Con
relación a las intenciones de los priistas y a los hechos facticos casi son una
inversión de mentira y verdad en la realidad; es decir, que si dicen que
aplican la ley lisa y llana, es, todo lo contrario y si dicen que no
privatizaran a Pemex la verdad será lo opuesto.
Ciertamente,
son una buena secta dialéctica y retorica que en esos oficios bien saben ambas
materias para conseguir sus fines. Dice Roberto Madrazo que Peña Nieto solo
plica las leyes. ¿Qué credibilidad puede tener un tramposo y mentiros en
cualquier rubro?, ninguna, efectivamente. Con solo recordar la campaña que hizo
cuando quería lograr la candidatura presidencial y que contendió contra
Labastida y Montiel, Madrazo queda invalidado tanto formal como de facto. Por
si eso fuera poco existe una anécdota (eso no le quita su fuerza verídica) de
cuando corrió el maratón de Berlín en 2007, haciendo trampa. Se regodeo hasta
el cansancio y solo cuando descubrieron el fraude que había cometido, Madrazo
dio una serie de explicaciones ridículas.
Lo
que Peña Nieto intenta hacer es reunir en su persona todo el poder posible para
que la gobernabilidad del pueblo de México se dé a través de la fuerza del
Estado y no en el marco de la democracia. Al abolir la “sana distancia” que había
impuesto Zedillo, de hecho Peña Nieto está reuniendo en sí mismo todo el poder
necesario para volver al “presidencialismo”, es decir que los dos restantes órganos
del Estado, legislativo y judicial respondan al “liderazgo” del ejecutivo”. Lo primero
lo está intentando con el golpe efectivista contra Elba Esther, lo segundo, lo
intentaran en las elecciones correspondientes a las cámaras que componen el
Congreso de la Unión.
Si
a lo anterior, se le suma el desprestigio que tratan de imponer en la opinión publica
respecto de las instituciones para así cambiar a los consejeros o integrantes
de estas instituciones y después imponer a consejeros afines a los intereses
priistas se verá que la democracia requiere una constante defensa. No es, como
lo quieren hacer ver los teóricos afines al sistema que vociferan que ya
estamos en una democracia sin regreso y que no nos debemos preocupar y que, por
el contrario nos vayamos a nuestros trabajos y ocupaciones a seguir luchando
por un mejor México. Juntos lo haremos. No, eso es retórica hueca. Los priistas
no son buenos en la política del bien común sino en el bien faccioso.
Dice
Peña Nieto que él no tiene ideología sino que cree en los resultados y casi lo
creo. La postura de decir que cree en los resultados ya es una postura ideológica.
Es evidente que por sí mismo no podría lograr adquirir una postura ideológica
basada en una corriente filosófica, económica, política o de una índole metódica.
No, lo suyo es, la practica banal, frívola de vivir entre cosas mercantiles y
hacer de esas cosas valores de consumo y no otra cosa. Para Peña Nieto los
valores de amistad, solidaridad, bien común, justicia y otros no son más que estorbos
para imponer el consumismo.
La
declaración que hace de que ninguna persona está por encima de la ley, deviene
en falsa y ridícula para el Estado de Derecho y el pueblo mismo. Resulta más
una amenaza velada en contra de quienes podrían oponerse a la “gobernabilidad”
ya sean estos disidentes o poderes facticos. Así se debe entender esta declaración.
Es ridículo que diga que ninguno estará por encima de la ley, siendo que él fue
el primero con romper y corromper el Estado de Derecho.
Ahora
bien, asevero que hay tres factores que tendrá que tomar en cuenta y que serán los
obstáculos más difíciles de vencer por no decir, imposibles. Primero, ya muchos
de los nuevos ciudadanos no crecieron bajo el sistema de partido totalitario;
segundo, las redes sociales hacen imposible imponer una ideología única en la
sociedad y, tercero, existe un sistema de partidos que bien puede hacer contra
peso empujados por la sociedad. Aunque en estos momentos los priistas han
logrado enceguecer a los perredistas y panistas para que estos sirvan como
comparsas en un Pacto por México que sirve solo como fachada de lo que se está
cocinando y que ya exprese en líneas generales.
Finalmente
están los intelectuales, luchadores sociales y la sociedad civil que si bien
representan la minoría (entre el 10% del total de la nación), no es,
despreciable su poder de incidencia en lo que se refiere a Res publica (cosa pública)
o Republica, es decir lo que atañe a todos los ciudadanos. Es allí donde se dará
la resistencia más dura. En múltiples ocasiones se ha tratado de volver dócil y
pasivo al pueblo y este ha respondido a esos planes perversos con un devenir
siempre en oposición y generalmente sorteando tales males autoritarios. Cierto
es, que no lo hace el pueblo de manera ideal ni en los tiempos cortos deseados
pero no se le ha podido someter del todo.
En
estos momentos en que se trata de imponer el presidencialismo en contra de los
intereses del pueblo, este mismo tiene la palabra y la acción para mostrar que
en verdad quiere la democracia.