domingo, 9 de marzo de 2014

UN NUEVO CONSTITUCIONALISMO




Se ha escrito tanto sobre el Estado mexicano con relación a su parte fundamental, sobre la parte estructural, es decir, sobre sus órganos e instituciones que lo hacen funcionar, lo que jurídicamente se conoce como: parte orgánica. Ahora bien, hasta ahora se ha dicho bien poco y mal sobre este tema a pesar, como ya lo he dicho, de haberse escrito innumerables obras. Si se revisa toda la teoría sobre la División de Poderes, parte fundamental de la política mexicana, se verá (espero que lo vean tal y como es, las nuevas generaciones de estudiantes de Derecho y Filosofía) que casi no tiene que ver con la realidad. Es decir, se parte de un error fatal y de allí se deriva toda la teoría para dejar aún más embrollado el tema, al punto de no saber cuál es el camino a seguir. Claro que hay matices entre los autores de las diversas teorías constitucionalistas; sin embargo, todas ellas beben de la misma fuente: la teoría de la División de Poderes de Montesquieu.

Para mí y desgraciadamente para el pueblo mexicano, es inaudito ver que pasan generaciones y generaciones de estudiosos del tema y se sigue cometiendo el mismo error: seguir a Montesquieu de manera acrítica. No importa hacia donde se dirijan los pasos ni el nivel en que se busque, el resultado es siempre el mismo, para decirlo de manera vulgar, es, la misma gata solo que revolcada. Si se consulta a los estudiosos de la Universidad Nacional Autónoma de México se verá que se afanan en matizar sus teorías con tal o cual novedad pero se quedan en la puerta que conduce al problema y como quienes no son muy duchos en la materia les basta con mirar, con la vista natural la lejanía y describir toscamente lo que ven con tan corta visión. De allí se extiende este mal. Los profesores constitucionalistas de las Universidades al interior de la República dogmáticamente siguen a los investigadores y maestros de la máxima casa de estudios de México. Los planes de estudio sobre Derecho constitucional, me atrevo a decir, no han cambiado en décadas sino es que en por lo menos toda la historia de cada carrera de Derecho que se imparte en las Universidades.

Si se revisan los criterios de la suprema Corte de Justicia de la Nación, en su interpretación sobre la División de Poderes, inmediatamente le surge a uno el rubor. No hay sino un puñado de tesis sobre el tema, tratado de una manera verdaderamente, descuidada y escueta, en donde se afirma que se usarán los términos, es decir, la teoría de Montesquieu, sin más, por el hecho formidable de haber tomado carta de naturalización dicha teoría. De modo que no se encuentra razonamiento sino dogma. Lo cual me lleva a concluir que los Ministros de tan alto Tribunal desconocen en lo mínimo sobre lo que versa la materia. La vida de los mexicanos con relación al Estado se reduce a no más de una media centena de palabras por parte de la Suprema corte y eso es todo. Se queda uno perplejo al darse cuenta, de que no se puede hallar respuesta alguna que valga la pena ni en los constitucionalistas de más alto prestigio ni en la Suprema Corte deJusticia de la Nación. Se ha vuelto tan natural esta costumbre que decir media palabra en contra de Montesquieu (que felizmente descanse en paz)  es una falta de respeto para el difunto y para toda la sagrada tradición. Se torna uno en el enemigo número uno de todo el sistema educativo, del sistema político y se es tildado de loco. No pocas discusiones y enemistades me ha costado plantear la realidad del Estado mexicano y su posibilidad de ser, en su devenir histórico, hasta ahora cojo, semi paralitico y senil que permite todo tipo de delitos en todos los ámbitos pero mas en el sector publico, nido fecundo de la corrupción. Es evidente que si no se cambia esta Constitución y se pone freno a la corrupción institucionalizada, los mexicanos no podremos salir del tremendo atraso en todos los rubros. Si se corrigen los males constitucionales y se impone la justicia se estará en aptitud de pensar en una nación saludable y en un Estado que brinde las mismas oportunidades a todos los que tengan la actitud y la aptitud de trabajar no solo para si, sino para la República.

No tengo la menor duda de la necesidad de un nuevo constitucionalismo no solo que vaya  acorde a la realidad sino que proponga las posibilidades jurídicas y filosóficas de la estructura orgánica e institucional del Estado mexicano y las atribuciones de los mismos. El trabajo es arduo no solo en cuanto a su teoría sino lo es, más en difícil comprensión y titánica implementación. Me ha sido muy provechoso haber podido expresar mi concepción de la estructura orgánica e institucional del Estado mexicano a peritos en Derecho y Filosofía, el resultado es el mismo, total rechazo y escándalo. Recuerdo una anécdota que me ocurrió al cursar la materia de Seminario de Tesis en la carrera de Filosofía, al plantear mi postura a la titular de la clase, esta me dijo que si me creía capaz de enmendarle la plana a Montesquieu. Con los juristas no ha sido diferente la cosa. En no pocas ocasiones me han enfrentado en ásperas discusiones y hasta abandono de la mesa de súbito abogados con cierto prestigio. Esto para mi es normal porque así esperaba yo los hechos. Mi teoría es radicalmente opuesta a lo que está en boga. No postulo la División sino la Unidad; no propongo ya más los término “poderes“ sino “órganos” desde la perspectiva de la etimología, la lógica, la ontología, la teleología y la filosofía. Claro que los términos ya existen y son bien conocidos por los estudiosos del tema pero los propongo desde una perspectiva totalmente radical que no se detiene en el abandono del viejo constitucionalismo, es decir, en la destrucción de lo caduco y acotamiento del poder político sino que es propositiva en la totalidad del sistema político mexicano.

Hace casi doscientos años los mexicanos nos echamos a la mar en busca de nuevos horizontes mas siempre estuvimos con planes ajenos y abstractos. La realidad se nos impuso y sin saberlo construimos órganos e instituciones que hicieran funcionar el Estado. A los extranjeros y a nosotros mismos nos sorprende que por más saqueos y desatinos que se cometan en la política mexicana el Estado mexicano resista tanto y de para tanto. La respuesta debemos buscarla en los órganos mismos y las instituciones mismas y en su funcionamiento. La vida pública necesita de dinamismo certero y constante entre sus órganos, instituciones y dependencias en sus tres órdenes de gobierno no es posible la subsistencia del Estado sin los mínimos requerimientos de respuesta a las necesidades básicas. Y, he aquí que la República no esta tan mal como se imagina uno a primera vista. Cierto es, que existen deficiencias de muy alto calado que han hecho surgir disidencias y hasta grupos armados, eso es innegable, y cada vez que el Estado no da cumplimiento a uno de sus fines inmediatamente o mediatamente hay agitación publica o reclamos. No obstante lo anterior, no se puede rechazar de un manotazo lo que han forjado generaciones enteras, máxime cuando son de utilidad. Tampoco se puede de un tirón y de inmediato abandonar el barco sin antes construir uno nuevo. Ya lo dijo Hegel, la razón no tiene prisa. Ahora bien, no se trata de máximas cautelas ni cosa timorata sino de ver la gran tarea que esto requiere. Si los que debieran ser los entendidos en esta materia son tan reacios para cambiar de piel (ideas y comportamiento), imagínese al número necesario de intelectuales y ciudadanos para lograr el cambio. Esto no debe de hacernos desistir de nuestro propósito. No es dable alcanzar la razón y no hacer uso de la misma o de plano abandonarse a la irracionalidad al menos que se quiera hacer realidad la sentencia de Ariosto: “Humani generis matter, nutrixque profecto estultitia est” (La madre y nodriza del género humano es la tontería) y ya ni hablar de sobre el “Elogia de la Locura” de Erasmo de Rotterdam. No se deben buscar honores personales sino una cosa más radical y profunda, el pleno desarrollo de la razón y la vida de la nación mexicana a través del Estado. Pero no ya del viejo modelo estatal sino uno que vaya acorde al pueblo de México, uno que sea concretísimo y no uno derivado y con fuertes nexos con la abstracción.

En resumidas cuentas lo que propongo es que nos dejemos de simulaciones y nos tomemos con responsabilidad nuestro quehacer, la vida. Que no nos pase lo que pasa en la obra de Miguel de Cervantes, me refiero al entremés llamado “El Retablo de las Maravillas” en donde los personajes tienen que fingir ver lo que es pura imaginación, pura ficción. Todo para no ser tomados por falsos y ser delatados al Santo Oficio. Pero precisamente eso nos ha pasado. Hemos fingido ver y hasta nos tornamos serios al ver nuestro Retablo de las Maravillas, llamado constitucionalismo mexicano, mismo que nos presenta escenas y fenómenos que no ocurren sino en la mente bajo el artificio de la palabra y la conveniencia política y del status quo.


sábado, 8 de marzo de 2014

PEÑA NIETO Y JERJES





Aún tengo en mente la gran borrachera priista de hace unos días, por la celebración de los flamantes 85 años de ese partido. Pero, no es el partido lo que ahora me ocupa sino Peña Nieto. La soberbia que tiene entreverada en todo su ser junto con el ejercito de aduladores no lo dejan ver (aunque creo que de todos modos le sería imposible darse cuenta de la realidad) sus limitaciones intelectuales, físicas y morales. Se le ha olvidado quien es. Sin embargo, toda borrachera tiene sus consecuencias.

Se dice que Jerjes lloró al ver su enorme ejército y darse cuenta de que en cien años todo sería solo polvo. Por un  momento la soberbia cedió el paso a un rayo de razón, iluminándolo sobre el destino del ser humano. Ahora bien, Jerjes no era un ser humano de pensamiento profundo pero si había sido entrenado para gobernar. La vida dura y difícil le fue impuesta hasta estar preparado para mandar. Aun así, nunca se está lo suficientemente preparado para la vida, su amplia gama de circunstancias impensadas se presentan de pronto y no se puede escapar a lo inesperado. Si a esto se le agrega la nube de aduladores y malos consejeros la cosa se agrava. Jerjes, quizá, no hubiera ido a la guerra contra Grecia si no hubiera oído a Mardonio y en cambio hubiera seguido los planes de atacar a Egipto.

Peña Nieto vive embriagado de poder. Nunca imagino que con todas las limitaciones físicas, intelectuales y morales pudiera escalar hasta la más alta magistratura. Paso a paso se fue abriendo paso al poder; mejor, dicho, paso a paso le abrieron camino y lo protegieron para obtener sus intereses los viejos priistas. Les salió a pedir de boca. No obstante, Peña Nieto se equivoca de medio a medio. El poder público es pasajero y a lo más que puede aspirar es a una vejez entre algodones por la jugosa pensión inmerecida pero prevista por la Ley. Los cinco años que le restan pasaran para él, como un suspiro y cuando menos lo piense se verá en una jaula de oro ambulante. Los que ahora lo adulan se irán a adular al nuevo presidente. Aristóteles señalo que para vivir en la soledad se requiere ser Dios o bestia. Nietzsche puso un tercer caso: ser filósofo. Dos de estas opciones le están negadas a Peña Nieto.

Es bien sabido que en la vida humana existe el conocimiento vulgar y el pensamiento elevado. El primero está mediatizado casi exclusivamente por los sentidos. No hay conciencia. Es por eso que los pueblos son fácilmente engañados. Por el contrario, el pensamiento elevado, no deja ser guiado por las percepciones pero no las deja de lado. De esta manera se contraponen la vida mayormente sensitiva contra la vida unida al pensamiento racional.

Peña Nieto presiente sus limitaciones, casi las toca; son como demonios que a cada rato lo engañan y le tienden trampas. No es una sorpresa que a cada rato y de manera continua se equivoque. Este mundo para él, esta cubierto de velos que se le multiplican al infinito. Por ello es adicto al pragmatismo. No necesita lidiar con conceptos, con abstracciones. Su mundo es sencillísimo, hasta los mínimos detalles le son limados para que no tropiece con los obstáculos mundanos. Se siente de maravilla cuando sus aduladores le dicen que es el mesías esperado del priismo. No sabe que ya muchos mesías de mayor calidad han pasado por el puesto que ahora ocupa. Se hace la ilusión de ser él, quien ha devuelto al poder al priismo. Se equivoca, es un sistema podrido, una sociedad apática, un numero de circunstancias las que han permitido llegar hasta donde ahora esta.

