martes, 10 de diciembre de 2019

EL DERRUMBE INEVITABLE DEL VIEJO RÉGIMEN



EL DERRUMBE INEVITABLE DEL VIEJO RÉGIMEN

Puede parecer que todo conspira en contra del viejo régimen político para desaparecerlo; no hay tal, paso en estos momentos lo que pasa con todo, es transitorio. Todo fluye, diría Heráclito. Todo cambia, aunque nos parezca lo contrario. El régimen político priísta ha cumplido con su ciclo y su caída se gestaba desde sus entrañas y desde fuera a pesar de su aparente solidez. Hay factores externos diversos, así como factores internos tanto materiales, económicos, políticos, sociales, morales, jurídicos que terminaron por influir en las mentes de los mexicanos de manera definitiva. Antes que legal, el derrumbe del régimen fue moral; los grados de corrupción llegaron a límites insospechados e intolerables ya para el pueblo.

Los factores externos no fueron menos importantes. El cambio de modelo económico ordenado por el Fondo Monetario Internacional fue decisivo. El Estado mexicano era empresarial, tenía empresas de los más variado. Los empleados eran votos seguros pero la privatización fue desmontando capa tras capa de protecciones hasta dejar el corazón al descubierto, palpitante, pero al ser expuesto su suerte estaba echada. Y, no habría un mañana nunca más. La caída iba a ser inevitable y el retorno imposible. Son incipientes pero

Los factores de libertad y democracia sin visos de volver a la tiranía porfiriana o, al totalitarismo priísta. Las condiciones actuales son tan opuestas a las anteriores que es imposible que aquéllas regresen. Durante el porfirismo se vivía en una atmósfera política, económica y social que ahogaba cualquier intento de libertad y de democracia ya no se diga de legalidad justa. Durante el priísmo pasó lo mismo en otras circunstancias y fue menester que se acorazara el régimen manteniendo bajo control los tres grandes sectores de México: El obrero, el agrario y el popular. Una primera armadura lo fueron las organizaciones que controlaban a los campesinos como la Confederación Nacional Campesina (CNC) y todas las organizaciones similares; la siguiente defensa lo constituyeron los sindicatos obreros y la Confederación Nacional de Trabajadores (CTM) y por último el control sobre el sector popular en donde entraban todo el resto de mexicanos que no eran obreros o campesinos como los maestros y sus sindicatos.

Otra capa de la armadura lo fue la legalidad estaba diseñado el Derecho para proteger al partido único de Estado y no podía ser de otra manera pues tenía el control del Estado en su totalidad; gobernaba en los tres niveles de gobierno por completo. Todo era PRI. El nivel federal, el estatal y el municipal. No había rincón de México que no controlara este partido. No había dependencia gubernamental que no fuera priísta hasta el tuétano. Los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación era un apéndice del órgano ejecutivo federal.

La “división de poderes (órganos)”, está en la Constitución General, pero era mera formalidad y lo que regía era el Presidencialismo. El presidente era el “Gran Elector” pues por sus manos pasaba la aprobación de gobernadores, presidentes municipales, diputados locales, diputados federales y senadores al congreso de la Unión y todos los funcionarios de su gabinete, así como los más importantes de la administración.

Las cosas no paran aquí con esa inmensa concentración de poder en el representante del órgano ejecutivo federal, sino que se creó un calendario basado en los ideales de la revolución mexicana de 1910, añadiendo todos los pasajes de la historia que fueran a modo para crear una ideología política que convocara a todos los mexicanos como la independencia, la no reelección, la batalla del 5 de mayo contra os franceses y todo lo que contribuyera al control social y se observaba puntualmente.

Todo esto se terminó, pero tanto los priístas como panistas se niegan a aceptar la realidad ignorando que esta no admite apelación alguna. Una buena parte del pueblo mexicano quiere transitar hacia la libertad, la democracia, la legalidad, la legitimidad y todo aquello que erradique las viejas prácticas de corrupción y su correlato mexicano, la impunidad. La tarea no es fácil ni de corto tiempo. Por tres razones fundamentales: El pasado de corrupción que aún no termina de extinguirse, la dificultad de la transición que tiene dos vertientes; una destructiva y una constructiva; la primera debe enfocarse en terminar con el antiguo régimen y la segunda, debe ser la construcción; la tercera razón es la medianía e inexperiencia en los funcionarios que han ocupado los diversos puestos políticos.

Con todo, los efectos de las desastrosas administraciones y la corrupción siguen y seguirán hasta que se extinga por completo el régimen político presidencialista. Esto es así porque este el anterior régimen ya no tiene asidero por ningún lado. Por el contrario, la noticia sobre la detención del Ex Secretario de Seguridad Nacional de México por graves acusaciones, se viene a sumar a las investigaciones y procesos que enfrentan funcionarios tanto del Partido Revolucionario Institucional como del Partido Acción Nacional.

El futuro del régimen anterior está sentenciado y han sido hallados responsables muchos funcionarios públicos pertenecientes a las tres administraciones anteriores que incluyen a los dos partidos (PRI y PAN). Esto no es lo único que los ha dejado tan entecos. Al perder el poder político se han quedado con las grandes sumas de dinero público que destinaban para hacer política y esto no es únicamente a nivel federal sino también estatal y municipal. Ambos partidos (PRI y PAN), no son partidos de masas ni de luchas. El primero nació del poder y para el poder con todos los recursos materiales, humanos y económicos para gobernar; el segundo, rápidamente adoptó el mismo régimen de corrupción y llegó al poder político con ayuda del PRI y por las campañas de terror que ambos partidos (PRI y PAN), lanzaron una y otra vez contra las izquierdas y, en fuego concentrado en contra de Andrés Manuel López Obrador hasta que esto decantó en un argumento poco creíble y hasta de risa. 

El PRI no hay duda que desaparecerá pues su régimen es ya obsoleto, han perdido a sus mejores ideólogos y líderes, a su militancia fundamental y los recursos materiales, humanos y económicos. Y, lo más fundamental la creencia, por parte de los ciudadanos en el partido. Sin fe no hay futuro.

Por su parte el PAN, debería ir al purgatorio y pagar todos sus pecados, reconstruir su partido, armarse con una nueva ideología y salir a caminar por las calles casa por casa para captar militantes para iniciar la lucha por el poder político. La situación en que ambos partidos están es verdaderamente difícil pero únicamente el PAN puede salvarse. Por lo demás hay que esperar los hechos para hacer historia y adivinar hacia donde nos dirige la realidad.

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