LA REPÚBLICA MEXICANA Y SU CONSTRUCCIÓN DEMOCRÁTICA
Desde
la independencia política de México, el pueblo mexicano o mejor dicho las
clases políticas no tuvieron la visión clara de que tipo de Estado y de
gobierno debería regir; los conservadores de todo tipo querían una monarquía y
los liberales de todos los tipos se decantaban por una república; esta era por
momentos centralista y en otras, federalista sin que una forma se impusiera, en
definitiva. En todos los intentos de imponer un régimen democrático se ha
fallado pues desde la independencia hubo gobiernos caóticos; el periodo de consolidación
del Estado mexicano con Benito Juárez, no se pudo poner un dique al poder
personal y el pueblo cayó bajo la dictadura de Porfirio Díaz y la revolución contra
la dictadura personal de Díaz, dio paso a la dictadura del partido único de
Estado.
Es
bien sabido que el gobierno ha sido el campo de batalla de las ideas de los más
grandes filósofos. Platón expone sus ideas en su obra “La República”, en donde
sostiene que lo mejor y que termino siendo ideal, es que, gobiernen los más
sabios o que los que gobiernen se vuelvan sabios, es decir, filósofos pues los más
brutos en el gobierno impiden una sana convivencia entre los seres humanos. Aristóteles
hace otro tanto en su obra “Política”, en la cual analiza las formas de
gobierno y sus desviaciones. En este tiempo la política y la ética están de la
mano.
Es
hasta la aparición del libro que comúnmente se conoce como “El Príncipe” de Nicolás
Maquiavelo que se separan la ética y la política. La obra es la más importante
de su época y lo sigue siendo; espanta a los timoratos pues trata los temas
desde el punto de vista meramente político sin tomar en cuenta los valores en
aras de un gobierno fuerte, solido con el fin del orden y la forma puede ser monárquica
o republicana, según la asiente a los pueblos. Pero si se proponen ideas políticas
de orden es porque hay desorden y eso pasaba precisamente en la época en que vivió
Maquiavelo.
José
Ortega y Gasset, el gran filósofo español sigue todos estos pasos de Platón y
llega a la conclusión de que, los políticos en general son ignorantes, pero se
separa de las ideas del griego pues piensa acertadamente que, la materia de los
políticos es el uso correcto del poder y no el saber, campo de los sabios.
Entonces, el gobernante no debe ser un sabio (claro, tampoco un lerdo en grado
sumo), sino un ser humano que sepa hacer uso del poder y en el caso mexicano en
la democracia a la que ahora se puede transitar. Ese es el punto más importante
que tienen las clases políticas contemporáneas.
Ahora
bien, si se analiza el nuevo gobierno se llega a la conclusión de que no tiene
un plan integral de reforma al régimen político que sea base del Estado
mexicano con las características de ser una república democrática en donde el
pueblo sea el único soberano como lo señala el artículo 39 constitucional y que
es parte del pensamiento filosófico político de Juan Jacobo Rousseau. Este
principio de soberanía ha sido escamoteado durante toda la historia del Estado
mexicano pues el pueblo ha sido en general un comparsa de los gobernantes en
turno.
En
efecto, la soberanía popular ha sido fragmentada en el artículo 40
constitucional que mandata: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse
en una República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por
Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, y por
la Ciudad de México, unidos en una federación establecida según los principios
de esta ley fundamental”. Es
evidente que, los políticos no tienen la mínima idea de que esto da pauta para
que los gobernantes de los estados o de la Ciudad de México, se crean “soberanos”
“virreyes” al tomar los términos “Estados libres y soberanos” para impedir que
los órganos federales intervengan como vigilantes del buen gobierno pes alegan
una vulneración de la soberanía del estado que gobiernan,
Por
si esto no fuera un exceso contra la soberanía popular y el buen gobierno el artículo
41 constitucional señala: “El pueblo ejerce su soberanía por medio de
los Poderes de la Unión, en los casos de la competencia de éstos, y por los de
los Estados y la Ciudad de México, en lo que toca a sus regímenes interiores,
en los términos respectivamente establecidos por la presente Constitución
Federal y las particulares de cada Estado y de la Ciudad de México, las que en
ningún caso podrán contravenir las estipulaciones del Pacto Federal”. Indebidamente se llama Poderes a lo que son Órganos
pues cualquiera que se precie de saber sobre Derecho constitucional, sabe perfectamente
que la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, está compuesta de la parte dogmática y la orgánica;
así, en concordancia son órganos y no poderes el legislativo, el ejecutivo y el
judicial y lo que tienen son facultades, funciones o atribuciones para ejecutar
los mandatos que tienen pero no son soberanos y no son poderes sin funcionarios
públicos que únicamente deben hacer lo que la ley les señala.
Para
terminar de agravar no solo las ideas políticas sino dar al traste con el buen
gobierno y evitar la corrupción total del Estado, el articulo 49 preceptúa: El
Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo,
Ejecutivo y Judicial. Las ideas políticas de Montesquieu pues eso son las ideas
que de filosofía política que se tratan en estos dos artículos constitucionales
(41 y 49), no tienen malas intenciones pues nuestro pensador quería un gobierno
eficiente y con los tan trillados “pesos y contra pesos” para evitar la corrupción
y los excesos. Han sido las clases políticas mexicanas las que han logrado
corromper dichas ideas y lograr apropiarse la soberanía popular como base de
gobierno con exclusión del pueblo. La falta de pensadores de un nuevo modelo
propio de régimen democrático como base del Estado mexicano se ha traducido en
copiar y degenerar las ideas extranjeras para beneficio de grupo y de casta política
divina.
Bien,
esto es lo que el nuevo gobierno debería reformar para que el único y verdadero
soberano, el pueblo, no vuelva a perder su soberanía, recién recobrada pero que
se puede perder en cualquier momento. No se conoce un plan integral de reforma
de todo el Estado para afianzar la democracia efectiva y evitar que los políticos
corruptos vuelvan al poder público y se hagan únicos beneficiados directos de
la cosa pública (Res publica).
Que
la república sea bien constituida es problema y tarea de todos y parece que se
construya como “centralista”, no es buena idea, aunque tenga la buena intención
de limitar la corrupción y excesos de los gobernantes de las partes constitutivas
de la federación. Seria si, muy bueno que haya un órgano o institución que
fiscalice y vincule a los corruptos del nivel de gobierno que sea a juicio según
sea su delito cuando existan los elementos puramente jurídicos con exclusión de
lo político.
Finalmente,
reitero que le trabajo es de todos pues lo público es general y los ciudadanos
deben ejercer sus derechos políticos de manera activa y no de forma pasiva como
hasta ahora. La práctica política de los ciudadanos elevaría la calidad tan
magra de los políticos que siguen siendo sinónimo de ignorancia.
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