Dentro de un poco menos de cinco años bajara el telón y por un momento se dará cuenta de la verdad. El ejército de aduladores que lo llaman “Señor presidente” se habrá ido. Tiene el futuro chato, insípido, vulgar. ¿Qué hará dar clases en una Universidad de los Estados Unidos de Norteamérica?, ¿será llamado para ocupar un puesto del Banco Mundial?, ¿la Organización de las Naciones Unidas estará interesada en que dirija alguna de sus dependencias?, ¿se volverá conferencista o escribirá sus memorias?. Seguramente al darse cuenta del fin del sueño, llorará tal y como lloró Jerjes. 

En virtud de sus notorias deficiencias y la realidad“le brindo esta profecía, allá por la madrugada despertara llorando y dirá no es cierto, solo estoy soñando…”.

Esos priistas no tienen par, abusan de las limitaciones de Peña Nieto. Lo engañan como quien engaña a un niño, a un ciego; claro, Peña Nieto, no es Cesar Augusto. El tiempo avanza, tic tac, tic tac. 


viernes, 7 de marzo de 2014

ERUVIEL ÁVILA Y EL MAQUILLAJE

 




Los resabios de un sistema anacrónico, autoritario y de mal gusto se manifiesta en la persona de Eruviel Ávila.  Los priistas han regresado con un discurso maquillado de democracia, negado en la práctica. No se puede ir en contra de la naturaleza propia. El priismo nació como un partido de Estado. De un Estado que se volvió totalitarista, anti democrático, ignorante de la cultura que no fuera oficial y amante del cine de ficheras. Todo aquello que tenga el mínimo sello de cambio les causa miedo y temor. Entonces su ADN totalitarista e ignorancia se lanzan en contra de la juventud. No son casuales las represiones de 1968, 1971 en la política y el Festival de Avandaro en el mismo Estado de México. Estos movimientos de la juventud no solo fueron un escándalo para los viejos, los conservadores y el gobierno sino de plano una amenaza en contra de todo el sistema. Con la cesura maquillada de Protección Civil se pretende poner un dique más a la libertad, a la cultura diversa y a la democracia.

Ayer, el Rock era el mal decadente; hoy, el metal. Tal es el caso del Hell and Heaven Metal Fest, que se pretende o pretendía realizar en el municipio de Texcoco del Estado de México, en el Estado en que se realizó el Festival de Avandaro en 1971, el Estado donde se incuban los gobiernos más reaccionarios a la democracia, a través del Grupo Atlacomulco, de donde salió Hank González, Peña Nieto, Eruviel Ávila. Ese Eruviel Ávila que le gusta el conservadurismo porque sabe que solo en el conservadurismo el priismo puede sobrevivir. Quisiera Eruviel Ávila que todo fuera Reggaetón, Pasito Duranguense y demás  ritmos similares.

El metal más allá de su apariencia es toma de consciencia, es repudio al totalitarismo, es un sentir libre de la vida. Tienes sus excesos pero eso no invalida ninguna rama del metal. El metal se quiera o no es sinónimo de cambio. Nótese que es el movimiento más vigoroso, innovador y cambiante en más de cincuenta años. Los sub géneros en que se ha ido ramificando el Rock son tan vastos que asombra que no se agote esta fuente estética a pesar del tiempo.  Muchos géneros musicales han muerto y hoy solo son cadáveres de buen aspecto pero sin vida propia.

