un idiota funcional que medio puede articular un párrafo y perderse en medio de las vaguedades e inexactitudes de todo tipo. Es un Homero Simpson que funciona en el mundo porque este mundo ya esta construido con sus usos, costumbres y el respirar es una función orgánica así como el caminar pero no el amarrase los zapatos.

Carlos Salinas quiso ser el cesar mexicano, el padrino de la patria, el manda más o como quiera llamársele y bochornosa y vergonzosamente falló. ¿Qué le hace pensar a los priistas que rodean a Peña Nieto que este figurín vacio puede ser el Carlos Salinas exitoso?. ¿Esto s lo que necesita la nación mexicana?, ¿Tienen los priistas y Peña Nieto las cualidades necesarias para revivir l viejo presidencialismo?, ¿Los mexicanos permitiremos tal cosa?, esta interrogantes serán contestadas a cabalidad en los próximos años, sin embargo, podemos adelantar una respuesta aunque, incipiente y no totalmente verdadera si indiciaria, no podrán los priistas hacer lo que no hicieron cuando eran el partido oficial y único y tenia todo el poder. Hoy día el poder, como debe ser, se ha fraccionado y dudo mucho que se vuelva a reunir en una sola persona: el presidente. Mucho menos si ese presidente tiene serias deficiencias culturales, morales, éticas, jurídicas, políticas, humanas y humanísticas, de lenguaje, d valor y por sobre todo de ideas. Ojala y Peña Nieto se acercara a Homero el gran poeta griego y no encarnara a Homero Simpson. 


lunes, 10 de marzo de 2014

LO INMORAL COMO REGULADOR DE LA MORALIDAD




La campaña moral de Televisa está basada en la critica a los pequeños robos mientras se omiten los grandes atropellos que la misma realiza. Todos los días y a todas horas son puestos los promocionales en donde se muestran a diversas personas cometiendo ilícitos o cosas moralmente reprobables (robo de fluidos, robo de señal, tirar basura y ocupar un espacio para discapacitados). Esto en medio de una programación no solo de baja calidad sino reprobable. Véanse los programas de Televisa en donde se denigra la calidad humana. No recuerdo un solo artista que valga la pena de esta empresa. Todos están cortados sobre el mismo patrón. En suma, es un ejército de cretinos que se creen superiores en histrionismo a todos por simple prejuicio. ¿Qué vende Televisa?. La denigración humana glorificada. 

Cuenta Pedro Ferriz de Con que Javier López “Chavelo” era un trabajador de Televisa hundido en el anonimato y que cierto día Emilio Azcárraga fue invitado para ver las niñerías que Chavelo hacía. Quedó fascinado. Había encontrado una veta mediocre pero duradera y productiva. Inmediatamente lo puso en un programa y desde entonces no ha dejado el personaje. Javier López “Chavelo” nunca dejo la niñería. ¡Vaya que tenía talento Emilio Azcárraga para lo mediocre!, (donde digo Chavelo, póngase a cualquiera otro, inclusive y mas que inclusive a Roberto Gómez Bolaños “Chespirito”). Ese fue el gran legado de Azcárraga al mundo encontrar el tipo de mexicano mediocre donde se reflejaran todos los mediocres y hasta los no mediocres. Desde entonces, Televisa se convirtió en el gran refugio de todo lo mediocre, de todo lo disminuido de todo lo torcido, de todo lo bajo y ruin en arte y no solo en arte. Los verdaderos artistas huyen de Televisa, espantados por tanto mal hedor.  No creo que uno solo de los artistas de Televisa se haya tomado con responsabilidad alguna vez la vida. Y, esta es la empresa que trata de moralizar a los mexicanos. No se puede moralizar mientras se denigra al ser humano y se le mantiene en la pobreza artística. La moral necesita un cierto refinamiento en los gustos estéticos e intelectuales. 



