domingo, 27 de mayo de 2012

EL CRISTIANISMO COMO ENFERMEDAD

Cuando los mexicas cayeron derrotados por Cortés y su ejército, se dio cuenta que gobernar tan vasto territorio no iba a ser una empresa fácil. Aún seguían renuentes los vencidos a venerar los ídolos de los españoles. Se negaban a tomar por suya la religión católica. Esto preocupaba sobremanera a Hernán Cortés dado que veía el peligro en que estaba su conquista.
Y sucedió que habían llegado doce religiosos franciscanos, encabezados por Fray Martin de Valencia al puerto de la Veracruz, cosa que le convenía para representar una farsa muy eficaz para ganar la guerra espiritual que ya se estaba dando entre españoles y los pueblos conquistados, empezando por los mexicas.
Inmediatamente mando a que los recibiesen en con gran pompa y toda la parafernalia a modo de hacerles ver como personajes divinos. En todo pueblo que pasasen, se ordenó se les repicaran las campanas, se les saliera a recibir, se les dieran provisiones y después de esto, se les mostrara mucho respeto. Los vencidos deberían llevar candelas de cera encendidas.
A los españoles les ordenó que se hincasen y les besaran las manos y los hábitos. Los españoles entendieron la finalidad y representaron muy bien la farsa ordenada.
El mismo Cortés, les envió provisiones y les escribió amorosamente. Cuando estaban los frailes por llegar a la ciudad de México, salió Cortés a dar el toque mágico a su farsa. Fue al encuentro de los franciscanos llevando a parte de su ejército, a Cuauhtémoc y los principales señores de los mexicas.
Tan pronto como supo que estaban cerca los doce frailes Hernán Cortés se apeó del caballo se hincó y de rodillas fue a besarle la mano a Fray Martin de Valencia, este se negó, entonces, le beso los hábitos. Corrompidos como estaban los soldados españoles hicieron lo mismo con una beatería sin par.
Cuauhtémoc no entendió tal rito falseado – rendirse ante los frailes flacos, andrajosos, descalzos y amarillos- (era un señor) y menos comprendió la finalidad. Hernán Cortés siguió con su puesta en escena y cada vez que hablaba con algún franciscano mostraba respeto y obediencia en demasía.
Ahora bien, ¿Se entiende el efecto sicológico de tal acto?. Allí había todavía señores, guerreros y seres humanos que afirmaban la vida al través de la fuerza física y mental: los mexicas. El peligro era latente. Entonces, a Cortés se le ocurrió enfermar a los naturales de lo que hoy llamamos México. De otra suerte no habría podido dominarse por más tiempo a los mexicas que, ya habían descubierto que los españoles eran tan mortales como ellos.
Imaginemos a los pueblos antes de la llegada de los españoles viviendo en constante guerra unos con otros. Los sacrificios no representaban otra cosa que la santificación de la vida. Allí había hombres dispuestos a todo. La educación de los hijos de los nobles era dura y estaban hechos para vencer o ser vencidos  y ofrendar la vida a favor de la misma.
Si la viruela había matado a una buena parte de los mexicas, entre ellos a los guerreros más valientes, el veneno que se vertió al través de la evangelización no tuvo límite. Todo el trabajo de las diversas órdenes religiosas consistió en enfermar a los guerreros más valientes, mediante los trucos, farsas y engaños. Se les prohibió seguir con sus ritos religiosos, ya por la buena, ya por la punta de la espada, el hierro, los azotes, la cárcel, la muerte pública y toda una gama de torturas sanguinarias. Los mismos españoles ya habían probado la eficacia del Santo Oficio entre sus propios conciudadanos.
Claro hicieron falta décadas de aplicación de los métodos que ya he descrito para lograr la total corrupción racial de los pueblos de lo que hoy es México. Hoy día sigue cundiendo la decadencia entre los mexicanos. Y hay un “orgullo” en manifestarse católico, apostólico y romano, es, decir, en ser débil en todos los ámbitos fisiológicos y mentales.

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