Eruviel Ávila como sucesor de Peña Nieto, ambos incubados en y por el Grupo Atlacomulco, tienen como fin, mantener la parálisis cultural y la falta de democracia. En este contexto, quisiera que le creyéramos que el maquillaje, es decir, las apariencias son a las que le debemos prestar toda nuestra máxima atención. Quisiera que los priistas gobernaran por simple decreto, sin crítica y haciendo uso de los recursos del pueblo de una mera autoritarista, anti democrática y por si fuera poco chata, en la cultura. Una de las cosas que el Estado no puede regular es la cultura. Claro, ignorante como es, el gobernador del Estado de México, está impedido para ver más allá de sus chapas. Esas chapas que mostró en televisión durante su campaña. También mostró su autoritarismo al pretender que los alumnos vieran su informe, mejor dicho, su confesión anual. Esas son las practicas del nuevo PRI.

Si en verdad Eruviel Ávila, estuviera preocupado y ocupado de la seguridad de los ciudadanos que están o son ciudadanos del Estado de México, estaría haciendo obras preventivas contra los deslaves o haciendo actos a favor de los cinturones de miseria que circundan las grandes ciudades del Estado que mal gobierna. Los que compraron boletos para ir al festival de metal 2014 difícilmente son personas en extrema pobreza o necesitados de la preocupación del Santo Oficio que preside Eruviel Ávila. Allá están los campesinos pobres, los obreros pobres, los indigentes, los descendientes de los naturales, olvidados por el sistema priista y por él mismo. Que combata la corrupción en su gobierno y que deje a los metaleros disfrutar de su cultura. Censurar y negar la realización de este festival es ahuyentar todo cambio por vía de hecho.

Por todo lo anterior, es menester que la sociedad repruebe el autoritarismo, la ignorancia, la intolerancia y estupidez de los priistas y en especial, las malas concepciones, los prejuicios y limitaciones culturales de Eruviel Ávila. Ahora bien, no se crea que el gobernador del Estado de México actúa solo, no, es parte del priismo viejo, anacrónico. No solo se le vio en su campaña política como muñeco de ventrílocuo sino que, efectivamente, es un títere, es por decirlo moderadamente, es la boca por medio de la cual habla el sistema decrepito, aunque las apariencias digan otra cosa. En él vive el pensamiento de Gustavo Díaz Ordaz, por medio de el, actúa Ernesto P. Urruchurtu. 


miércoles, 5 de marzo de 2014

LA MELANCOLÍA Y CEGUERA PRIISTA



Parecería que los mexicanos nos dirigimos a la velocidad de un tren bala hacia la democracia, la justicia, la libertad… a la salud plena del Estado mexicano, según las palabras del Gobierno Federal y de la cupula priista en particular. Ojala y eso fuera cierto. No se debe estar en contra de un gobierno por puro subjetivismo, por prejuicio o por pura ideologia. Las bases para saber si vamos o no en la dirección correcta deben estar fincadas en la realidad. Y, la realidad nos grita agudamente que nos pasa lo que a Alicia en el País de las Maravillas. La pequeña corría y corría y no avanzaba un céntimo de distancia. Esa es la ilusión óptica-mental que tratan, el gobierno y los priistas, de incubar en la mente de los mexicanos. No hay cosa más falsa que esa frase ampulosa y general “mover  a México”. ¿Mover para qué?, ¿hacia dónde?, ¿por quién o por quienes? ¿con que fines?. Eso no se ha dicho ni de manera incipiente, entre muchas otras cosas.

Los priistas han terminado con la sana distancia entre el partido y el gobierno y ha re-inaugurado un periodo perverso de fusión entre el Partido Revolucionario Institucional (¿desde cuándo las revoluciones son instituidas?) con el gobierno. No se puede distinguir entre el partido y el gobierno. Cosa mala. Todo el Priato inmediato anterior es prueba irrefutable de tal perversión. Ingenuamente los priistas creen que pueden volver a imponer el presidencialismo vetusto en México. La sociedad ya cambio, los priistas no.