Punto aparte es la forma de presentar la mediocridad, el mal gusto, la decadencia, la debilidad y todo lo ruin, bajo la apariencia del desinterés, de la “naturalidad”, de la inocencia, de la critica moderada a las malas acciones mientras se le infiltra por los ojos, oídos y todos los poros la mediocridad y mas que la mediocridad. Que forma tan sutil en enganchar a los ingenuos en la caja de la mentira.
 

domingo, 9 de marzo de 2014

UN NUEVO CONSTITUCIONALISMO




Se ha escrito tanto sobre el Estado mexicano con relación a su parte fundamental, sobre la parte estructural, es decir, sobre sus órganos e instituciones que lo hacen funcionar, lo que jurídicamente se conoce como: parte orgánica. Ahora bien, hasta ahora se ha dicho bien poco y mal sobre este tema a pesar, como ya lo he dicho, de haberse escrito innumerables obras. Si se revisa toda la teoría sobre la División de Poderes, parte fundamental de la política mexicana, se verá (espero que lo vean tal y como es, las nuevas generaciones de estudiantes de Derecho y Filosofía) que casi no tiene que ver con la realidad. Es decir, se parte de un error fatal y de allí se deriva toda la teoría para dejar aún más embrollado el tema, al punto de no saber cuál es el camino a seguir. Claro que hay matices entre los autores de las diversas teorías constitucionalistas; sin embargo, todas ellas beben de la misma fuente: la teoría de la División de Poderes de Montesquieu.

Para mí y desgraciadamente para el pueblo mexicano, es inaudito ver que pasan generaciones y generaciones de estudiosos del tema y se sigue cometiendo el mismo error: seguir a Montesquieu de manera acrítica. No importa hacia donde se dirijan los pasos ni el nivel en que se busque, el resultado es siempre el mismo, para decirlo de manera vulgar, es, la misma gata solo que revolcada. Si se consulta a los estudiosos de la Universidad Nacional Autónoma de México se verá que se afanan en matizar sus teorías con tal o cual novedad pero se quedan en la puerta que conduce al problema y como quienes no son muy duchos en la materia les basta con mirar, con la vista natural la lejanía y describir toscamente lo que ven con tan corta visión. De allí se extiende este mal. Los profesores constitucionalistas de las Universidades al interior de la República dogmáticamente siguen a los investigadores y maestros de la máxima casa de estudios de México. Los planes de estudio sobre Derecho constitucional, me atrevo a decir, no han cambiado en décadas sino es que en por lo menos toda la historia de cada carrera de Derecho que se imparte en las Universidades.

Si se revisan los criterios de la suprema Corte de Justicia de la Nación, en su interpretación sobre la División de Poderes, inmediatamente le surge a uno el rubor. No hay sino un puñado de tesis sobre el tema, tratado de una manera verdaderamente, descuidada y escueta, en donde se afirma que se usarán los términos, es decir, la teoría de Montesquieu, sin más, por el hecho formidable de haber tomado carta de naturalización dicha teoría. De modo que no se encuentra razonamiento sino dogma. Lo cual me lleva a concluir que los Ministros de tan alto Tribunal desconocen en lo mínimo sobre lo que versa la materia. La vida de los mexicanos con relación al Estado se reduce a no más de una media centena de palabras por parte de la Suprema corte y eso es todo. Se queda uno perplejo al darse cuenta, de que no se puede hallar respuesta alguna que valga la pena ni en los constitucionalistas de más alto prestigio ni en la Suprema Corte deJusticia de la Nación. Se ha vuelto tan natural esta costumbre que decir media palabra en contra de Montesquieu (que felizmente descanse en paz)  es una falta de respeto para el difunto y para toda la sagrada tradición. Se torna uno en el enemigo número uno de todo el sistema educativo, del sistema político y se es tildado de loco. No pocas discusiones y enemistades me ha costado plantear la realidad del Estado mexicano y su posibilidad de ser, en su devenir histórico, hasta ahora cojo, semi paralitico y senil que permite todo tipo de delitos en todos los ámbitos pero mas en el sector publico, nido fecundo de la corrupción. Es evidente que si no se cambia esta Constitución y se pone freno a la corrupción institucionalizada, los mexicanos no podremos salir del tremendo atraso en todos los rubros. Si se corrigen los males constitucionales y se impone la justicia se estará en aptitud de pensar en una nación saludable y en un Estado que brinde las mismas oportunidades a todos los que tengan la actitud y la aptitud de trabajar no solo para si, sino para la República.

