¿HACIA DÓNDE VA EL
ESTADO MEXICANO?
El
cambio es inevitable, aunque no se perciba a simple vista. Es cierto que, en
diversas ocasiones se hacen épocas por siglos. Tal y como ocurrió con la Edad Media;
sin embargo, ni siquiera la Edad Media se salvó del cambio y todos los intentos
del Papa en turno fueron en vano. Se terminó la larga noche y la razón tuvo su
amanecer y florecimiento. Es de no creerse que tengamos aun sabores, olores,
ideas y prácticas del medioevo después de seiscientos años. Religión e ideas
conservadoras.
Estamos
aquí, de frente al cambio y somos parte de este, pero la preocupación y ocupación
por la vida no nos permiten reflexionar sobre nuestro acontecer diario. Vivimos
en la barbarie barnizada de civilización. Con todo, debemos de intentar
explicarnos, en lo general, este cambio y su dirección so pena de pasar por la
vida ignorando todo.
Para
darnos una idea del devenir del Estado mexicano debemos explicarnos el pasado, aunque
sea someramente. La llamada Primera Transformación, es decir, la revolución de independencia
fue muy costosa para el pueblo. El gobierno no estaba lo suficientemente
preparado para administrar los bienes nacionales, el territorio era de alrededor
de siete millones de kilómetros cuadrados, la economía era muy endeble y la identidad
nacional era precaria. Derivado de la falta de buena organización se perdió más de la mitad del territorio con los Estados Unidos de Norteamérica, se crearon
otros Estados Nacionales como Guatemala y la nación quedó dividida entre
liberales y conservadores ya sin la presencia política española.
La
Segunda Transformación llevó al pueblo a una nueva confrontación entre
conservadores y liberales. La Iglesia se había vuelto rica en bienes inmuebles improductivos
y regía la vida civil. La Guerra de Reforma logró la separación entre el Estado
mexicano y la Iglesia. No conformes los conservadores con su derrota trajeron a
Maximiliano de Habsburgo e intentaron crear el Segundo Imperio. Al final los
conservadores volvieron a perder. Sin embargo, esta época derivó en la
dictadura de Porfirio Díaz por más de treinta años.
La
Tercera Transformación. Contra la dictadura de Porfirio Díaz se levantó el
pueblo mexicano y derrotó al conservadurismo porfiriano. Los más destacados
revolucionarios fueron muertos y el consabido caos se apoderó del Estado
mexicano. En estas tres transformaciones hubo derramamiento de sangre casi
exclusivamente entre mexicanos, una economía precaria, una división social y aunque
siempre, el pueblo mexicano ha buscado la democracia ha caído bajo alguna forma
de sometimiento. Se pensaba que, con la caída de la dictadura personal de Diaz
el pueblo mexicano se encaminaba hacia la democracia. Basta con ver las ideas y
aspiraciones nacionales para darnos cuenta del avance en ideas sobre la
democracia. Incluso se ha dicho que, la constitución de 1917 es una de las más avanzadas de su tiempo. En la realidad los políticos nos encaminaron hacia la
dictadura ya no personal sino de un partido único de Estado, el Partido
Revolucionario Institucional.
Hoy
día no hay duda de que, estamos ante un cambio radical y profundo de época. Los
viejos anhelos de democracia, justicia, legalidad, legitimidad, vigencia real
de los derechos humanos siguen a la espera de ser hechos realidad, pero nos
persigue el pasado. La división social es de viejo cuño, el Neoliberalismo
ahondo todos nuestros viejos problemas. Tenemos una impartición de justicia
lenta, cara y muchas veces torcida, el trabajo es una simple herramienta de
sobrevivencia, las prestaciones laborales son simbólicas, en el campo el desastre
campea y en materia de democracia hay un enfrentamiento entre conservadores y
liberales. La derrota del viejo régimen no está en discusión. La verdadera
disyuntiva es, o seguimos con la vieja practica de dejar el trabajo democrático
a medias (Que significa una derrota del pueblo) o avanzamos ya decididamente
hacia la amplitud y profundidad de la democracia. La tarea no es fácil. Ahí están
los políticos afines al viejo régimen priista entorpeciendo todo día y noche
los siete días de la semana. Se niegan a perder sus anteriores privilegios. Ahí
están también los empresarios poderosos acostumbrados a no pagar ni impuestos
ni prestaciones laborales, pagando sueldos de miseria. Ahí esta los sacerdotes
conspirando abiertamente contra el Estado mexicano. Sacerdotes que no sabemos cuánto recaudan de la feligresía, sin pagar impuestos y cometiendo toda clase
de excesos y delitos. Impunidad casi total. Todos los enemigos de la democracia
unidos por el odio contra el pueblo. Sus viejos prejuicios de superioridad los
empujan a dar batalla. Su ambición desmedida los acicatea a tratar de volver a
gobernar al pueblo mexicano como si les perteneciera. Estamos aquí y debemos reflexionar
el rumbo a escoger, el método y poner manos a la obra. No podemos claudicar ni
un minuto. Los males son graves y grandes.
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