Fue patética la forma y ridículamente nostálgico (con sueños de autoritarismo) el fondo de la conmemoración priista. Peña Nieto ilusoriamente cree que el PRI que por el momento encabeza sobrevivirá a su sexenio administrativo-gerencial. Basta con ver el cementerio del olvido, la vergüenza y la condena general donde han caido los intentos por perpetuarse en el poder; esto nos da la pauta para darse cuenta de lo chabacano que esta el presidente de México, al creer que es el redentor del viejo sistema. En el mismo acto, impúdicamente Cesar Camacho, se entregó en cuerpo y alma a Peña Nieto, tratando de revivir las caducas y ridículas formas del partido único. Eso no volverá a suceder. Embriagados del poder pasajero y prestado no se dan cuenta que a pesar de todo, ni uno de los diversos intentos que ha habido en México por la re-elección, todos han fracasado y sus actores viven como verdaderos cadáveres andantes, sombras de sus sombras. Claro está, que aunque han caído del Olimpo y ya no tienen ni el diezmo de poder que tenían, como cuando fungían como presidentes, esto no les quita el feo fervor inútil de seguir siendo los actores principales. ¡Que pálidos y que patéticos se tornan los expresidentes!.Antes de llegar al gobierno federal, los futuros presidentes, son desiertos y paramos a lo más. Después de terminado su sexenio siguen siendo desiertos y paramos pero aún más secos, más lerdos, más torvos, menos productivos y por el contrario, se vuelven ridículamente insoportables; por doquier meten la lengua y la mano, afeando y echando, todo lo que tocan, a perder.  Es como si les cayera la maldición inversa del rey Midas. Todo lo que tocan lo hacen…

Al parecer, esto lo entendió muy bien Zedillo. Por eso, prefirió morir en el ostracismo, en un lecho olvidado de dólares. Zedillo, queriendo huir del repudio nacional, se tornó un mal recuerdo, un inquilino de oficinas frías y de fina gritería que acalle los lamentos y oculte la sangre derramada en su sexenio. Es de risa verlos luchar por llegar a lo más alto en busca de la gloria eterna y se encuentran que les toca la paga del Diablo, es decir, ningún solo bien, solo la condena nacional. La lepra les caería mejor que la sentencia definitiva e inapelable del pueblo.

La nación mexicana, me atrevo a decir, está limitada en casi todo, menos para combatir a los que, como Carlos Salinas, trataron de perpetuarse en el poder. Si este fracasó, el presidencialismo ridículo y ñango que añora Peña Nieto, también caerá. Ni siquiera sospechan que bajo sus pies y por todos lados los cambios se aceleran, impidiendo la vuelta atrás. No se puede volver a la Edad Media, de la misma manera no se puede volver al Priato, aunque la ilusión óptica, por la cercanía en el tiempo, les haga ver que es posible, y embriagados por la melancolía lancen al viento su bravuconada.

¿Qué tirano ha visto su caída o la imposibilidad de sus locos desvaríos?, ninguno. Cuando los priistas despertaron el dinosaurio ya no estaba ahí. Solo los paleontólogos miraban los restos de una vida hecha cenizas. El priismo no volverá a ser nunca lo que fue. Tal y como poéticamente lo pronostica Gustavo Adolfo Bécquer. “Volverán las oscuras golondrinas…Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín sus tapias a escalar. Y otra vez a la tarde, aun mas hermosas, sus flores se abrirán; pero aquellas cuajadas de rocío, cuyas gotas mirábamos temblar y caer como lagrimas del dia…esas…¡no volverán!.

Allí está el pueblo, por lo menos lo mejor del mismo, construyendo las bases del futuro y combatiendo a los pragmáticos y a los conservadores. El tiempo no es renovable y ni siquiera se puede redimir. No importa cuántas rabietas y pataletas den los priistas ni siquiera hay moneda que pueda comprar la vuelta atrás; así como no se puede comprar la inteligencia; a lo más se puede malamente invertir en la obtención de un título, incluso comprarlo. Pero la inteligencia, se tiene o no. En este segundo caso están los priistas, empezando por su flamante dueño en turno; Peña Nieto. Chava Flores conocía el lado flaco de los mexicanos de ayer e inevitablemente los de hoy. Alegremente cantaba “¿A que le tiras cuando sueñas mexicano?”, misma pregunta que les lanzo a los priistas…con la seguridad de que ninguno es capaz de atrapar una sola verdad. El pragmatismo priista no conoce de profundidades ni de alturas sino solo del avance reptante.