No tengo la menor duda de la necesidad de un nuevo constitucionalismo no solo que vaya  acorde a la realidad sino que proponga las posibilidades jurídicas y filosóficas de la estructura orgánica e institucional del Estado mexicano y las atribuciones de los mismos. El trabajo es arduo no solo en cuanto a su teoría sino lo es, más en difícil comprensión y titánica implementación. Me ha sido muy provechoso haber podido expresar mi concepción de la estructura orgánica e institucional del Estado mexicano a peritos en Derecho y Filosofía, el resultado es el mismo, total rechazo y escándalo. Recuerdo una anécdota que me ocurrió al cursar la materia de Seminario de Tesis en la carrera de Filosofía, al plantear mi postura a la titular de la clase, esta me dijo que si me creía capaz de enmendarle la plana a Montesquieu. Con los juristas no ha sido diferente la cosa. En no pocas ocasiones me han enfrentado en ásperas discusiones y hasta abandono de la mesa de súbito abogados con cierto prestigio. Esto para mi es normal porque así esperaba yo los hechos. Mi teoría es radicalmente opuesta a lo que está en boga. No postulo la División sino la Unidad; no propongo ya más los término “poderes“ sino “órganos” desde la perspectiva de la etimología, la lógica, la ontología, la teleología y la filosofía. Claro que los términos ya existen y son bien conocidos por los estudiosos del tema pero los propongo desde una perspectiva totalmente radical que no se detiene en el abandono del viejo constitucionalismo, es decir, en la destrucción de lo caduco y acotamiento del poder político sino que es propositiva en la totalidad del sistema político mexicano.

Hace casi doscientos años los mexicanos nos echamos a la mar en busca de nuevos horizontes mas siempre estuvimos con planes ajenos y abstractos. La realidad se nos impuso y sin saberlo construimos órganos e instituciones que hicieran funcionar el Estado. A los extranjeros y a nosotros mismos nos sorprende que por más saqueos y desatinos que se cometan en la política mexicana el Estado mexicano resista tanto y de para tanto. La respuesta debemos buscarla en los órganos mismos y las instituciones mismas y en su funcionamiento. La vida pública necesita de dinamismo certero y constante entre sus órganos, instituciones y dependencias en sus tres órdenes de gobierno no es posible la subsistencia del Estado sin los mínimos requerimientos de respuesta a las necesidades básicas. Y, he aquí que la República no esta tan mal como se imagina uno a primera vista. Cierto es, que existen deficiencias de muy alto calado que han hecho surgir disidencias y hasta grupos armados, eso es innegable, y cada vez que el Estado no da cumplimiento a uno de sus fines inmediatamente o mediatamente hay agitación publica o reclamos. No obstante lo anterior, no se puede rechazar de un manotazo lo que han forjado generaciones enteras, máxime cuando son de utilidad. Tampoco se puede de un tirón y de inmediato abandonar el barco sin antes construir uno nuevo. Ya lo dijo Hegel, la razón no tiene prisa. Ahora bien, no se trata de máximas cautelas ni cosa timorata sino de ver la gran tarea que esto requiere. Si los que debieran ser los entendidos en esta materia son tan reacios para cambiar de piel (ideas y comportamiento), imagínese al número necesario de intelectuales y ciudadanos para lograr el cambio. Esto no debe de hacernos desistir de nuestro propósito. No es dable alcanzar la razón y no hacer uso de la misma o de plano abandonarse a la irracionalidad al menos que se quiera hacer realidad la sentencia de Ariosto: “Humani generis matter, nutrixque profecto estultitia est” (La madre y nodriza del género humano es la tontería) y ya ni hablar de sobre el “Elogia de la Locura” de Erasmo de Rotterdam. No se deben buscar honores personales sino una cosa más radical y profunda, el pleno desarrollo de la razón y la vida de la nación mexicana a través del Estado. Pero no ya del viejo modelo estatal sino uno que vaya acorde al pueblo de México, uno que sea concretísimo y no uno derivado y con fuertes nexos con la abstracción.

En resumidas cuentas lo que propongo es que nos dejemos de simulaciones y nos tomemos con responsabilidad nuestro quehacer, la vida. Que no nos pase lo que pasa en la obra de Miguel de Cervantes, me refiero al entremés llamado “El Retablo de las Maravillas” en donde los personajes tienen que fingir ver lo que es pura imaginación, pura ficción. Todo para no ser tomados por falsos y ser delatados al Santo Oficio. Pero precisamente eso nos ha pasado. Hemos fingido ver y hasta nos tornamos serios al ver nuestro Retablo de las Maravillas, llamado constitucionalismo mexicano, mismo que nos presenta escenas y fenómenos que no ocurren sino en la mente bajo el artificio de la palabra y la conveniencia política y del status quo.