El
tema no es complejo intelectualmente pues se inscribe entre la explicación mitológica
y la explicación científica. La primera explicación viene desde muy lejos y ha
sido usada como justificación para dominar a los pueblos que no se ajustan, primero
ser elegidos por un dios cualquiera para mandar; pongo como ejemplo a los
gobernantes egipcios que se separaron, bajo este argumento, del pueblo para
convertirse en dioses humanos hasta crear toda una serie de rituales para vivir
y para ir “al más allá”. Con el tiempo,
esa divinidad descansó sobre el llamado color de la piel blanca. De ahí deriva
la división de los seres humanos en razas.
La
división de los seres humanos en razas justificó el dominio de unos pocos sobre
muchos. Se creía y se sigue creyendo que la piel blanca es sinónimo de pureza y
por ende, de superioridad. Esto no es más que un prejuicio que no tiene soporte
alguno racional ni científico. Pero esta idea repetida hasta la saciedad se
puso de moda en la serie de conquistas que hicieron sus creadores, los europeos
desde el siglo XV para conquistar lo que hoy, llamamos América, China, la
India, Oceanía y África. Lo inferior tiene que seguir lo superior, una idea aristotélica,
aunque del ámbito intelectual original se tornó un modelo físico e intelectual.
Ahora
bien, la pregunta es, ¿esto es cierto racionalmente?, no lo es, ya los griegos
postulaban que todo lo existente debería tener un mismo origen y Aristóteles
nos dejó su idea de un “Motor inmóvil que mueve todo sin ser movido” como
origen de todo lo existente hasta entonces. Idea que se perdió filosóficamente y
que la transmutaron los cristianos a su Dios, que se volvió el origen de toda
la realidad y de la no realidad (metafísica). Esta es la base del actual
creacionismo.
La
mitología es la primera explicación que se da a la realidad y aunque no es de
desdeñar por el esfuerzo explicativo si está ya muy lejos de ser la forma
adecuada de entender la realidad. El mito se torna prejuicio, es irreflexivo
sin corrección alguna, la explicación científica reflexiona sus juicios y los
corrige según se avanza.
Es
interesante que Carlos Darwin (1809-1882), postulara en su obra más conocida “El
origen de las especies”, eso precisamente, que lo que existen son especies y no
razas dentro de los estudios biológicos que realizó. Hoy hablar de razas humanas
es vivir en la ignorancia, hundirse profundamente en las tinieblas con el traje
de buzo llamado prejuicio, irracionalidad. Este prejuicio no tiene asidero
alguno más que la mente débil de quienes lo tienen como ariete en la vida.
El-principio-primero-de-todas-las-cosas,
fue hallado científicamente en la teoría del Big Bang, que señala que todo
cuanto hay es producto de una singularidad, una gran explosión y que no es
necesaria la existencia de Dios alguno para que esto ocurra. Esta es la base de
la explicación científica.
Bien,
podría ser que, aunque todo tenga un mismo origen no todo tenga la misma
calidad y con esto, los derechos del hombre (debería decir ser humano) y del
ciudadano no sean más que principios irrealizables. Nos encontramos ante dos vertientes;
la primera, es de tipo material meramente y la segunda, de calidad humana que
no deben ser confundidas. Los seres humanos apreciamos de manera distinta lo
material; el oro por encima de la plata, lo fino por encima de lo bruto etc.,
sin embargo, ¿es válida esta justipreciación entre humanos?, pues lo hay buenos
y malos. La respuesta inmediata parecería ser sí, pero, aquí no podemos
proceder apriorísticamente pues no sabemos de ante mano quien será bueno o malo
sino hasta después de que se actúa, es decir, la calidad positiva humana se
gana, se mantiene o se pierde.
Ahora,
debemos pasar a los hechos ya entrado el siglo XX, después de abolida en buena
parte del mundo la esclavitud física. La primera gran refutación a esa
superioridad blanca se tuvo en los juegos olímpicos celebrados en Alemania, si
Alemania, en donde Jesse Owens, ganó los metros, los doscientos metros, los
cuatrocientos y el salto de longitud, en el seno de los nazis que sostenían la “superioridad
racial”. El mito fue expuesto en la realidad como lo que es, un prejuicio ridículo.
Claro
esto no derribo por si solo la muralla irracional, sino que, incluso la hizo más
cruel, despiadada y difícil de atacar en los propios Estados Unidos de Norteamérica
y tuvieron que pasar muchos años y morir muchos activistas sociales como Martin
Luther King, y otro que nunca se venció, Jesse Jackson, por nombrar un par de
ellos. Toda esta lucha tuvo su momento simbólico con la llegada de Barak Obama a
la presidencia de ese Estado nacional. Claro, contra esto, los llamados
supremacistas han reaccionado, teniendo al más lerdo de los lerdos, Donald
Trump.
La
ciencia de la Física, en particular la Óptica, nos sirve para desnudar la falacia
de la supremacía de la raza blanca. Por principio de cuentas, hay tres colores
primarios (rojo, verde y azul) y de la combinación de estos se crean los
colores secundarios. Por otra parte, existen objetos que emiten luz y los
opacos; estos últimos absorben y reflejan la luz. Cuando un objeto opaco absorbe
todos los colores del a luz parece negro y cuando refleja todos, parece blanco.
Pero, ni el negro es un color ni el blanco tampoco. Vaya descubrimiento que han
hecho los científicos. Esto por si solo anula la superioridad de las razas en
lo intelectual.
En
la realidad, si nos trasladamos a los Estados Unidos de Norteamérica, bien se
puede ver que los “negros, dominan ampliamente en deportes como el atletismo,
el boxeo, el béisbol, fútbol americano, basquetbol entre otros. En el cine la televisión,
la música y el arte en general ni se diga. Queda refutada ampliamente la supremacía
blanca. Pero los supremacistas son tercamente ignorantes.
Aunque,
los supremacistas son una minoría existente únicamente en los Estados
nacionales en donde han perdido su jerarquía no dejan de ser peligrosos de
manera permanente y mortales hasta llegar a la cadena de masacres que se dan
principalmente en los Estado unidos de Norteamérica. Erróneamente, los
supremacistas creen, que van a cambiar la realidad cuando únicamente causan
muertes de inocentes y dolor sin ganar un ápice de credibilidad y si ganando la
condena general.
En
este punto, se ha procedido racionalmente y no se ha prohibido la existencia de
los supremacistas en aras de la libertad de expresión, el respeto a los derechos
humanos, es decir, se procede racionalmente y no de manera irracional y
rabiosa. La igualdad humana es un ideal que ha costado y seguirá costando lucha
constante, dolor y vidas humanas. Con todo, los derechos humanos no son autoaplicativos
sino conquistas que se deben defender día y noches y su avance exige acciones
de condena y mayor avance a pesar de la violencia de las hordas bárbaras de supremacistas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario