EL DERRUMBE INEVITABLE DEL VIEJO RÉGIMEN
Puede
parecer que todo conspira en contra del viejo régimen político para
desaparecerlo; no hay tal, paso en estos momentos lo que pasa con todo, es
transitorio. Todo fluye, diría Heráclito. Todo cambia, aunque nos parezca lo
contrario. El régimen político priísta ha cumplido con su ciclo y su caída se
gestaba desde sus entrañas y desde fuera a pesar de su aparente solidez. Hay
factores externos diversos, así como factores internos tanto materiales,
económicos, políticos, sociales, morales, jurídicos que terminaron por influir
en las mentes de los mexicanos de manera definitiva. Antes que legal, el
derrumbe del régimen fue moral; los grados de corrupción llegaron a límites
insospechados e intolerables ya para el pueblo.
Los
factores externos no fueron menos importantes. El cambio de modelo económico
ordenado por el Fondo Monetario Internacional fue decisivo. El Estado mexicano
era empresarial, tenía empresas de los más variado. Los empleados eran votos
seguros pero la privatización fue desmontando capa tras capa de protecciones
hasta dejar el corazón al descubierto, palpitante, pero al ser expuesto su
suerte estaba echada. Y, no habría un mañana nunca más. La caída iba a ser
inevitable y el retorno imposible. Son incipientes pero
Los
factores de libertad y democracia sin visos de volver a la tiranía porfiriana
o, al totalitarismo priísta. Las condiciones actuales son tan opuestas a las
anteriores que es imposible que aquéllas regresen. Durante el porfirismo se
vivía en una atmósfera política, económica y social que ahogaba cualquier
intento de libertad y de democracia ya no se diga de legalidad justa. Durante
el priísmo pasó lo mismo en otras circunstancias y fue menester que se
acorazara el régimen manteniendo bajo control los tres grandes sectores de
México: El obrero, el agrario y el popular. Una primera armadura lo fueron las
organizaciones que controlaban a los campesinos como la Confederación Nacional
Campesina (CNC) y todas las organizaciones similares; la siguiente defensa lo
constituyeron los sindicatos obreros y la Confederación Nacional de
Trabajadores (CTM) y por último el control sobre el sector popular en donde
entraban todo el resto de mexicanos que no eran obreros o campesinos como los
maestros y sus sindicatos.
Otra
capa de la armadura lo fue la legalidad estaba diseñado el Derecho para
proteger al partido único de Estado y no podía ser de otra manera pues tenía el
control del Estado en su totalidad; gobernaba en los tres niveles de gobierno
por completo. Todo era PRI. El nivel federal, el estatal y el municipal. No
había rincón de México que no controlara este partido. No había dependencia
gubernamental que no fuera priísta hasta el tuétano. Los Ministros de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación era un apéndice del órgano ejecutivo
federal.
La
“división de poderes (órganos)”, está en la Constitución General, pero era mera
formalidad y lo que regía era el Presidencialismo. El presidente era el “Gran
Elector” pues por sus manos pasaba la aprobación de gobernadores, presidentes
municipales, diputados locales, diputados federales y senadores al congreso de
la Unión y todos los funcionarios de su gabinete, así como los más importantes
de la administración.
Las
cosas no paran aquí con esa inmensa concentración de poder en el representante
del órgano ejecutivo federal, sino que se creó un calendario basado en los
ideales de la revolución mexicana de 1910, añadiendo todos los pasajes de la
historia que fueran a modo para crear una ideología política que convocara a
todos los mexicanos como la independencia, la no reelección, la batalla del 5
de mayo contra os franceses y todo lo que contribuyera al control social y se
observaba puntualmente.
Todo
esto se terminó, pero tanto los priístas como panistas se niegan a aceptar la
realidad ignorando que esta no admite apelación alguna. Una buena parte del
pueblo mexicano quiere transitar hacia la libertad, la democracia, la
legalidad, la legitimidad y todo aquello que erradique las viejas prácticas de
corrupción y su correlato mexicano, la impunidad. La tarea no es fácil ni de
corto tiempo. Por tres razones fundamentales: El pasado de corrupción que aún
no termina de extinguirse, la dificultad de la transición que tiene dos
vertientes; una destructiva y una constructiva; la primera debe enfocarse en
terminar con el antiguo régimen y la segunda, debe ser la construcción; la
tercera razón es la medianía e inexperiencia en los funcionarios que han
ocupado los diversos puestos políticos.
Con
todo, los efectos de las desastrosas administraciones y la corrupción siguen y
seguirán hasta que se extinga por completo el régimen político
presidencialista. Esto es así porque este el anterior régimen ya no tiene
asidero por ningún lado. Por el contrario, la noticia sobre la detención del Ex
Secretario de Seguridad Nacional de México por graves acusaciones, se viene a
sumar a las investigaciones y procesos que enfrentan funcionarios tanto del
Partido Revolucionario Institucional como del Partido Acción Nacional.
El
futuro del régimen anterior está sentenciado y han sido hallados responsables
muchos funcionarios públicos pertenecientes a las tres administraciones
anteriores que incluyen a los dos partidos (PRI y PAN). Esto no es lo único que
los ha dejado tan entecos. Al perder el poder político se han quedado con las
grandes sumas de dinero público que destinaban para hacer política y esto no es
únicamente a nivel federal sino también estatal y municipal. Ambos partidos
(PRI y PAN), no son partidos de masas ni de luchas. El primero nació del poder
y para el poder con todos los recursos materiales, humanos y económicos para
gobernar; el segundo, rápidamente adoptó el mismo régimen de corrupción y llegó
al poder político con ayuda del PRI y por las campañas de terror que ambos partidos
(PRI y PAN), lanzaron una y otra vez contra las izquierdas y, en fuego
concentrado en contra de Andrés Manuel López Obrador hasta que esto decantó en
un argumento poco creíble y hasta de risa.
El
PRI no hay duda que desaparecerá pues su régimen es ya obsoleto, han perdido a
sus mejores ideólogos y líderes, a su militancia fundamental y los recursos
materiales, humanos y económicos. Y, lo más fundamental la creencia, por parte
de los ciudadanos en el partido. Sin fe no hay futuro.
Por
su parte el PAN, debería ir al purgatorio y pagar todos sus pecados,
reconstruir su partido, armarse con una nueva ideología y salir a caminar por
las calles casa por casa para captar militantes para iniciar la lucha por el
poder político. La situación en que ambos partidos están es verdaderamente difícil
pero únicamente el PAN puede salvarse. Por lo demás hay que esperar los hechos
para hacer historia y adivinar hacia donde nos dirige la realidad.